Luxemburgo: el ducado encantado donde ser feliz por siempre jamás

Asociado a la imagen de funcionarios e instituciones de la Unión Europea, finanzas y calidad de vida, Luxemburgo se ha mantenido fuera del radar del turismo

Situado en el meollo de Europa, a mano de todo y de todos, no es un destino turístico top, lo cual en tiempos de la globalización es un verdadero privilegio. Quizás no ha tenido necesidad de promocionarse o quizás es tan pequeño que ha pasado desapercibido. Sin embargo, en sus tres barrios y desde el Chemin de la Corniche a las Casamatas del Pétrusse, la Ciudad de Luxemburgo está repleta de joyas.

El país tiene apenas tiene 2.500 km2, 600.000 ciudadanos censados y no más de 100.000 habitantes en la capital. Este centro neurálgico de Europa, que hace frontera con Bélgica, Alemania y Francia, es mínimo en tamaño pero grande en historia.

Oficialmente denominado Gran Ducado de Luxemburgo, es uno de las países fundadores y de los mayores defensores de la Comunidad Europea 

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La Ciudad de Luxemburgo

Enclaustrada entre bosques, valles, cañones y casamatas, y regada por los ríos Alzette y Pétrusse, la Ciudad de Luxemburgo, capital del país, es un regalo por su belleza y  situación. De hecho, se consideraba una de las perlas de la Corona Española cuando los Tercios de Flandes, tras recorrer media Europa desde Milán, atravesando los Alpes, llegaban a la espléndida metrópoli donde cobraban un segundo salario.

Su nombre oficial es Gran Ducado de Luxemburgo. Foto Manena Munar.

Su nombre oficial es Gran Ducado de Luxemburgo. Foto: Manena Munar.

Todo hay que decirlo y el llamado Camino Español abierto por los Tercios, si en principio tuvo motivos estratégicos de defensa y transporte de las tropas, pronto derivó en una ruta cultural por donde viajaban comerciantes y artistas, de Italia a los Países Bajos y viceversa.

Hoy cuenta con un salario mínimo que está entre los más altos de Europa y sus ciudadanos tienen la posibilidad, según preferencias y precios, de vivir, comprar, y hasta incluso ir a comer o cenar en cualquiera de los tres países fronterizos que están casi a tiro de piedra y cuyas lenguas dominan. Oficiales son el francés, alemán y el luxemburgués de alta influencia alemana con encantadores flirteos franceses.

Pese a su minúsculo tamaño, Luxemburgo es un paraíso gastro: cuenta con un total de 11 estrellas Michelin

Hay que tener en cuenta que el 70% de sus trabajadores no son oriundos de Luxemburgo, donde se codean 168 diferentes nacionalidades. La multiculturalidad aquí, desde luego, no es impostura.

Tres ciudades en una

La urbe se podría dividir en tres núcleos diferentes y atractivos dada su especial topografía perfectamente resuelta por puentes como el Adolphe, o el Puente Viejo-Viaducto, y por ascensores públicos uniendo sus zonas altas con las bajas en cuestión de segundos, como lo hace el funicular que se alza hasta el barrio europeo de Kirchberg, transportes por cierto que en este 2020 ya son gratuitos.

Detalles arquitectoÌnicos del Palacio Ducal de Luxemburgo. Foto Pixabay

Detalles arquitectoÌnicos del Palacio Ducal de Luxemburgo. Foto: Pixabay.

En la Ciudad Alta se sitúan la mayoría de los edificios añejos cuyos muros rezuman Historia (Patrimonio de la Humanidad). Están el Palacio Ducal, el Museo Nacional de Historia y Arte o la Iglesia de San Miguel, entre otros.

Muy cerca, un serpenteante pasaje en Am Turchen ‘La Torre’, la Isla Gastronómica, con cocina internacional para todos los gustos. Hay que mencionar que Luxemburgo cuenta con once estrellas Michelin, entre ellas, en la capital, la disfrutan los restaurantes La Cristallerie y Neimenster, ambos con dos estrellas en el distrito de Grund.

Para las compras y los escaparates más exclusivos, hay que dirigirse a la Grand Rue y sus callejuelas confluentes, llenas de chocolaterías, joyerías, y otros seductores productos, igual que para mercado de flores, frutas y hortalizas está la Plaza Guillaume II.

El Hotel Sofitel Le Grand Ducal es una excelente opción con vistas inmejorables al casco viejo y al valle del Petrússe, como también lo es Le Place D’Armes en pleno corazón del centro histórico de la Ciudad de Luxemburgo.

La Cristallerie, en el Hotel Le Place D’Armes

La Cristallerie, en el hotel Le Place D’Armes. Foto: Le Place D’Armes.

La huella española en Luxemburgo

En muchas de las edificaciones de la Ciudad Alta el paso de el Imperio Español queda reflejado en la heráldica, como en la Catedral de Nuestra Señora y en las Casamatas de la Pétrusse, la red de túneles laberinticos de 23 km construidos por los españoles que servían para acoger a los soldados, sus enseres y sus armas y ocultar los movimientos de tropas. Aún pueden verse los cañones que asoman por esos ojos pétreos que miran la ribera del río, en un pasaje histórico de los doscientos años durante los cuales España reinó en los Países Bajos.

Salir del funicular y entrar en Kirchberg o el distrito europeo es hacerlo en otro mundo. Atrás se queda el pasado para abrir las puertas al futuro

Las famosas casamatas se divisan desde el bello mirador (Le Chemin de la Corniche) -no por casualidad se denomina el balcón más bello de Europa- de la Plaza de la Constitución en la Ciudad Alta, como también se presenta el valle del Pétrusse con la estampa de cuento de hadas de la Ciudad Baja, a orillas del río Alzette.

Le Chemin de la Corniche. Foto Felix Wolf en Pixabay

Le Chemin de la Corniche. Foto: Felix Wolf | Pixabay.

Sobresaliendo en el barrio de Grund se alza la abadía benedictina de Neumünster, reconvertida en centro cultural cuyo patio exhibe vanguardistas obras que rompen con la cronología del resto de los edificios, entre ellos la iglesia de San Juan y  Museo de Historia Natural, rodeados por viñedos en plena villa.

Al anochecer, la Ciudad Baja se transforma y lo hace en sus antiguas naves industriales convertidas en bares de moda, restaurantes y discotecas, llenándose de gente que baja a pasar la noche en la llamada Rives de Clausen.

La abadiÌa benedictina de Neumünster es hoy un centro cultural plagado de vanguardistas obras. Foto Manena Munar.

La abadiÌa benedictina de Neumünster es hoy un centro cultural plagado de vanguardistas obras. Foto: Manena Munar.

El túnel del tiempo

Salir del funicular y entrar en Kirchberg o el distrito europeo es hacerlo en otro mundo.  Atrás se queda el pasado para abrir las puertas al futuro.

Una ristra de magníficos edificios cristalinos bordean la Place d l´Europe, diseño de Ricardo Bofill en 2004. Algunos de ellos acogen serias instituciones como El Tribunal de Cuentas Europeo, el de Justicia, la Secretaría General del Parlamento, o el moderno Hotel Meliá Luxembourg.

Están aquellos que destacan por sus impresionantes trazos arquitectónicos como el Banco Europeo de Inversiones que diseñó el famoso arquitecto inglés Denys Lasdun, el padre del modernismo de hormigón, el MUDAM (Museo de Arte Contemporáneo) obra de I.M.Pei, autor también de la Pirámide del Louvre, y la Philharmonie, del premio Pritzker de arquitectura Christian de Portzamparc.

La FilarmoÌnica. Foto Laurent Verdier Pixabay

La FilarmoÌnica, con diseño de Christian de Portzamparc. Foto: Laurent Verdier | Pixabay.

El auditorio cuenta con una hilera de 823 columnas blancas que perfilan su silueta elíptica. Su interior alberga tres salas, pensadas para una perfecta audición y capacidad de hasta 1.500 asientos, a lo que hay que añadir un magnífico restaurante.

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