Viaje a la arquitectura milenaria de Túnez

Más allá de su acostumbrada escena de calles densas y zocos, Túnez cuenta con un valioso catálogo de edificios que recorren 3.000 años de historia

Túnez es una de las sorpresas que esperamos descubrir cuando se pueda volver a viajar. El pequeño país del Magreb atesora un legado de historia que va desde la antigua Cartago hasta modernos diseños en su capital que presumen de vanguardia.

La potencia que rivalizó con Roma

Cabe recordar que aquella ciudad púnica, fundada por los fenicios, estuvo a un palmo de arrebatar a Roma el control del Mediterráneo, gracias al talento de militares como Aníbal y Amílcar Barca.

La venganza de Roma fue tan feroz que destruyó Cartago hasta los cimientos. Pero quedaron restos de esos años de esplendor, así como de las huellas que los nuevos ocupantes dejaron por varios siglos en el Norte de África.

Este es el punto de partida del libro Guía de Arquitectura de Túnez, editado por Dom-Publishers, que a través del análisis de 100 edificios la arquitecta Faouzia Ben Khoud nos lleva a recorrer 3.000 años de historia por medio de sus ruinas y construcciones en pie.

Cartago primero y Túnez después fue un punto de encuentro y choque de culturas y civilizaciones en 3.000 años de historia

La arquitectura tunecina se puede dividir en cuatro períodos históricos: el púnico y romano, el islámico, el de los siglos XIX y XX y el resurgimiento tras la independencia de 1956.

Ruinas de una villa romana en Cartago. Foto: Faouzia Ben Khoud

Ruinas de una villa romana en Cartago. Foto: Faouzia Ben Khoud

Así podemos ver cómo este territorio fue un cruce de culturas, donde cada una dejaba una huella que la siguiente civilización se encargaba de conservar, reciclar o derrumbar (aunque por suerte no siempre con éxito).

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Además de púnicos primero y romanos después, en su capital y en ciudades como Cartago, Susa o Kairuán se encuentran testimonios del paso de árabes, bereberes, judíos y cristianos, así como los turcos otomanos y luego los franceses, para conformar una identidad propia que terminó de dar forma en la última mitad del siglo pasado.

Huellas púnicas y romanas

Del período clásico podemos encontrar maravillas de la ingeniería como el anfiteatro romano de El Jem, a 200 km al sur de la ciudad de Túnez, capaz de acoger a 20.000 espectadores; el teatro romano de Cartago (que con 10.000 plazas resucitó como centros de espectáculos), la cisterna de la Maalga que culmina el ambicioso acueducto de Zaghouan y un sinfín de ruinas como las columnas de la colina de Juno o las termas de Antonino.

Cabe destacar lo bien conservadas que están las casas patricias romanas del yacimiento de Bulla Regia, con espectaculares mosaicos que en gran parte se exponen en el Museo Nacional de Bardo, la mayor colección del mundo de este arte decorativo.

Tumbas de Tourbet El Bey. Foto: Philipp Meuser

Tumbas de Tourbet El Bey. Foto: Philipp Meuser

En el lugar se pueden conocer las residencias como la Casa de la Caza, de la Pesca y de Anfitrito; parte del legado de grandes mansiones que también se pueden ver en la Colina del Odeón o en el complejo romano de Tuburbo Majus, donde persisten las ruinas del capitolio, el más grande de África.

El período islámico

La decadencia de Cartago llegó en paralelo al crecimiento de la actual ciudad de Túnez, cuya medina creció en torno a la antigua mezquita de Zitouna.

El laberinto de callejuelas persiste en la actualidad, en donde hay que conocer el sector del Hara, al noreste del núcleo urbano, en que se instalaron los judíos en el siglo XIII.

La mayor presencia de la comunidad cristiana en el siglo XIV se combinó un siglo después con el aluvión de árabes expulsados de la Península Ibérica.

Mezquita de Zitouna. Foto: Faouzia Ben Khoud

Mezquita de Zitouna. Foto: Faouzia Ben Khoud

Las casas se caracterizan por unas puertas pintadas en colores intensos, de presencia discreta pero que esconden una riqueza para descubrir con sus patios, fuentes y mosaicos.

La mezquita de Zitouna es uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura islámica de la ciudad de Túnez

De la arquitectura islámica destaca la imponente mezquita central de Zitouna, fundada en 732, rodeada de un animado zoco y de otros edificios como escuelas coránicas, hammans y zawiyas (refugios y hospitales).

La medina está rodeada por fragmentos de las antiguas murallas, con puertas de acceso que mantienen su elegante estampa.

El protectorado francés

Saltamos a los siglos XIX y XX, en los que Túnez estuvo bajo el control de Francia como un protectorado.

La ciudad de Túnez creció rápidamente bajo un urbanismo al estilo occidental, con calles anchas y manzanas de trazado rectilíneo.

Edificio Disegni. Foto: Philipp Meuser

Edificio Disegni. Foto: Philipp Meuser

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Fueron años en que se levantaron fastuosos edificios de estilo art-nouveau, como el Hotel Tunisia Palace, el Teatro Municipal, el edificio Disegni y la embajada francesa.

En el antiguo barrio colonial, como se ve a lo largo de la avenida París, algunas construcciones afrancesadas se mantienen en un estado aceptable y otros necesitan una reconstrucción urgente.

La reivindicación árabe

Y llegamos a la regeneración arquitectónica que llegó tras la independencia de 1956, en que Túnez intentó despegarse del pasado colonial y buscar una nueva identidad en el mundo árabe.

El Hotel du Lac. Foto: Philipp Meuser

El Hotel du Lac. Foto: Philipp Meuser

Además de las típicas torres de acero y vidrio como la Torre de la Nación, la ciudad vio crecer a innovadoras muestras como el brutalista Hotel du Lac que parece un abanico invertido o la estructura del inacabado Instituto Nacional de Tecnología y Ciencias Aplicadas; así como edificios públicos que reivindican su milenario pasado como el Ayuntamiento de Túnez.

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