Cómo elaborar el mejor vermut casero

Con ingredientes que se encuentran en la mayoría de las cocinas más un vino blanco, que no tiene que ser muy especial, podemos elaborar un vermut mucho más

En estos días de confinamiento forzoso estamos recibiendo generosas donaciones gratuitas de muchas instituciones culturales en forma de conciertos, ópera, cine, teatro, series de TV, visitas virtuales a museos, etc. Pero existe otra modalidad de distracción útil y además sabrosa, para sobrellevar nuestro ocio y llenar nuestro tiempo de forma divertida que además nos va a permitir presumir luego y contribuir a deleitar a quien nos rodea. Esta consiste en creaciones gastronómicas, como las publicadas recientemente por Cerodosbé.  

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Uno de los hábitos de relación social interrumpidos con el aislamiento y que más se echa en falta en estos momentos es el de la hora del vermut. Para amortiguar esta carencia y al tiempo realizar una práctica creativa, proponemos una receta fácil que posibilitará el obtener un riquísimo vermut casero. Y quién sabe, si la cosa sale bien, igual hemos encontrado una actividad rentable para el futuro. 

Los ingredientes para la elaboración del vermut son fáciles de conseguir y normalmente ya los tenemos en nuestras cocinas. Necesitamos, como base, un litro de vino blanco, que no tiene que ser un gran vino premium, ya que las especias esconderán sus matices y, además, sobre el dulzor o no del vino base hay que recordar que la astringencia del resultado va a depender siempre de las características del vino, siendo lo más normal el empleo de un semi-seco.

Unas tapas acompañadas de un vermut. Foto: Nacho Carretero Molero
Unas tapas acompañadas de un vermut. Foto: Nacho Carretero Molero​

El segundo bloque de ingredientes es el de los botánicos, hierbas o especias aromatizadoras y aquí se puede improvisar con lo que se encuentre en la cocina —como cardamomo, anís estrellado, clavo, salvia, cilantro, jengibre, manzanilla, tomillo, enebro, vainilla, flor de sauco, genciana y sobretodo ajenjo—. Aunque este último en una muy pequeña cantidad. Si se tiene vainilla, será muy agradecido su uso.

En el tercer bloque, junto a una imprescindible barrita de canela, hay que pensar que los cítricos también cuentan, no olvidar pues, las cáscaras de naranja y limón, y tampoco la presencia de azúcar, que puede ser moreno. 

Como instrumentos de trabajo, bastará un recipiente de boca ancha que se pueda cerrar, a poder ser opaco, aunque si se guarda en absoluta oscuridad y en un lugar seco ya es suficiente; si se tiene, un mortero para aplastar los botánicos; y lo más importante: una bolsita, redecilla, media, trapo, o cualquier infusionador para sumergir los botánicos en el vino.

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A partir de aquí viene el reposo, en oscuro y seco, tres semanas o un mes. Se recomienda ir catando el producto para ver su madurez. Y al final se le va a añadir el azúcar caramelizado; y se puede añadir o no, pero es interesante siempre utilizar un chorrito de aguardiente, tal como orujo, vodka o cualquier destilado potente, aunque el jerez también funciona muy bien. 

Y para acabar, solo queda introducirlo en una botella, a poder ser oscura o tamizada de verde. 

Y ¡Salud! y nunca mejor dicho.

a.
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