Consume local: cinco marcas de moda y diseño que debes conocer

Una floristería, una tienda de diseño de interiores o una marca de zapatos hechos a manos son algunos de los ejemplos que apuestan por el emprendimiento joven y la sostenibilidad

La campaña ‘Consume local’ se ha extendido por todo el país.

¿Qué tienen en común una floristería, una tienda de diseño de interiores o una diseñadora de punto de cruz? No es que vivan en el mismo barrio, sino que consumen en cada uno de ellos.

A pesar de que la pandemia se cebó con las pequeñas empresas y los autónomos (según datos de la Seguridad Social de finales de junio, casi 63.000 empresas con menos de 50 trabajadores que antes de la crisis), el tejido local ha sabido recomponerse y reinventarse poniendo en valor cuestiones como la sostenibilidad y el trato personalizado.

Con la crisis también ha llegado un reajuste de valores y, como consecuencia, un auge del consumo local en muchas ciudades; muchos proyectos han devuelto la visibilidad a oficios artesanos o profesiones casi olvidadas además desde un punto de vista milenial. Estos son algunos de los ejemplos que apuestan por fomentar el producto kilometro cero, además del emprendimiento joven y la sostenibilidad.

Consume local: el ‘Se Vende’ como oportunidad

Álvaro Fernández, director de arte y diseñador gráfico, ha transformado con su campaña Consume Local el sentimiento pesimista generado por los cierres de locales a su alrededor en un mensaje positivo para el barrio. “Creo que su éxito ha radicado en el concepto: el de la resignificación de los carteles de Se Vende y Se Alquila”, explica Fernández, autor de la campaña.

La pandemia ha servido a muchos para reconsiderar sus decisiones de compra. Foto: Tote Consume Local.

“El uso de los mismos códigos visuales genera una reacción inicial de sorpresa, para después descubrir que el cartel no nos da una mala noticia, sino que pide nuestra ayuda y explica las bondades del comercio local”.

Fernández mandó paquetes de carteles a coste cero hasta quedarse sin stock, momento en el que decidió poner el archivo para su descarga libre en Internet

Consume Local surge a partir de la iniciativa Diseñar X Ayudar (de la revista Gràffica y la imprenta Impresum), que facilitaba la impresión gratuita de proyectos de diseño con un trasfondo solidario, o con el fin de ayudar a clientes o colectivos perjudicados por la pandemia.

La propuesta de Fernández fue una de las elegidas; “pensé en participar con una idea que pudiera funcionar a nivel nacional y para el mayor número de negocios posible: el comercio local”. La gran difusión de la misma y la buena aceptación de pequeños empresarios y trabajadores ha generado que el mensaje no pasase desapercibido.

“Ha tenido una respuesta mucho mayor de la esperada”, reconoce su autor. “Todos los destinatarios se mostraron muy agradecidos y, además de colgar los carteles en sus puertas y escaparates, se hicieron eco del mensaje en sus redes sociales. Esto produjo un efecto altavoz muy interesante y empezaron a pedirme piezas desde toda la geografía española”.

En consecuencia, Fernández mandó paquetes de carteles a coste cero hasta quedarse sin stock, momento en el que decidió poner el archivo para su descarga libre en Internet. “La única condición que le pedí a los destinatarios fue que actuaran como embajadores de la iniciativa y repartieran el resto de carteles a negocios afines”, explica.

Álvaro Fernandez, fundador de la campaña Consume Local.

El formato original de la campaña también ha derivado en camisetas y totes, gracias a su impacto mediático, que pueden conseguirle en pequeños establecimientos de Madrid y Barcelona. “Las bolsas han volado y estamos pensando en hacer otra tirada, pero aún quedan camisetas tanto en las tiendas físicas como online”.

Mon Parnasse

Apostar por el formato físico sigue siendo un reto en la actualidad, no solo a la hora de afrontar costes sino también para llegar al público más general. Aunque en términos freudianos, “no tienen emociones ni conflictos”, en Mon Parnasse (Cea Bermúdez, 66) las definen más universalmente: “Todas las religiones, culturas y clases sociales utilizan las flores para compartir sentimientos. Todos los momentos buenos o malos dejan protagonismo a las flores”.

Quizá por eso los cuatro socios detrás este nueva marca se animasen a abrir un local en el madrileño barrio de Chamberí a base de videoconferencias y en plena pandemia. “Una tienda física te permite conocer al cliente y compartir con él su experiencia de compra”, comenta Antoni Nieto, uno de los fundadores.

En su caso, la especialización ha sido clave a la hora de competir en este sector o, como Nieto explica, “rotar rápidamente el producto”. También contar con opciones para la importación de plantas y flores en frío y hasta diversificarse con accesorios como maceteros y jarrones o velas de su propia marca con esencia pura. Al final, la fórmula del éxito resta sencillo: “No hay nada mejor que ofrecer una flor muy fresca a un precio muy bajo”.

Act Series

Renovarse o morir, un proceso que en muchos casos pasa por el de volver a los orígenes. El proyecto de Act Series, que nació en Berlín hace nueve años de la mano de Alexander Dobrovolny e Isabel Rotger, devolvió a esta última a su Palma natal (donde la marca tiene su único espacio físico).

«Frente a la despersonalización de las grandes cadenas, la customización del producto resulta primordial en el camino el éxito»

Silvia Suárez

La ‘culpa’ la tuvo la espardeña (calzado típico balear), aunque más tarde llegaron el mocasín o la bailarina. Este reto de “reescribir los clásicos” fue, en su caso y frente a la inmediatez imperante, el de abrazar la producción artesanal y única de cada zapato; cada par se elabora en Manacor “de forma 100% artesanal y sin cromo”.

Foto: Act Series.

“Su proceso de elaboración requiere tiempo porque implica a muchas manos”, dice la co-fundadora.

En Act Series no hay colecciones, sino series. Sus modelos son urbanos y están hechos para caminar porque llevan con orgullo su carácter balear sin renunciar a su identidad europea. “Son zapatos a los que las tendencias no les rozan”, explica Rotger. “Son atemporales, podrían ser de ayer y del año que viene porque tienen un ritmo propio”.

Eturel

Frente a la despersonalización de las grandes cadenas, la customización del producto resulta primordial en el camino el éxito. Es el caso también de Eturel en Madrid (Calle de la Ruda, 8), especializada en ropa de casa a medida y donde su fundador Eduardo Rodríguez defiende la importancia de que “los tejidos aparezcan en la cabeza de nuestros clientes”.

Mediante un proceso 100% artesanal, esta marca original de Tembleque (Toledo) renueva sus diseños mediante materiales resistentes y ecológicos “como la arpillera, la alpujarra o la loneta”.

Rodríguez se inspira en la naturaleza, las casas manchegas y el mundo rural que forma parte de su infancia a la hora de mantenerse al día con los diseños y ofrecer una artesanía renovada: “Apuesto por zonas de España que no están tan ‘vistas’ en pleno auge de los linos y los colores tierra; en la tienda es todo color”.

Foto: Eturel.

Gran parte del stock en tienda funciona bajo demanda directa de los clientes, algo impensable de suprimirse el trato directo; “ellos son la base de todo, escucharlos y atender sus necesidades es lo que más me gusta para continuar luchando por la tienda”.

Aunque su colección de hogar sigue siendo la estrella y tras una primera línea de playa “cómoda, sencilla y ligera, que es lo que nos pidieron nuestros clientes”, acaban de lanzar una línea de bolsos y neceseres en Jacquard floral como mandan las tendencias: “ya hay nuevas formas de crear artesanía adaptada a los tiempos que estamos”, dice Rodríguez.

Trece x Cross Stitch

En esta línea Sara Peláez, CM y experta en comunicación online, tiene su propia marca de bordados por encargo, TRECE x Cross Stitch. Aunque de forma algo aleatoria, Peláez retomó su afición por el punto de cruz a finales de 2018 y convirtió lo que era un hobbie olvidado en una ocupación profesional paralela.

“Estando en casa de mis padres, en Málaga, encontré un kit de punto de cruz de cuando era pequeña, ya que a finales de los 90 se empezó a poner de moda”, recuerda. Meses después, y como consecuencia de la búsqueda infructuosa de un regalo para una amiga, bordó una frase en un bastidor“ a juego con los colores que predominaban en la decoración de su casa”, recuerda.

“Después mis amigos me animaron a hacerme una cuenta en Instagram y a empezar a subir mis diseños”. Aunque no cuenta con tienda física (los encargos se hacen online), la marca ha cogido rodaje en varios mercadillos de Madrid y defiende, como principio activo en su funcionamiento, un consumo sostenible y responsable.

Foto: TRECE.

“Todo el proceso es artesanal, porque la idea era esa cuando creé la marca; utilizo etiquetas de papel y las estampo con un sello de caucho. Del mismo modo, el material del embalaje es cartón reciclable, que también compro en comercio local (en concreto en una tienda de Tirso de Molina, Papeles y Bolsas)”, comenta Peláez.

Somos lo que consumimos

“Además, de un tiempo a esta parte he sustituido la goma de la parte de atrás del bastidor por tela limpia, por lo que el proceso de montaje y embalaje no contiene ningún elemento de plástico”. Como consumidora de artistas locales, la autora de TRECE es habitual de El Mirlo Blanco (“tengo varias cerámicas en casa”) e intenta comprar a granel (como en Pepita y Grano) y, “ahora más que nunca”, en el mercado siempre que puede.

También Álvaro Fernández ha cambiado sustancialmente su comportamiento como consumidor. “Llevo varios años tratando de llevar a cabo un consumo más responsable y evitando grandes cadenas o pedidos online innecesarios, además de haber incluido las visitas al mercado en mi actividad semanal”, comenta.

“Con la pandemia y asistiendo atónito a la desaparición de cantidad de pequeños comercios, me he reafirmado en mi decisión”. Y recomienda las cooperativas de riders, como “alternativas sostenibles y éticas a las grandes empresas de reparto a domicilio”.

Opciones no faltan: “En Madrid opera La Pájara En Bici y, poco a poco, están llegando a otras ciudades. Porque es posible disfrutar de ciertas comodidades y avances desde un consumo responsable”.

a.
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