¿Engorda el vino? Lo que siempre quisiste saber y nunca te atreviste a preguntar

Cuál es nuestro metabolismo, qué tipo de vino beber y, sobre todo, qué cantidad están entre las claves

Foto: Pexels.

Realmente es un problema para mucha gente que disfruta con el vino pero que tiene un metabolismo difícil, tendencia a engordar o está realizando una dieta. Ante la pregunta clave los médicos, unánimemente y por sistema emiten un rotundo: ¡nada de alcohol! Pero todas las cosas presentan sus matices y en el caso de los vinos, que no dejan de ser artesanía realizada a partir de la naturaleza, mucho más. 

La dietética, como casi todo, es un complejo problema de matemáticas, eso sí con muchas variables, algunas conocidas y otras desconocidas, donde la palabra caloría tiene una fuerza y un poder que estremece.

En definitiva, exceso de calorías es malo; es sinónimo de caos y de kilos de más, pero carencia de calorías puede interpretarse muchas veces de la misma manera como anormalidad. Se trata pues de ver la relación que existe entre calorías y vino.

¿Cuántas calorías tiene el vino?

En general, se estima entre 100 y 170 calorías las que contiene una copa convencional de 150cc de vino (una quinta parte de una botella estándar), una cifra que un Informe publicado por el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) eleva a 177.

La mayoría de ellas se encuentran en el alcohol, por lo que las calorías de un vino dependerán mucho del volumen de alcohol que contenga. De hecho, tras las grasas, que contienen 9 calorías por gramo, el alcohol es el alimento de mayor aporte calórico en nuestra dieta, con 7 calorías por gramo, que vienen a ser un 10% de las calorías que consumimos en una dieta normal. 

Existe, no obstante, una importante variabilidad calórica en función de si se trata de un vino seco o un vino dulce y también si es tinto, rosado, blanco, generoso, espumoso, etc.

Vinos y calorías. Infografía: Jordi Català.

Fermentación y calorías

El origen calórico del vino procede fundamentalmente de los hidratos de carbono liberados durante la fermentación. Normalmente, las uvas más dulces son las más susceptibles de fermentar para dar vinos con mayor graduación de alcohol, que serán por tanto, los más calóricos. 

En general, las bebidas fermentadas contienen un alto contenido de carbohidratos (fructosa y glucosa) procedentes de las uvas (en el caso del vino) y de los granos de cereal (en el caso de la cerveza).

Durante el proceso de fermentación, las levaduras devoran los hidratos de carbono (azúcares) y liberan alcohol y CO2 (gas carbónico). Los azúcares residuales, es decir, el azúcar que no ha fermentado, es el que contribuye al principal aporte de carbohidratos del vino. 

El alcohol tiene casi dos veces más cantidad de hidratos de carbono que de azúcar. Por lo tanto, el alcohol afecta a las calorías del vino más que el azúcar. En algunos casos, un vino ligeramente dulce y de baja graduación puede aportar menos calorías que un vino de alta graduación seco. 

Se estima que una copa de vino contiene entre 100 y 170 calorías

Por todo ello, cuanto menor sea el contenido de azúcar residual en un vino, es decir cuánto más seco sea un vino, más ‘light’ será. Por contra, los vinos dulces y abocados presentarán un mayor aporte calórico al contener mayor cantidad de azúcar. 

Afortunadamente, además de hidratos de carbono y calorías, el vino contiene también nutrientes que proceden de la piel de la uva, entre ellos minerales y antioxidantes (más en los tintos que en los blancos).

Hablemos con claridad: ¿engorda el vino?

Obviamente un exceso de alcohol es malo para muchas cosas y una de ellas es que contiene calorías, como mencionábamos. Sin embargo, beber vino de forma racional, según varios estudios científicos recientes, no engorda necesariamente.

Es cierto que un vaso de vino tinto puede aportar unas 150 calorías. Es aproximadamente la misma cantidad que encontramos en un aguacate, un plátano, media hamburguesa pequeña, dos manzanas, una mediana de cerveza, o un vaso de leche sin desnatar. 

Sin embargo, la forma en que el organismo las procesa puede hacer que esas calorías se conviertan inmediatamente en energía, sin almacenar ni un miligramo de grasa en el tejido adiposo, incluso ayudando a eliminar la ya acumulada.

Estudios recientes han demostrado que el alcohol aumenta el apetito y en algunas personas puede incrementar el metabolismo basal (calorías que quema el organismo de forma inerte) entre 300-400 calorías más al día cuando se bebe con moderación, generando la habitual sensación de hambre después de consumir este tipo de bebidas.

¿Podría el vino adelgazar?

En el otro extremo, hay quien se pregunta si beber vino tinto adelgaza o ayuda a adelgazar. Por supuesto, hay que ser precavidos, estamos hablando de una cantidad razonable.

Una respuesta sorprendente la han aportado estudios científicos de diversas universidades de los EEUU pero muy especialmente de la Universidad de Purdue, en Indiana. Su estudio demuestra que existe un compuesto en el vino tinto que puede ayudar a reducir el peso. Se trata del piceatannol, un antioxidante similar en estructura al resveratrol.

Los científicos de la universidad norteamericana descubrieron en 2012 que este compuesto es capaz de bloquear algunos procesos celulares que permiten el desarrollo de las células grasas. Desde entonces, se han abierto vías de investigación para el control de la obesidad centradas en el piceatannol existente en el vino tinto que puede retrasar la generación de células adiposas, así como para impedir el crecimiento y desarrollo de las que ya están formadas.

En este sentido, los estudios estiman que ingerir una copa de vino al día podría reducir hasta en un 30% las probabilidades de padecer obesidad debido a la acción del piceatannol.

Poder antioxidante

Además de beneficioso para prevenir la obesidad, el consumo moderado de vino tinto puede presentar otros beneficios para la salud.

Otras de las moléculas antioxidantes presentes en el vino tinto, los flavonoides, pueden proteger frente a las enfermedades cardiovasculares como los infartos de miocardio y la ateroesclerosis (endurecimiento de las arterias por depósitos de placas de colesterol).

Numerosos estudios científicos afirman que la ingesta de un vaso de vino tinto al día reduce considerablemente la posibilidad de sufrir este tipo de dolencias coronarias y, en los últimos tiempos, se está hablando y mucho del vino y de la capacidad de prevención del Alzheimer. Pero este ya es un complejo tema por sí solo.

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