El Hotel Majestic homenajea a los sabores que no se deben olvidar

El restaurante Solc, del Hotel Majestic, presenta una carta de productos de proximidad con los sabores auténticos que recuerdan al campo y el mar

El nombre del restaurante del Hotel Majestic, de Barcelona, sintetiza su objetivo. Solc significa surco en catalán, y es un homenaje a la agricultura, pero también a la ganadería y pesca del territorio que aportan ingredientes frescos, de calidad y sabores como eran décadas atrás.

Hay ocasiones en que no basta saber que se está probando unas gambas de Palamós o un pollo criado en libertad en el Pirineo. También hay que conocerlo de primera mano.

[Para leer más: Solc, el restaurante que deja huella]

Por ello entre la dirección del hotel, el chef ejecutivo David Romero y el cocinero del Solc Luis Antonio Llamas Torío, organizaron un menú degustación donde se tuvo la oportunidad de hablar con los proveedores del restaurante y de conocer sus secretos.

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Degustación de quesos Formatges del Miracle. Foto: Hotel Majestic.

Tal como en un mercado

Como si fuera un mercado de pueblo, en el patio interior del Majestic estaban los pescadores, maestros queseros o charcuteros, panaderos y agricultores con sus productos más afamados.

Como en un mercado, uno tiene la oportunidad de pasear por las paradas y conversar con los productores, ganaderos y agricultores

Sílvia Soler enseñaba sus quesos de oveja de Formatgeria del Miracle, elaborados en cavas naturales de Solsonés; En Miriam Gamba explicaban las diferencias de este crustáceo si es capturado en Roses, Vilanova o Blanes; Sergi García detallaba las variedades de aceite de oliva de La Gramanosa; y Núria Bustems y Eric Gázquez, de Gran Blau, precisaban la complicada logística para proveer pescados y mariscos frescos cada día.

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Tapas elaboradas con verduras del Huerto de Pau Santamaría. Foto: JPCh.

En cada parada había tapas para degustar los productos, como el sabor intenso de los pollos de La Torre d’Erbull “criados en 16.000 hectáreas de bosque”, indicaban Martí Peró y Marta Palau; las sobrasadas añejas de Xesc Reina; los embutidos de Cal Tomás; los panes elaborados con harina francesa del Forn Sant Josep; las verduras de Can Met (Argentona) y del huerto Pau Santmaría (Vic).

Para acompañar, la somelier Valérie Veilleux detallaba los elegantes cavas, vinos blancos y tintos de Alta Alella, vinos de una DO elaborados en la pequeña ciudad a 20 km de Barcelona.

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Los productores exhibieron sus productos como si fuera un mercado. Foto: Hotel Majestic.

Degustación de productos de proximidad

Con los productos de estos agricultores, criadores, productores y panaderos el chef Llamas Torío presentó un menú que comenzó con una pequeña tapa de sobrasada de Xesc Reina con rusc miel y queso La Gárgola, maridado con un Capsigrany Rosat de la bodega de Alella.

“En el mundo de grandes hoteles de lujo hoy lo viejo es lo nuevo”, aseguran en el Majestic

Le siguió el delicado ajoblanco con gamba roja de Vilanova, provisto por Miriam Gamba, con un blanco Cau d’en Genis Cuvee Majestic; que dio paso a las habitas tiernas de Pau Santamaría con acelgas de la finca de Can Met y caldo de jamón de cerdo Duroc.

De mar y montaña

Ya en los platos más contundentes, la cuota marina fue aportada por Gran Blau con su pescado de lonja con pil pil de espárrago blanco, acompañado por el chardonnay AA Lanius; mientras que el plato de montaña llegó con un carré de cordero xisqueta de Cal Tomás con crema de zanahoria y alcaravea, matizado con el Parvus Syrah.

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Degustación de ajoblanco con gamba roja de Vilanova. Foto: JPCh.

De postre, se presentó El espíritu del brioche del Forn Sant Josep, con un dulce (pero suave) Blanc de Neu.

Lo viejo es nuevo

“En el mundo de grandes hoteles de lujo hoy lo viejo es lo nuevo” indican los responsables del Majestic, uno de los establecimientos más elegantes y emblemáticos de Barcelona.

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Restaurante Solc. Foto: Hotel Majestic.

Bajo esta consigna, comer en Solc significa volver a aquellos sabores de la infancia, de cuando uno iba al pueblo de los abuelos y se daba el lujo de probar las hortalizas recién recogidas del huerto, del pescado que no conoce de congeladores o de los animales criados en libertad.

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