Tras los pasos de Kafka por las calles de Praga

Aunque escribió en alemán, Frank Kafka se considera como uno de los escritores checos más importantes. En Praga varios sitios recuerdan su vida y obra

Aunque es uno de los escritores checos más famosos, en Praga hasta hace pocas décadas Frank Kafka era poco menos que desconocido. Sin embargo la hermosa capital de Chequia recuperó su figura y legado con un museo y varios homenajes en sus calles.

Kafka fue un escritor de familia judía que escribió en alemán. Y sus obras, como El Proceso, cuentan con potentes alegatos contra la tiranía y el poder de un Estado omnipotente.

Estas razones llevaron a que antes de la invasión nazi de 1938 sus obras fueran ninguneadas, ocultamiento que persistió durante la Segunda Guerra y a lo largo del régimen comunista.

La revelación de Kafka

Tras la revolución de terciopelo con su apertura democrática los residentes de Praga se preguntaban por qué tantos turistas occidentales buscaban huellas de Kafka en su ciudad.

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La reivindicación de su obra no tardaría en llegar, y actualmente la ciudad cuenta con varios monumentos en su homenaje, así como una varios sitios permiten conocer cómo fue su vida en la Praga de fines del siglo XIX.

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La antigua oficina de Kafka hoy es una habitación de hotel.

Su casa y el trabajo

El punto de partida podría ser su casa natal, cerca de la iglesia de San Nicolás. Aunque como sucede con muchos edificios que han desaparecido tras la guerra, apenas hay una placa que recuerda su llegada al mundo, un 3 de julio de 1883. Enfrente, como una reparación histórica, la plaza fue rebautizada como Frank Kafka.

La habitación 214 en un hotel neo-barroco recuerda que allí Kafka trabajó en una compañía de seguros

También ha desaparecido la oficina de la compañía de seguros donde trabajó entre 1908 y 1922. En su lugar hay un hotel neo-barroco, el Century Old Town Prague, que aprovecha el tirón turístico del escritor para seducir a turistas con un busto del literato, y una habitación, la 214, donde una placa y una fotografía precisan que allí estaba su escritorio.

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En el Café Louvre Kafka dejaba pasar el tiempo. Foto: Café Louvre

Debatir y escribir

Para saber cómo era la vida social del creador de La metamorfosis se puede ir a tomar una copa en el Café Louvre, abierto en 1902, y que fue meca de la élite praguense.

Entre las mesas de elegante estilo avant-garde Kafka concurría para hablar con amigos y desconocidos, escribir y dejar pasar el tiempo. Albert Einstein fue otro de sus clientes famosos.

El museo Kafka

Uno de los sitios de visita obligada es el Museo Kafka. La sede es una antigua casa del escritor, en la calle Cihelná 2b del barrio Mala Strana, en donde dos gigantescas letras K dan la bienvenida a una exposición permanente de sus manuscritos, primeras ediciones, borradores, fotografías y hasta pinturas, una faceta artística que sorprende a varios visitantes.

El clima opresivo de sus novelas se respira en salas como la de Espacio Existencial, donde se describe la relación de Praga con sus obras, o de Topografía Imaginaria, que habla de los sitios que parecen ser de su ciudad natal, aunque están deformados bajo su imaginación.

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El Museo Frank Kafka cuenta con manuscritos, fotografías y recuerdos del escritor. Foto: Museo Kafka

En la salida se ve una polémica estatua de dos hombres orinando sobre un mapa de Chequia, obra de David ÄŒerný.

Las esculturas en homenaje a Kafka

Este artista es autor de otra obra de homenaje a Kafka, una gigantesca cabeza con 42 planchas de acero inoxidable que pueden desplazarse hacia los lados, con lo cual la gigantesca escultura puede cambiar de fisonomía.

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Según explicó ÄŒerný a The New York Times, su idea original era que una fuente presente tres figuras: un robot (palabra creada por el escritor checo Karel Capek), un golem (criatura mítica de la tradición judía del centro de Europa) y un escarabajo kafkiano; para recordar que en Praga hubo un tiempo no muy lejano en que además de checo se hablaba ídish y alemán.

En Praga hay al menos tres esculturas dedicadas a Kafka, entre ellas la gigantesca cabeza con planchas de acero que se deslizan

Una tercera estatua en honor a su escritor más famoso es la creada por Jaroslav Róna en Staré MÄ›sto, el barrio judío de la ciudad. Se trata de una escultura de bronce de 3,75 metros de altura, donde un hombre sin rostro ni brazos lleva en hombros a una persona más pequeña, que tiene los rasgos de Kafka.

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Esta estatua recuerda a un relato onírico de Kafka. Foto: Wikipedia.

La creación está inspirada en el relato Descripción de una lucha, un relato sobre la vida social y nocturna de Praga en clave onírica.

El último punto

Como corresponde a una vida, el punto final es el cementerio. Aunque falleció cerca de Viena en 1924, a los 40 años, fue enterrado en el Nuevo Cementerio Judío de Praga. Su tumba es una sencilla roca, pero todo el camposanto está con flechas que indican donde reposan sus restos junto con los de sus padres y su hermana, muerta en la Segunda Guerra.

Cada 3 de junio, fecha de su fallecimiento, es habitual ver a miembros de la Sociedad Frank Kafka o a anónimos seguidores presentando sus respetos al escritor checo más universal.

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