El manjar que todos quieren en su plato

Los langostinos son un clásico de la gastronomía española. Pero la mayoría de los que se consumen provienen del otro lado del mundo

Parece mentira que este marisco con cola poderosa, patas y antenas amenazantes, digno de un texto de H. P. Lovecraft, sea el rey de las mesas en España y en varios países del mundo. Apenas grillado, salteado, rociado con limón y sal, el langostino siempre es un plato de lujo.

La cocina, sin embargo, le ofrece más espacios para que se luzca: acompañando un plato de pasta, un risotto, ensaladas, cocktails, ceviches, sushi, canapés, salteados con verduras, sopas asiáticas. La lista puede parecer infinita.

Los langostinos silvestres pueden tener un tamaño que duplica al de las gambas

Eso sí: no se debe confundir el langostino con la popular gamba, como la famosa roja de Palamós o la de Vilanova. El primero es mucho más grande, de 12 hasta 20 centímetros en el caso de los ejemplares silvestres. En cambio la gamba oscila entre los seis y diez centímetros.

Muchos de los langostinos o gambones que se consumen provienen de criadero. Sin embargo, existen zonas del mundo donde crecen de manera silvestre. La mayor parte de los que se consumen en España provienen de miles de kilómetros, más concretamente de las costas patagónicas de Argentina.

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Los langostinos son un clásico de los banquetes y las grandes celebraciones.

Desde el fin del mundo

El viajero que enfile su rumbo al sur desde la ciudad de Viedma (en la provincia de Río Negro, a 930 kilómetros de Buenos Aires) hacia Tierra del Fuego recorrerá cientos de kilómetros de silencio y viento. Cada tanto, se encontrará con una ciudad costera con un puerto importante: Puerto Madryn, Trelew, Rawson, Camarones, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, Caleta Olivia, etcétera.

A lo largo de la costa patagónica se despliegan varios puertos donde se pueden probar langostinos recién capturados

Allí llegan toneladas de langostinos pescados en barcos congeladores. Son grandes embarcaciones que procesan el crustáceo a bordo y lo venden como producto premium. En cambio, en los llamados pesqueros de altura pasan entre tres y cuatro días en el mar, y tras las capturas, los procesan en tierra.

La pesca artesanal en la Patagonia

En el camino se podrá encontrar pescadores artesanales. Salen al mar en barcazas pintados de amarillo y regresan cargados de sus tesoros: los langostinos frescos. Si tiene la oportunidad no lo dude: siéntese en el primer restaurante que encuentre cercano al puerto, son garantía de que probará un manjar.

¿Por qué estos frutos del mar argentino son reconocidos en todo el mundo por su excelencia? Porque crecen en una biodiversidad casi pura, libres y se alimentan de forma silvestre. Es la naturaleza al plato.

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La mayor parte de los langostinos silvestres que se consumen en España provienen del Atlántico Sur.

En la pescadería

Es importante tener en cuenta algunos datos para poder elegir los mejores langostinos: para ser transportado, el animal tiene que pasar por la cadena de frío .También por un baño de sulfito que mata algunas bacterias y permite que no se ponga negro (melanosis).

Lo mejor es comprarlos enteros, aunque la industria los procesa y los vende pelados, sin pelar, con o sin cola, crudos o cocidos. Al momento de limpiarlos hay que recordar de retirar el intestino (vena) que se encuentra sobre el abdomen.

Los langostinos deben verse brillantes, resistentes y es fundamental rechazar los que huelan a amoníaco, porque eso indica que no están aptos para el consumo. La etiqueta es importante: si dice “langostinos argentinos”, es que tienen garantía de calidad.

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