Malta a la última: una escapada a la isla dorada

Recorremos La Valeta, Sliema, Mdina y Rabat en busca de las últimas referencias para una escapada de verano a Malta

Justo donde se encuentran las aguas del Mediterráneo Occidental con las del Oriental, donde la ninfa Calipso mantuvo cautivo a Ulises durante siete años se alza Malta, un paraíso de aguas turquesas y arrecifes que bañan paisajes agrestes y ciudades que brillan bajo el sol emitiendo destellos dorados por el color de sus piedras. Pero también rincones vivos que, como La Valeta, se reinventan para sorprendernos a cada paso.

Malta, entre Túnez y Sicilia, es una isla a caballo de diversas culturas. Y no se trata de repetir el tópico que tanto gusta a los redactores de folletos turísticos y que se aplica a casi cualquier lugar del planeta. Es una realidad con la que conviven día a día los malteses y que marca su impronta como país.

En siete mil años de historia, fenicios, cartaginenses, romanos, árabes, normandos, caballeros de la Orden de San Juan, franceses e ingleses se han disputado Malta

[Para leer más: Así es la estructura de acero que devolverá a Malta su ‘Ventana Azul’]

Así, mientras que su fisionomía es muy parecida a la de las vecinas islas italianas Pantelaria y Lampedusa -como también muy italiana es su gastronomía-, su lengua oficial, el maltés, hunde sus raíces en el Magreb. Un dialecto del árabe que, no obstante, se escribe con grafías latinas. 

La Valeta ostenta este año la capitalidad europea de la cultura.
La Valeta ostentó en 2018 la capitalidad europea de la cultura. Foto Visit Malta.

Pero en las tres islas que conforman el país, Malta, Gozo y Comino, también se habla inglés, como consecuencia de que fueron colonia británica hasta el año 1964.

Desde su fisonomía defensiva al carácter y la historia: las huellas de los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén son un constante en Malta

De los anglosajones los malteses no solo tomaron la lengua, también el sistema de administración (aunque ahora Malta sea una república), el judicial y hasta el educativo.

Todo esto, sin hablar de las huellas que dejaron aquí los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, que marcaron de forma determinante la historia y la fisonomía monumental de Malta.

La Valeta, ciudad viva

Esas huellas son muy evidentes en La Valeta, actual capital de país y ciudad fortificada a lo largo de muchos siglos. También por obra de aquellos monjes-caballeros.

El Parlamento, firmado por Renzo Piano, es una de las novedades más aplaudidas de La Valeta. Foto Visit Malta.
El Parlamento, obra de Renzo Piano, es una de las novedades más aplaudidas de La Valeta. Foto Visit Malta.

Pero La Valeta también es una urbe y muy viva. Entre sus principales monumentos (concatedral de San Juan, Fuerte de San Telmo, bastión y jardines del Lower Barraka, murallas…) se abren varias plazas y avenidas, casi todas peatonalizadas, tal y como corresponde a una urbe del siglo XXI concienciada con el medio ambiente.

Entre los principales monumentos de La Valeta se abren varias plazas y avenidas, muchas de ellas peatonalizadas, en las que surgen nuevas terrazas y restaurantes donde tomarle el pulso a la ciudad

Entre las más recientes novedades, el nuevo Parlamento, obra del arquitecto italiano Renzo Piano, luce en el espacio que dominan las ruinas neoclásicas de la antigua ópera, transformada en un teatro descubierto. Del mismo earquitecto es la remodelación de la puerta principal de acceso a la ciudad, convertida en una aplaudida entrada diáfana.

Restaurante Panorama. Foto British Hotel.
Restaurante Panorama. Foto British Hotel.

Aprovechando los espacios de tranquilidad para los viandantes han surgido numerosas terrazas, bares y restaurantes donde tomarle el pulso a la ciudad. Un pulso, por lo general, bastante tranquilo, aunque con excepciones.

La hora del ‘brunch’

Un buen ejemplo de lo que regala La Valeta a sus visitantes es el restaurante Panorama, que se encuentra dentro del bonito British Hotel.

Muchos vienen a este local atraídos por las impresionantes panorámicas desde su terraza: de ahí el nombre, aunque después salen impresionados por la autenticidad de su cocina, verdadero Mediterráneo en el plato. Sus propuestas gastronómicas le dan un vuelco a la tradición, con presentaciones tan atractivas como suculentos son sus sabores.

Brunch Panorama. Foto British Hotel.
¿Hora del brunch? La respuesta es Panorama, en el British Hotel.

No menos mediterránea, y también muy recomendable, es la cocina de No. 43 (43, Triq Il-Merkanti, Il-Belt Valletta). Este restaurante, para muchos el más saludable de la capital maltesa, es un panegírico de todo lo bueno que debería ser eso que se llama “buen comer”: productos frescos de primera, proporciones adecuadas entre verduras, hidratos de carbono y proteínas animales, presentaciones que solo con echarles un vistazo ya te abren el apetito… ¡Y eso que el propietario es australiano! Su brunch es un auténtico must en La Valeta.

Aunque se denominan ‘baños romanos’, realmente fueron los británicos quienes se percataron de las bondades de la talasoterapia en Sliema

Baño de sol en Sliema

No muy lejos de la capital maltesa (en realidad, es una continuación de ella) está Sliema y sus baños romanos. La verdad es que no fueron los romanos quienes los construyeron, sino los británicos, durante la época victoriana, cuando empezaron a ser conocidos los efectos terapéuticos de la talasoterapia (baños con agua marina).

Las playas de Sliema son algunas de las preferidas por los locales. Foto Visit Malta.
Las playas de Sliema son algunas de las preferidas por los locales. Foto Visit Malta.

Hoy suponen una de las playas más populares de Malta, aunque conviene entrar en estas piscinas naturales con mucha precaución, pues las rocas resbalan lo suyo.

Junto a ellas está uno de los bares-restaurantes-beach clubs más animados de la isla: SurfSide. A pesar de su decepcionante carta de comida (cara y previsible), es un lugar recomendable por su ambiente, por sus atardeceres de auténtico ensueño y por un vibrante ambiente nocturno que se prolonga hasta la madrugada.

Como ciudad turística que es, Sliema está plagada de otras muchas terrazas, bares y restaurantes que merece la pena explorar. E igual ocurre con la vecina St-Julian, aunque quizás ésta tenga un ambiente demasiado británico…

La zona de St Julians mantiene un marcado acento británico. Foto Visit Malta.
La zona de St Julians mantiene un marcado acento británico. Foto Visit Malta.

Mdina: la ciudad del silencio

Una visita a la isla de Malta no puede pasar por alto la que probablemente sea su localidad más espectacular: Mdina.

Frente a lo que ha ocurrido en buena parte del país, la antigua capital maltesa ha sabido mantener su fisonomía original (está completamente amurallada), además de sus principales monumentos históricos (como la Catedral de San Pablo, con su interesante museo, o el Palacio Falson) y un ambiente secular muy agradable.

Mdina. Fot Visit Malta.
Mdina, uno de los destinos más auténticos de la isla. Foto Visit Malta.

Durante el paseo por sus calles empedradas, merece una parada el restaurante De Mondion. Sin duda una de las opciones más refinadas en la isla y con un concepto tan internacional como el propio país: influencias de la alta cocina francesa, de la italiana, de la británica y también de la del Magreb.

En Mdina conviene subirse a los bastiones de la muralla para contemplar una panorámica de conjunto de la isla y, en días claros, hasta de las vecinas Comino y Gozo.

DeMondion, en Mdina, es una de las propuestas gastro más refinadas de Malta. Foto De Mondion.
DeMondion, en Mdina, es una de las propuestas gastro más refinadas de Malta. Foto De Mondion.

Ya aquí, merece la pena callejear por la contigua localidad de Rabat. Sobre todo para dejarse seducir por su fisonomía italiana, sus casas históricas (con algunos palacios barrocos), y su principales reclamos turísticos: las catacumbas de San Pablo y Santa Ágata, la Domus Romana (reconstrucción bastante fiel de lo que eran las villas romanas) y la iglesia de San Pablo, levantada sobre la cueva en la que, según la leyenda, el mismísimo apóstol estuvo residiendo (¿ocultándose, quizás?) durante la cristianización de la isla.

a.
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