Un estreno de cuento de hadas para la temporada número 100 del Teatro Real

El Teatro Real inaugura su centésima temporada (vigesimoquinta desde la reapertura) el próximo 23 de septiembre con una Cenicienta moderna en ‘La Cenerentola’ de Gioachino Rossini

‘La Cenerentola’ en la Ópera de Oslo. Foto: Erik Berg.

Una Cenicienta particular, más moderna, con la que muchos se podrán identificar y que, además, propone un juego de ‘teatro dentro del teatro’ al convertir a la protagonista en una limpiadora del Teatro Real para poner el acento en el potencial que hay en todos nosotros de crecer. Son los mimbres de la optimista ópera que abrirá una nueva temporada del coliseo madrileño. Y no una cualquiera: la de 2021-2022 es la número 100 de su historia, la 25 después de su reapertura.

Y es que tras un año complicado que, aún así, culminó con el mejor de los finales, el Teatro Real ha decidido apostar por un cuento de hadas que no es otro que La Cenerentola, el popular relato de la Cenicienta, eso sí, revisitado por Gioachino Rossini.

Será el próximo 23 de septiembre (con Preestreno Joven el 20) y se extenderá con un total de 15 funciones hasta el 9 de octubre, en una coproducción de la Den Norske Opera de Oslo y la Opera National de Lyon con la puesta en escena de Stefan Herheim y la dirección musical de Riccardo Frizza, que ya dirigió en el Teatro Real las dos versiones de Tancredi, también de Rossini, en 2007.

Una Cenicienta moderna

“Preferimos abrir así y no con El ocaso de los dioses para evitar interpretaciones perversas”, ha bromeado hoy en rueda de prensa el director artístico del Real, Joan Matabosch.

‘La Cenerentola’, Ópera de Oslo. Foto: Erik Berg.

Será una oportunidad de recrearse así en un tejido musical «fresco, ágil y sensible», según Frizza, que regresa al teatro 14 años después, tras dirigir en el Real las dos versiones de Tancredi, también de Rossini, en 2007.

El montaje, tremendamente complejo según sus responsables, conjuga arias belcantistas de gran ardor y virtuosismo y la comicidad de los personajes y las situaciones. “Cada segundo pasa algo”, ha subrayado Matabosch.

Del repertorio madrileño llevaba unos 20 años ausente, pese a haber encumbrado a grandes cantantes españolas o hispanas, véase Teresa Berganza, a quien estarán dedicadas las 15 representaciones.

El montaje, tremendamente complejo según sus responsables, conjuga arias belcantistas de gran ardor y virtuosismo y la comicidad de los personajes y las situaciones

Contará con un reparto doble encabezado por dos mezzosopranos, la rusa Aigul Akhmetshina y la francesa Karine Deshayes, en la décima ocasión en la que esta asume el papel de Angelina, la protagonista de esta Cenicienta a la que el libreto de Jacopo Ferretti desproveyó de los elementos mágicos del cuento de Charles Perrault, con un filósofo en lugar de una hada madrina, un padrastro en lugar de una madrastra y un brazalete en lugar de un zapato de cristal.

El director musical Ricardo Frizza, con las mezzosopranos Karine Deshayes y Aigul Atmetsina. Foto: Juan Carlos Hidalgo | EFE.
El director musical Ricardo Frizza, con las mezzosopranos Karine Deshayes y Aigul Atmetsina. Foto: Juan Carlos Hidalgo | EFE.

“Esta Cenerentola en particular presenta una visión diferente, más moderna y que nos toca personalmente”, explica Deshayes ante la propuesta del director escénico noruego Stefan Herheim.

Para Akhmetshina no es una historia tan irreal como pudiera pensarse. “Una pequeña coincidencia también cambió toda mi vida: yo era una niña de pueblo que soñaba con ser cantante de ópera y que gracias a un concurso en el que interpreté a la Cenerentola cambió toda mi vida, porque allí conocí a quienes me abrieron esas puertas”, ha confesado.

Doble reparto

A estas artistas les acompañarán los tenores Dmitry Korchak y Michele Angelini (como Don Ramiro, el príncipe); los barítonos Renato Girolami y Nicola Alaimo (Don Magnífico) y Florian Sempey y Borja Quiza (Dandini); los bajos Roberto Tagliavini y Riccardo Fassi (Alidoro), las sopranos Rocío Pérez y Natalia Labourdette (Clorinda) y la mezzosoprano Carol García (Tisbe).

«Esta Cenerentola en particular presenta una visión diferente, más moderna y que nos toca personalmente»

Karine Deshayes

El estreno del 23 de septiembre a las 19,30 horas será retransmitido en directo por La 2 de TVE y en MyOperaPlayer, después de un preestreno para menores de 35 años el día 20, dentro de la apusta del Real por acercar el género a otros públicos.

‘La Cenerentola’, Ópera de Oslo. Foto: Erik Berg.

A causa de pandemia se mantendrá la asistencia limitada al 66%, aunque los responsables del Real han vislumbrado con «optimismo legítimo» una nueva etapa de normalidad, tras los índices actuales de vacunación e incidencia de la enfermedad y la noticia de que la Comunidad de Madrid podría recuperar la totalidad de los aforos a finales de septiembre.

El Teatro Real recupera la magia de ‘La Cenicienta’

La Cenerentola, ossia la bontà in trionfo (La Cenicienta, o sea, El triunfo de la bondad) se estrenó en el Teatro Valle de Roma en 1817. Fue compuesta a contrarreloj, en el tiempo récord de 24 días y con la sorprendente coordinación entre el libretista Jacopo Ferretti y Gioachino Rossini.

En este momento Rossini, de tan solo 25 años, era ya un compositor consagrado, con 19 óperas en su catálogo, incluyendo títulos tan populares como Tancredi, L’italiana in Algeri, Il turco in Italia, Otello o El barbero de Sevilla.

Ante la premura del tiempo, Rossini y Ferretti decidieron utilizar una versión del cuento de La Cenicienta despojado de sus elementos fantásticos. Así, la malvada madrastra fue reemplazada por el mezquino padrastro Don Magnífico, el hada madrina desaparece, dejando a Alidoro como ‘padrino’ de la desdichada criada, y el icónico zapato es sustituido por un simple brazalete.

‘La Cenerentola’, Ópera de Oslo. Foto: Erik Berg.

Tanto el perfil de los personajes como la partitura revelan una perfecta unión entre la tradición del dramma giocoso y de la ópera bufa ­con Don Magnifico y Dandini, herederos de la commedia dell’arte­ y elementos de un ‘realismo’ ya romántico representado por el filósofo Alidoro o la pareja protagonista.

La puesta en escena de Herheim devuelve al cuento original sus elementos mágicos, dando al mismísimo Rossini una suerte de ‘batuta mágica’ con la que dar vida a sus irreverentes personajes, en un permanente juego ilusionista más cercano al universo de Lewis Carroll que al de Charles Perrault.

Además, Herheim se recrea con el juego de disfraces de la ópera, travistiendo a Rossini como Don Magnífico, en un claro guiño a la célebre producción de La Cenerentola de Jean Pierre Ponnelle, en la que Rossini se escondía detrás de Alidoro y que protagonizó genialmente Teresa Berganza.

a.
Ahora en portada