Fondillón: el mítico vino de Alicante que sedujo a Shakespeare y a Luis XIV

Mucho antes que los vinos de Oporto y Jerez imperó en toda Europa el histórico y legendario fondillón, un vino seco semidulce que hoy en día todavía se elabora en Alicante

Uno de los vinos con mas historia de Europa. Foto D.O. Vinos de Alicante

El fondillón, actualmente protegido por la Denominación de Origen Vinos de Alicante, es uno de los vinos del Viejo Mundo con más historia y prestigio internacional. ¿Pero que es el fondillón? Pues es sencillamente un vino añejo sin fortificar lo que quiere decir que todo su alcohol proviene del azúcar de la uva. Se elabora con monastrell, uva tinta con una gran carga de azúcares naturales originaria de esta zona mediterránea, que se deja madurar en exceso en la vid antes de su fermentación.

El resultado final es un vino seco semidulce con un nivel de alcohol de entre 16-18 grados, que envejece en antiguas barricas de madera de roble, a menudo de gran tamaño (1.200 litros), durante no menos de 10 años y muy a menudo, más de veinte.

El fondillón es uno de los vinos con m s historia de Europa. Foto: D.O. Vinos de Alicante.

La larga permanencia en estos viejos barriles oxida con parsimoniosa lentitud al vino, agregando complejidad y refinamiento, confiriéndole aromas que pueden retrotraernos a un jerez amontillado, con complejas notas de frutos secos como las almendras, también al jengibre y a los dátiles, entre otros matices.

El tinto original, de color brillante, se convierte muy lentamente en un vino maderizado de color ámbar, cuyo resultado no es diferente de sus compañeros ‘vinos nobles’ de Jerez, Madeira, Marsala u Oporto.

Vale la pena aclarar que el nombre fondillón hace alusión a los sedimentos, también conocidos como ‘madre del vino’, que antaño se acumulaban en el fondo de las barricas y que se utilizaban para la maduración del vino.

Un vino venerado por navegantes, reyes y escritores

A partir del siglo XV, el vino de Alicante, como también se conocía al fondillón, formó parte del suministro de víveres de los barcos que realizaban viajes transoceánicos porque por su contenido alcohólico servía como conservante del agua potable. Además, por su larga maduración y lenta oxidación, soportaba perfectamente los largos trayectos por mar sin que su sabor y estructura se vieran modificados, como sí ocurría con otros vinos.

Las barricas donde se a¤eja el fondillon pueden tener una capacidad de más de 1200 litros. Foto: D.O. Vinos de Alicante.

El fondillón fue el primer vino en dar la vuelta al mundo en 1518 con Magallanes y Elcano. De hecho, se dice que ayudó a mantener el ánimo y el espíritu de los marinos. Su suministro fue de tal magnitud que, a su vuelta a España, tras tres años de fatigosa travesía, todavía quedaba un tonel lleno cuando arribaron al puerto de Sanlúcar de Barrameda.

Posteriormente, en 1633, cuando se publicó el libro del viaje del capitán y explorador británico Thomas James, en el que narró sus vicisitudes al intentar descubrir el paso a Oriente por mar, se pudo leer en sus páginas: “Nunca dudé que pudieseis estar débiles en primavera y por tanto reservé un tonel de vino Alligant [Alicante] para esa época, poniendo siete partes de agua y una de vino, hicimos una bebida suave poco mejor que el agua. Cada tripulante tenía una pinta al día de Alligant para su uso personal”.

Shakespeare, Cervantes, Dostoievski, Dumas, Defoe y Salgari, entre otros ilustres escritores, citan al fondillón de Alicante en sus obras. También era el vino favorito del rey Luis XIV de Francia, conocido como el Rey Sol que, en 1715 y percibiendo que su vida tocaba a su fin, pidió en su lecho de muerte pasteles empapados en vino de Alicante. También fue el vino de postre favorito de la reina Isabel I de Inglaterra, y nunca faltó en los banquetes oficiales de la corte.

Desaparición y posterior recuperación

El fondillón fue uno de los vinos más prestigiosos y demandados del mundo hasta que, a finales del siglo XIX, la filoxera arrasó los viñedos de toda Europa, también los de Alicante. Fue un momento catastrófico pues desaparecieron muchas de las bodegas elaboradoras y el vino fondillón fue olvidado durante décadas.

El rey Luis XIV pidió en su lecho de muerte pasteles empapados en fondillón.

En la actualidad, el fondillón está recuperando su esplendor perdido y vive un momento de dicha ya que su demanda nacional e internacional es cada vez mayor. Sin duda, gracias al empeño y el tesón de algunas bodegas alicantinas que elaboran, como antaño, un vino tan emblemático como histórico.

5 fondillones extraordinarios

Como mejor forma de iniciarse en el siempre apasionante mundo de los fondillones, comenzaremos con el Laudum Fondillón Gran Reserva 1988, un añejado de edición limitada con una buena relación calidad/precio de 32.45 euros.

Lo elabora Bodegas Bocopa en Petrer, localidad de la comarca alicantina del Vinalopó. Procede de cepas viejas de monastrell, vendimiadas muy maduras en 1988, cuando ya su concentración de azúcares era muy alta. Su peculiaridad reside en que durante el proceso de fermentación los orujos permanecieron en contacto directo con el mosto. Más tarde, reposó, durante más de 29 años en barricas de roble de 1500 litros y fue embotellado y puesto a la venta en 2019.

Laudum Fondillón Gran Reserva 1988.

De armoniosa tonalidad caoba, desprende sutiles aromas a dátiles y ciruelas maduras, a uvas pasas, higos secos y orejones, con notas tostadas y a avellana y tabaco rubio. En boca es elegante y untuoso, con buena acidez y un postgusto agradable y equilibrado.

De una añada más reciente pero no por ello menos cualificado, es el Fondillón Gran Reserva 1996 de Bodegas Monóvar (58,00€). Es un vino de potente y exuberante nariz que ha añejado en barricas de madera de roble americanas centenarias.

Posee intensos aromas amielados, ahumados, a toffe, café, tabaco, pan de higo y almendras tostadas. En boca resulta no excesivamente dulce, y es sorprendentemente suave, con notas acarameladas y avainilladas, con recuerdos a fruta pasificada y una gran persistencia en boca. Un fondillón elegante y equilibrado.

Fondillón Gran Reserva 1996, Bodegas Monóvar.

Mejor vino español

Primitivo Quiles Fondillón Alicante Solera 1948 (60,00€), de la Bodega Primitivo Quiles, fundada en 1926 en la localidad alicantina de Monóvar, está considerado como unos de los mejores fondillones de la actualidad.

De intenso color caoba-anaranjado, tiene aromas pasificados, balsámicos y de maderas nobles, así como toques tostados y a frutos secos. En boca es ligeramente dulce, con gran equilibrio y excelente acidez. Mejor vino español de 2017 y 2018 en la categoría de vinos con crianza oxidativa, biológica o mixta, otorgado por la Asociación Española de Periodistas y Escritores de vino, y Gran Medalla de Oro en el Berliner Wein Trophy de Berlín (Alemania) en 2010 y 2011.

Primitivo Quiles Fondillón Alicante Solera 1948.

También hay que valorar como se merece al Gran Reserva Fondillón Brotons 1964 (55,94€), de la Bodega Brotons, ubicada en Pinoso, Alicante, que el pasado año se alzó con el Premio Alimentos de España al Mejor Vino 2020, otorgado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Con un precioso color ámbar y aromas amaderados, a frutos blancos y a miel, en boca es sutil redondo, dulce, licoroso y pleno en matices.

Gran Reserva Fondillón Brotons 1964.

Por último en la localidad de Villena, nos encontraremos con Bodega Las Virtudes, admirada por su Fondillón Tesoro de Villena Solera 1972 (48,00€).

De color cobrizo y ámbar y aromas añejados, balsámicos y a frutos secos como las avellanas y las almendras, posee un paladar amable, suave y placentero, con recuerdos a confitura de higos pasificados y a uvas pasas. En boca es explosivo, cálido, con sabores a frutas pasificadas y un final amaderado muy grato, fruto de su paso por barricas viejas de roble. Un inmejorable fondillón que denota madurez y donaire.

Fondillón Tesoro de Villena Solera 1972
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