Cuatro grandes viajes por el Reino Unido donde no necesitas el coche

Castillos, playas, fuertes militares, pueblitos y acantilados. Si hay temor a conducir por Gran Bretaña, estos sitios se pueden visitar en tren, ferry o bus

Conducir en Gran Bretaña atemoriza a muchos españoles, que prefieren recorrer a pie las ciudades más importantes del país o contratar tours para explorar los paisajes. Pero otros viajeros, más independientes, buscan alternativas de transporte público que les permitan descubrir nuevos destinos con más libertad.

Gracias a la extensa red de ferrocarriles, buses y ferris del país, es posible llegar a sitios alejados como la Calzada de los Gigantes en el Ulster, los castillos sobre playas agrestes en Northumberland, las destilerías de whisky en las islas de Escocia o los pueblos del estuario del Támesis.

Costa de Irlanda del Norte

Desde Belfast hay que tomar un bus hacia Derry, pero hay que bajar en Coleraine, para emprender uno de los viajes en tren más bonitos de la isla esmeralda.

La vía férrea transcurre entre playas solitarias y acantilados, como la de Benone, a la que se llega tras descender en Castlerock.

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Calzada de los gigantes. Foto: Lindy Buckley – Flickr.

Desde Coleraine parten buses a Bushmilles, donde presumen de tener las destilerías de whisky más viejas del mundo y a la famosa Calzada de los gigantes, una formación rocosa de miles de columnas de basalto que llegan al mar.

[Para leer más: Cómo exprimir Belfast en 48 horas]

Pocos kilómetros más adelante está Ballintoy, donde un vertiginoso paseo costero lleva al puente de Carrick-a-Rede, un puente colgante no apto para temerosos que se usó en las escenas de Juego de Tronos que recreaban a las Islas de Hierro.

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Carrick-a-Rede. Foto: H. Hach – Pixabay.

En la franja costera está Ballycastle, con restaurantes y pubs, desde donde salen los ferris a la isla de Rathlin, famosa por ser una de las mecas para el avistaje de aves.

Destilerías escocesas

Desde la estación de buses de Buchanan, en Glasgow, el servicio Citylinks 926 acerca al Mull of Kintyre, el extremo sur de la península de Kintyre.

En Islay se encuentran destilerías que producen algunos de los whiskies más exclusivos del mundo

Esta ruta pasa por el lago Lomond y el castillo georgiano de Inveraray hasta Kennacraig, donde los ferris de CalMac llegan hasta Islay.

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Castillo de Inveraray. Foto: Hex Patrick – Pixabay.

En esta isla hay un servicio que acerca al paraje de Port Askaig, donde caminando se puede llegar a las destilerías de Caol Ila y Bunnahabhain, donde la vista de praderas y acantilados es impagable, y donde con suerte se pueden descubrir nutrias en los ríos.

Bowmore, otra famosa destilería, se puede visitar desde Port Ellen, si el viajero se anima a andar en bicicleta en un hermoso trayecto de 16 kilómetros. Cerca de este pueblo de Islay hay otras plantas elaboradoras de exclusivos whiskies, como LagavulinLaphroaig y Ardbeg.

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Destilería de Ardbeg. Foto: Helen Ratcliff – Flickr.

A lo largo del estuario

Esta es una ruta diferente desde la capital británica hacia la desembocadura del Támesis. Desde Gallions Reach, cerca del aeropuerto de la Ciudad de Londres, se puede caminar hasta el ferry de Woolwich, cruzar el río en un transporte gratuito o caminar por el túnel eduardiano que llega a la margen sur.

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Leigh-on-the-Sea. Foto: Bay Photographic – Flickr.

Allí se encuentra el arsenal de Woolwich. A un lado está la estación por donde circulan los trenes hacia el barrio suburbano de Rainham.

En los pueblos del estuario del Támesis como Gravesend o Tilbury hay un rico pasado histórico para descubrir

Detalles para nostálgicos rockeros: en la estación de Dartford, una plaqueta recuerda que en la plataforma 2 Mick Jagger conoció a Keith Richards en 1961, la génesis de los Rolling Stones.

De vuelta al tren, hay que seguir a Gravesend, donde en su centro histórico está la iglesia que guarda la tumba de Pocahontas. Desde esta localidad salen los ferris a Tilbury, ciudad con un carnaval muy divertido en julio (¿!), y que cuenta con un estratégico fuerte con sus cañones que apuntan al vacío.

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La playa de Southend. Foto: Giorgio Pili – Pixabay.

El tren que parte de Tilbury acerca a Leigh-on-the-Sea, una agradable localidad con grandes pubs, y a Southend, que tiene el muelle costero más largo del mundo: 2,1 kilómetros que se pueden desandar a pie o en un servicio de trenes.

Playas y castillos

Este trayecto se puede realizar en el día, pero hay que ser muy preciso con los horarios, porque dependen de las mareas.

[Para leer más: Cinco trenes a vapor británicos para viajar en el tiempo]

El servicio ferroviario de East Coast, que va desde Londres a Edimburgo, acerca a la región de Northumberland. Hay que ver qué servicios tienen paradas en Berwick-on-Tweed y tomar el bus Borders 477 a Lindisfarne.

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Castillo de Lindisfarne. Foto: National Trust.

Este es un castillo en la cima de una pequeña isla, famoso por ser el primer sitio de Inglaterra atacado por los vikingos. La visita al edificio, con el priorato y el museo, lleva un par de horas, y hay que regresar antes de que la marea corte la comunicación con la tierra firme.

Otro famoso castillo medieval, la imponente mole de Bamburgh, vigila la inmensa playa. Allí acercan buses regionales como el 418 que sale desde Belford.

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Castillo de Alnwick. Foto: Pawel Libera – Visit Britain.

Otra línea, la X18 hacia el sur, deja en Craster y desde allí en una caminata se llega al castillo de Dunstanburgh.

Los fanáticos de Harry Potter (y los que no, también) deberían acercarse al castillo de Alnwick, usado para recrear los exteriores de Hogwarts. A una corta distancia está el bonito pueblo de Alnmouth, que bien vale una visita.

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