Narbona: una escapada a la nueva capital de los quesos

El pasado romano y medieval de Narbona vale una escapada, que se combina con la experiencia de conocer mayor buffet de quesos del mundo

El sur de Francia presenta uno de los mejores climas de Europa en esta época del año, por lo que las villas y ciudades cercanas a la frontera de España se convierten en una buena opción para una escapada de fin de semana. Y entre ellas destaca Narbona

Esta pequeña ciudad del departamento de Aude, a dos horas de Barcelona por el tren de alta velocidad de Renfe-SNCF, se puede recorrer en un par de horas y permite tener una buena inmersión de historia antigua y medieval.

Cruce de caminos y culturas

Desde que fue fundada por los romanos en el 118 A.C. la ciudad fue un enclave estratégico como cruce de caminos. Por allí pasaba la vía Domitia que unía a Italia con España, calzada que se puede ver en medio de su plaza principal, al lado del monumental Palacio de los Arzobispos.

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El canal de la Robina fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad.

El Palacio de los Arzobispos demuestra el fuerte poder que tuvo el alto clero en la región

Este edificio, actual sede del Ayuntamiento, es el segundo conjunto arzobispal más importante de la región, después del de Avignon. El impactante torreón de Gilles Aycelin, al que se puede subir si se anima a fatigar las piernas, permite obtener unas espectaculares vistas de la villa y su campiña.

La catedral inconclusa

A un lado se elevan las cúpulas góticas de la catedral de Sant Just y Sant Pastor. Construida entre los siglos XIII y XIV, quedó inconclusa porque la Guerra de los Cien Años se cruzó en el medio y los habitantes y la nobleza dijeron que ni hablar de ampliar el edificio si había que derribar las murallas.

Si se hubiera finalizado según el proyecto original la catedral de Narbona hubiera sido una de las más grandes de Francia

Por ello la entrada del templo es pequeña, casi oculta, y el interior queda abruptamente interrumpido por un telón rojo mientras que del otro lado los arcos góticos quedaron como brazos que sostienen un techo que no existe.

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La catedral del siglo XIII nunca fue terminada.

El futuro museo para descubrir el pasado

Los vestigios de la Narbona romana y medieval se encuentran diseminados en varios museos como el Lapidario y el Arqueológico.

Estos se fusionarán en el futuro Narbo Via, un complejo de 8.765 metros cuadrados diseñado por el estudio de Norman Foster que presentará el rico legado histórico de la ciudad y permitirá sumergirse en el pasado del lugar con tecnologías interactivas. Habrá que esperar a los primeros meses de 2019 para que abra sus puertas.

Mercadillo navideño

En el paseo que alguna vez acogió las murallas medievales se despliega el canal de la Robina, catalogado como Patrimonio de la Humanidad. Ahora no es época de navegar en gabarra por este curso fluvial hasta el canal del Midi, parte de la red que une al Mediterráneo con el Atlántico, que antes se usó para darle salida a los vinos de la región y ahora se explota como motivo turístico.

El futuro museo Narbo Via concentrará el legado romano y medieval de la ciudad

Pero es recomendado transitar por el paseo, sobre todo en estos días navideños, porque en una de sus márgenes se despliega un mercadillo de comidas regionales, desde pretzels de Alsacia a vino caliente con especias, mientras los villancicos tronan en los altavoces.

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Mercadillo navideño de productos típicos.

Del otro lado se encuentra el Mercado de Les Halles, uno de los puntos gastronómicos favoritos de los narbonenses, con productos de proximidad para degustar en forma de tapeo en las paradas.

El restaurante de los récords

Pero el mayor reclamo gastronómico de la ciudad, y nos atreveríamos a decir de la región, es Les Grands Buffets. Este restaurante se aleja del concepto del ‘tenedor libre’ que se tiene en España. Aquí se despliega una cocina de alta gama, especializada en las preparaciones regionales.

Les Grandes Buffets atienden a casi 1.000 comensales por día. Y tienen lleno total hasta varios meses

Cuidado: que sea tenedor libre es tentador pero no es cuestión de poner al estómago en riesgo.

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La Rotisserie elabora platos cocinados en el momento.

La estrategia recomendada

La estrategia sugerida es optar entre los entrantes (por ejemplo, algunos de los nueve tipos de foie gras o mariscos como los bogavantes) y pasar por La Rotisserie y pedir algún plato preparado como la cassoulet (pato, butifarra y judías), la coquille (vieira) Saint Jacques gratinada, el vol au vent con setas y mollejas y el steak tartar de buey y caballo.

El dueño del lugar, Louis Privat, demostró ser un maestro en la elaboración de este último plato.

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La cascada de bogavantes es uno de los atractivos de Les Grands Buffets.

Quesos y más quesos

Y antes del postre, como corresponde a la tradición francesa, se despliega la inabarcable presentación de quesos: 111 variedades, que lleva a su propietario a asegurar que se trata del mayor buffet de este producto del mundo.

El reclamo es tal que las autoridades turísticas promocionan a Narbona como la nueva capital mundial del queso, a pesar de lo que puedan protestar en regiones de Suiza o España.

Las 111 variedades convierten a Les Grands Buffets en el mayor restaurante de quesos del mundo

¿Por cuál empezar, qué es mejor elegir? Todo es demasiado pantagruélico, por ello lo mejor es optar por texturas o por sabores. Los carteles indicadores de su intensidad dan una pista para no marearse con tanta variedad.

Las 111 variedades de Les Grands Buffets coronan a Narbona como la capital mundial del queso.
Es difícil decidirse con tanta variedad de quesos.

Están los clásicos de Occitania y de otras regiones de Francia, también cuatro tipos de Roquefort, Comté du Haus-Doubs, Cantal y Salers. El fuerte camembert, el más suave brie o el reblochon fermier de Alta Saboya comparten la pasarela con manchegos españoles, goudas de Holanda o parmesanos italianos. Y la lista sigue.

El no-negocio del vino

El precio es de 35,90 euros por persona y 17,90 euros los menores, sin incluir bebidas. Aquí los vinos juegan un maridaje clave, donde se ofrecen 70 opciones de tintos y blancos. Y a un precio sorprendente: porque la venta es a precio de bodega, y también se expende por copa. Como indica Privat, la idea del restaurante no es facturar más con el vino, sino promover la riqueza de las bodegas de la región.

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Los 100 postres son elaborados cada día por seis maestros pasteleros.

Aunque este restaurante tenga 300 cubiertos diarios en dos servicios, y 200 más en los jardines exteriores, hay que armarse de paciencia para conseguir mesa porque tienen lleno total de un par de meses. En las fiestas navideñas o de Pascuas hay reservas a un año vista. Pero si se tiene la oportunidad, la experiencia gastronómica vale la pena.

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