Llega la revolución del verdejo

Generaciones de viticultores jóvenes y sin prejuicios como los Menade logran la máxima calidad de los vinos Rueda sin renunciar a la sostenibilidad

Los orígenes conocidos del vino de Rueda en Castilla y León se remontan a la Edad Media, cuando la uva verdeja (como siempre se la llamó) llega procedente de Algaida, en el norte de África, por la Ruta de la Plata de la mano de astures, vascones y mozárabes, que repueblan la cuenca del Duero en el reinado de Alfonso VI.

Durante el Siglo de Oro el vino más conocido de la zona era el Dorado, que había llegado a a ser considerado vino de corte con los Reyes Católicos. 

Habría que esperar al 1980 para asistir a la creación de la DO Rueda, como el Consejo Regulador más antiguo de Castilla y León.

No será hasta el 2008, que una DO Rueda, productora representativa de blancos, se organiza y ampara en su reglamento la elaboración de otros vinos, tintos y rosados.

Infografía Jordi Català

No solo de verdejo vive el bodeguero de Rueda

A lo largo de la historia moderna de Rueda se introducen otras variedades: en los años 30 la palomino fino, origen de vinos generosos de flor, con productos parecidos a los de Jerez. 

En los 50 llega la viura y su gran reputación de blanco riojano de modelo clásico de pasar por barrica.

La viura puso un toque aristocrático en el vino de mesa castellano, pues las virtudes de la doméstica verdeja estaban por descubrir. 

La sauvignon blanc es la variedad principal foránea, que llega en los 70 desde el Loira, y aporta a los vinos un aire nuevo con aromas florales, de pomelo y frutas de la pasión, será seguida de las viognier (2019) y chardonnay (2019).

Infografía Jordi Català

Verdeja: una uva que es sinónimo de una región

Pero es la uva verdejo, o verdeja (según la tradición) la que domina ampliamente y desde hace más de diez siglos en el espacio de Rueda (Valladolid), una de las pocas áreas vinícolas de Europa especializadas en elaborar vino blanco y en la protección de su principal variedad autóctona. 

La uva verdejo (o verdeja, según la tradición) es la que domina ampliamente y desde hace más de diez siglos en el espacio de Rueda

El perfil de los blancos de Rueda, de influencia continental por su altitud de 700 a 870 metros, viene marcado por la fuerte personalidad de un viñedo que ha aprendido a sobrevivir en un duro entorno y que extrae sus recursos hídricos de lo más hondo del subsuelo. 

Esta región sufre inviernos fríos y muy largos, primaveras cortas con heladas tardías y veranos calurosos y secos, con inesperadas tormentas que alcanzan mínimos de 300 litros y máximos de 500 litros anuales. 

La diferencia brusca de temperaturas entre el día y la noche es la clave del equilibrio entre el azúcar que la uva acapara con el sol (con 2.600 horas anuales), la insolación excesiva si no fuera por la maduración tardía de la uva y la acidez mantenida por la frescura de la noche. 

Cultivos sostenibles en la bodega Menade. Foto Menade

Verdejo: un vino que finalmente triunfa

El vino blanco verdejo, a pesar de su humilde origen y de ser utilizado frecuentemente como agente de mezcla con la viura y el sauvignon blanc, es un vino con cuerpo pero con suavidad, y en su momento óptimo puede producir algunos de los mejores blancos.

Es de un amarillo verdoso de tonos acerados y posee una personalidad de olores muy característica, con matices de hierba de monte bajo.

En boca regala plenitud con sabores afrutados a frutos secos y cremas suaves mezcladas con miel, y una acidez media-alta, más un característico final amargo que lo hace inconfundible y que invita a continuar.

Todo ello convierte al verdejo en uno de los vinos blancos más finos del mundo, capaz de grandes complejidades cuando se elaboran con fermentación o crianza en barricas de roble, como La Misión de Menade

Los tres hermanos de las Bodegas Menade: Richard, Alejandra y Marco. Foto Menade

Los pioneros de la revolución

Otro vino es posible, y en esto están empeñados los Menade, Alejandra, Richard y Marco y las 40 familias que con ellos comparten el gran proyecto de crear un vino del siglo XXI recuperando lo mejor de los vinos de antaño pero con el objetivo de sacarle la máxima expresión a un vino, el de la verdeja, el de Rueda.

En un principio parece que se vaya a estancar la calidad al multiplicarse la producción, bajo la rigidez de unos corsés reguladores que lo aproximan a términos de “industrial”.

Pero no: se trata de conseguir de estos vinos sueños tales como que sean: grandes, finos, honestos, sostenibles, de calidad (con tres o cinco años de bodega, incluso), y que puedan dar mucho más de sí como vinos de guarda, imposible antaño.  

Viñedos de la DO Rueda. Foto Menade

Las herramientas del cambio (y no solo climático)

Ellos son jóvenes, pero también forman parte de la sexta generación de una familia que lleva 200 años haciendo vinos.

Los Menade son jóvenes, pero también forman parte de la sexta generación de una familia que lleva 200 años haciendo vinos

Luchan contra la hostilidad de un entorno natural muy duro y lo hacen utilizando las herramientas más nuevas que tendrán que utilizar los demás, más tarde o más temprano: drones para fijar el carbono, polinización, hoteles de insectos, regeneración de la tierra, biodiversidad, y granja de animales, entre otras acciones.

El futuro de Rueda ya está aquí

Esta generación de viticultores sin prejuicios y lanzados a la búsqueda de la excelencia están creando una viticultura natural pero de verdad, honesta, mirando al pasado pero huyendo de la homogeneidad y el aburrimiento al que la fama está sometiendo a los vinos de Rueda.

Por ello escogieron «vender filosofía, vino y marca más que una región» y les valió salir de la DO.

Ahora, tras unos años de trabajo bien hecho empiezan a ser estudiados por grupos históricos, por las bodegas potentes con las que no compartían su manera de ver la verdeja, de la que posiblemente las primeras páginas del futuro están ya escritas.

Como Richard Menade gusta de afirmar: “No somos la resistencia, somos la revolución”. Sin duda grandes vinos como Verdejo, Nosso, Adorado y uno de ellos que ha triunfado en toda la península, La Misión, han contribuido a que sea posible.

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