El Velódromo: diez años de un bar casi centenario

El Velódromo es un bar que sobrevive a modas, un clásico de 86 años que festeja la primera década desde que Moritz le imprimiera una nueva vida

Abrió sus puertas por primera vez en 1933, cuando la agitación política hacía necesario contar con un espacio para desconectar y comer –sea la hora que sea- platos abundantes, desayuno de tenedor o simplemente tomar una copa. Es El Velódromo, uno de los bares emblemáticos de Barcelona que festeja una década de su nueva etapa.

Hace 10 años el grupo Moritz tomó las riendas del local y se propuso dar un giro en su propuesta gastronómica, pero manteniendo su espíritu clásico.

La cervecera se propuso proteger la decoración art decó que se refleja en sus taburetes, en la larga barra de la entrada, en la elegante escalera que conduce al piso superior y en las inmensas lámparas de bolas blancas que iluminan el local.

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El chef Jordi Vilá preparó un pastel especial. Foto: El Velódromo.

La rueda que no cesa de girar

Durante esta última década han pasado cerca de 2,5 millones de personas por sus salones. En todos estos años se han despachado casi un millón de cafés y más de 360.000 litros de cerveza, sin contar las miles de raciones de patatas bravas y ensaladillas rusas -por nombrar a sus tapas más populares-.

Más de 2,5 millones de personas pasaron por los salones de El Velódromo en diez años

El local es una rueda que no deja de girar: abre todos los días del año, desde las 6:00 de la mañana hasta las 3:00 de la madrugada, donde se puede desayunar, almorzar, tomar un vermú, un café con pastas, tapear, cenar o probar un cóctel.

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El Velódromo conserva el espíritu de los años ’30. Foto: JPCh.

Nuevo rumbo para un lugar clásico

El rumbo gastronómico fue redefinido por Jordi Vilà, ganador de una estrella Michelin por su restaurante Alkimia, y a su vez director gastronómico de Moritz.

“Si hay alguna cosa que se mantiene inalterable desde los inicios es la obsesión en combinar la tradición catalana con la calidad de los productos y la personalidad de los platos”, sintetiza Vilà.

En El Velódromo es posible probar cervezas sin pasteurizar, traídas directamente desde la fábrica de Moritz

Este chef tiene su propio Top 10 de platos favoritos en El Velódromo, los cuales algunos fueron elegidos para un interesante menú degustación por el aniversario de la primera década.

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‘Siscentó’ de la Moritz. Foto: JPCh.

Los platos del décimo aniversario

Tras unas anchoas del Cantábrico con pan de coca, pasaron el suave siscentó de la Moritz (berenjena, tomate y muzzarela), que dio paso a una esqueixada de bacalao y una fabulosa croqueta de jamón ibérico.

[Para leer más: ¿Qué sabor debería tener una cerveza inspirada en Barcelona?]

Entre los platos principales pasaron un contundente salmorejo con jamón y huevo duro, preparación ideal para estos meses de calor tórrido, y una galta de vaca cocinada al Epidor, cerveza tostada y con un toque dulzón.

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Galta de vaca cocinada con la cerveza Epidor. Foto: JPCh.

De postre, en una taza caliente llegó un fondant de chocolate con helado elaborado con Moritz negra. Y el resultado es espectacular.

Cerveza directamente desde la fábrica

Al ser un restaurante del grupo Moritz, en El Velódromo es posible beber cualquiera de sus variedades sin pasteurizar, traídas directamente desde la microcervecería del barrio de Sant Antoni.

Inclusive las ediciones especiales que esta marca suele lanzar antes del verano, como la Barcelona Pale Ale, solo es posible degustarla en su local central o en El Velódromo.

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Fondant de chocolate con helado de cerveza negra. Foto: JPCh.

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