Un reserva blanco de La Rioja con traje de tinto

Flor de Muga Blanco 2018 es la novedad de la bodega de Haro, un vino muy complejo equiparable a míticos tintos que nace con la ambición de ser el gran vino blanco de Rioja, una tierra poco pródiga en esta variedad

Bodegas Muga presentó Flor de Muga Blanco 2018, una “gran apuesta” para la familia de la histórica bodega del Barrio de la Estación de Haro, un vino de alta calidad y de producción limitada.

En el hotel The Serras de Barcelona el vicepresidente de la bodega Manu Muga lo describió como “un vino gastronómico y profundamente elegante. Un blanco de guarda que alcanzará su punto óptimo en cuatro o cinco años”.

Una valiosa recuperación

Lo que ha hecho Muga con Flor de Muga 2018 es un hito: recuperar para La Rioja un vino blanco de alto nivel, con la voluntad de posicionarlo como “el gran vino blanco” de la región Rioja. 

El porcentaje de blancos con respecto a tintos y rosados de La Rioja seguía y sigue siendo muy desigual

En Muga ya se produjeron blancos con madera, como los de 1973, pero este tipo de vinos eran muy difíciles de colocar en el mercado riojano e incluso en el nacional, aunque tengan el apelativo de Rioja.

Posteriormente en los años 90 algunos bodegueros empezaron a producir blancos jóvenes, frescos y fáciles de beber, como es el Blanco de Muga, aunque el porcentaje de blancos con respecto a tintos y rosados seguía y sigue siendo muy desigual.

Una larga investigación hacia el vino

Flor de Muga Blanco 2018, aparece tras un trabajo de investigación de más de siete años para conseguir un vino blanco de gran complejidad, absolutamente gastronómico y comparable a sus míticos tintos, toda una rareza en un tierra como la Rioja.

El nuevo blanco de Muga es un ensamblaje muy equilibrado de variedades autóctonas, especialmente la ya tradicional viura (40%), con uvas autóctonas que se están recuperando como son la garnacha blanca (30%) y la maturana blanca (30%).

Su envejecimiento, considerable para un blanco, empieza con tres meses en sus lías, siguen seis más en barricas nuevas y 18 de afinamiento en botella. En total 27 meses, mas de tres años. 

El resultado es un nuevo vino muy elegante y complejo para la gama Flor de Muga, un homenaje a la abuela fundadora, un vino de gama alta, elegante y gastronómico.

Según Isaac Muga, enólogo de la casa, el vino «se define en boca por su gran presencia, su volumen, su grasa, marida con pescados y arroces; pero debido a su complejidad acompaña también a carnes y a guisos como si fuera un tinto”.

La dinastía de bodegueros

Muga es una dinastía familiar de la Rioja Alta, con cinco generaciones de viticultores, , tres de ellas como bodegueros. 

La primera gene­ración creó la bodega, la segunda desarrolló la marca como refe­rencia en España, y la tercera fue la responsable del despegue a escala mundial: actualmente los vinos llegan a 75 países y con una pro­ducción que se reparte al 50% entre mercado nacional y exportación.

Muga es una dinastía familiar de la Rioja Alta, con cinco generaciones de viticultores, , tres de ellas como bodegueros 

A la tercera pertenece Manuel ‘Manu’ Muga, quien recuerda los orígenes: “los abuelos tenían viñedos, vendían la uva y hacían vino para consu­mo propio. En 1932 montaron una pequeña bodega de cosechero en el centro de Haro. El abuelo Isaac había estudiado lo poco que entonces se podía de enología en el Penedès y mi abuela, Aurora Caño, era una gran empresaria y catadora”.

La llegada al Barrio de la Estación de Haro

En los años difíciles de la guerra y la posguerra las ventas de Muga se limitaron a la Rioja y parte del País Vasco.

Los abuelos elaboraban tintos, blancos y rosados jóvenes, muy apreciados, más una pequeña cantidad de crianza para el consumo familiar. 

En 1967 compraron la finca en el célebre Barrio de la Estación de Haro, en donde se ubica la actual bodega y enfocaron el negocio hacia los vinos de crianza, reserva y gran reserva.

En 1969, la segunda generación tomó el testigo: Manuel y sus hermanos Isaac e Isabel, quienes trabajaron duro para llevar a Muga al prestigio que tiene en España. 

La nueva generación

La tercera generación la forma un buen equipo de hermanos y primos: Isaac y Jorge en elaboración, tecnología y ciencia; Eduardo en administración y negocio; Ana en comunicación y redes sociales; y Juan Guillermo y Manu en relaciones públicas, marketing y estrategia. 

Son siete responsables para el día a día de la bodega que, a diferencia de lo que suele ser habitual en sagas familiares vinícolas, se entienden a las mil maravillas. 

A ellos le correspondió decidirse por primar la calidad por encima de la cantidad, algo que en las grandes zonas vitivinícola, y en La Rioja especialmente, no es fácil. 

La producción se destina en un 50% al mercado español. Del internacional, sus vinos llegan a 75 países

Manu explicó “No tenemos muchas marcas, pero si tenemos los suficientes estilos” y añadió “antes de la crisis del 2008 había una gran demanda pero decidimos que ya teníamos una buena producción. La apuesta fue ganar calidad y valor añadido en lugar de buscar volumen”. 

Infografía Jordi Català

Producción de calidad

Dicho y hecho. Durante unos cuantos años los Muga han hecho un trabajo importante para explorar y conocer en profundidad cada una de las parcelas y viñas: se iniciaron con 120 hectáreas en propiedad y ahora ya son 360, e invirtieron en trabajo y dinero para conseguir uno de sus mayores objetivos: que la uva que entrase en bodega estuviera controlada al 100% por ellos.

Otra particularidad implantada por la tercera generación es que esta bodega media-grande, presente en 75 países, (50% mercado español y 50% exportación), comparta una imagen artesana y al mismo tiempo moderna, orgullosa de aunar tradición con van­guardia, como dice Manu Muga.

“En nuestros vinos buscamos sumar el espíritu del Rioja con el rock & roll, clasicismo más modernidad, y justamente el nuevo Flor de Muga Blanco es un ejemplo de ello».

En nuestros vinos buscamos sumar el espíritu del Rioja con el rock & roll.

Manu Muga

En lo tradicional Muga presume de que todos sus tintos se ela­boren, fermenten y maduren en roble, como ahora el nuevo blanco, lo que justifica tener su propia tonelería para renovar las barricas y mantener las constantes en el roble.

En la presentación del Flor de Muga Blanco: Quim Vila, Eduardo Muga, Ana Muga, Manu Muga y el cocinero Marc Gascons. Foto Arduino Vannucchi.

El vicepresidente recuerda «somos la única bodega de España con un maestro cubero y tres toneleros propios, que además hacen las delicias de los enoturistas”.

“Elaboramos nuestras barricas con el mejor roble, ajustando los tiem­pos y midiendo bien calidades y tostados interiores, para conseguir vinos de carácter único, como este Flor de Muga Blanco 2018”, indicó.

a.
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