Venecia quiere a los cruceros bien lejos

El gobierno italiano decide alejar el paso de los cruceros antes de que la Unesco le quite la categoría de Patrimonio de la Humanidad

Si hay una imagen que lastima a los ojos es ver los palacios y torres de Venecia, testigo de los años de oro de la Serenísima República, y que a muy poca distancia pase un gigantesco crucero en su proceso de atraque o partida del puerto de la ciudad.

Es una postal que, según los expertos, brinda una imagen de contaminación visual, y perjudica la marca turística de la ciudad de los canales, que ya sufre la llegada masiva de visitantes (alrededor de 30 millones al año) en una urbe que tiene una población permanente de 50.000 habitantes.

Para evitar un mayor deterioro de la imagen turística el Ministerio italiano de Infraestructuras y Transportes anunció un plan para alejar el paso de los cruceros y otras embarcaciones frente a Venecia. Este será un plan progresivo que se implementará desde enero y a lo largo de los próximos tres años, pero que no termina de satisfacer a asociaciones ecologistas y vecinales.

La postal de los grandes cruceros pasando cerca de la Plaza San Marcos arruina la imagen turística de Venecia

La medida de acabar con el paso de los grandes barcos era una de las condiciones que había impuesto la Unesco para evitar que Venecia fuese eliminada de la lista de ciudades patrimonio de la humanidad para ser considerara lugar en peligro.

A partir de enero, el puerto de Venecia estará abierto para los barcos que no excedan las 55.000 toneladas de peso, por lo que los cruceros no pasarán frente a San Marcos sino que atravesarán el alternativo paso de Malamocco para atracar en el puerto de Marghera, en la cercana localidad de Mestre. Desde allí, los turistas serán trasladados en autobuses hasta la entrada de la ciudad.

Varios intentos y poco éxito

Los venecianos congregados en asociaciones como el denominado «Comité No a las Grandes Naves en Venecia» llevaban años intentando evitar el paso de los grandes barcos y cruceros ante la ciudad. El naufragio del crucero Costa Concordia en 2012 frente a la isla de Il Giglio, en el centro de Italia, hizo saltar las alarmas de lo que habría podido ocurrir si hubiese sucedido en la capital del Véneto.

En 2014 se había aprobado un decreto para alejar las naves de más de 40.000 toneladas, pero había quedado aparcado en los cajones del cuerpo legislativo. Ese año sí se aprobó una ley que impedía el paso de barcos superiores a las 96.000 toneladas, con lo que los mayores cruceros ya debieron buscar una alternativa.

Según el comité de asociaciones, la solución ofrecida por el Gobierno es «la peor posible», ya que no soluciona el impacto medioambiental sobre la laguna y continuará causando «efectos devastadores para el equilibrio medioambiental del área».

a.
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