Los funiculares más impresionantes de Europa

Modernos como los de Liubliana o Stoos Bahn, o clásicos como el de Budapest, estos son algunos de los funiculares más bonitos (y prácticos) de Europa

¿Quién puede resistirse a un funicular? Parte de la historia de muchas ciudades, que ayudaron a conectar y hasta vertebrar, no solo ayudan a salvar endiabladas cuestas sino que también regalan impresionantes vistas y perspectivas únicas. Clásicos o ultramodernos, diseñados como medio de transporte, para evitar el tráfico o como alternativa de ocio, en la mayoría de los casos el paseo merece la pena.

Aunque los hay que, por la obra de ingeniería que supusieron, por su diseño o por los impresionantes lugares a los que permiten acceso merecen que les dediquemos una atención especial.

Es el caso de estos ocho en Grenoble, Liubliana, Tromsø, Dubrovnik, Stoos, Dinant, Budapest y Oporto.

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Grenoble, Francia

Se jacta de ser el primer teleférico urbano de Francia, inaugurado en 1934. En 1976 fue totalmente renovado para incorporar burbujas como cabinas, de paredes translúcidas, que se han convertido ya en un símbolo de la ciudad.

Funicular de Grenoble

Sus burbujas son un símbolo de la ciudad. Foto: Turismo de Grenoble.

Cada una de las burbujas transporta a 6 personas hasta la vecina Bastilla en un trayecto en el que asciende a unos 500 m de altitud.

Escalón del macizo de la Chartreuse, la Bastilla es el punto de salida de todo tipo de rutas de senderismo o bicicleta de montaña, una vía ferrata, un museo y varios restaurantes.

El funicular recibe cada año alrededor de 260.000 visitantes.

Liubliana, Eslovenia

Cuando se levantaron los castillos medievales era buena idea situarlos en las cimas de colinas para hacerlos inexpugnables. Varios siglos después y si lo que queremos es visitarlos estas ubicaciones pueden resultar agotadoras.

Por eso, si queremos conocer la fortaleza de Liubliana, de los siglos XI y XII y actualmente propiedad de la ciudad, nos gustará saber que un moderno funicular puede acercarnos a nuestro destino.

Funicular al castillo de Lubliana.

Funicular al castillo de Lubliana.

Construido en 2006, ya ha transportado a 4 millones de personas y se ha constituido como uno de los más espectaculares miradores sobre la ciudad. Se toma en las proximidades de la Plaza Krek, cerca del Teatro de Marionetas.

Tromsø, Noruega

El cable car de Tromsø es una de sus mejores atracciones, no solo por las impresionantes vistas de la ciudad que pueden divisarse desde sus dos cabinas, sino porque en solo cuatro minutos nos permite acceder a una fantástica plataforma de observación a 421 m sobre el nivel de mar en la montaña Storsteinen, desde donde se dominan la ciudad, islas, montañas y fiordos (la ciudad está a apenas 50 m de altitud).

Las dos góndolas, conocidas como Seal y Polar bear, tienen una capacidad de 28 pasajeros cada una y aún lucen los símbolos del oso y la foca polar de la compañía naviera que lo puso en marcha en 1961, Brødrene Jakobsens Rederi.

Es uno de los pocos funiculares nocturnos que funcionan y por su excepcional ubicación geográfica se convierte en un punto perfecto para admirar el sol de medianoche en verano y la aurora boreal en invierno.

Funicular Tromso. Foto Visit Norway

Funicular Tromso. Foto: Visit Norway.

Completa el paseo y las vistas con una deliciosa cena a base de productos locales en el restaurante Fjellstua.

Dubrovnik, Croacia

No hay mejor lugar para ver la ciudad amurallada de Dubrovnik, el Puerto Viejo y la costa del Adriático (dicen que la visibilidad es hasta de 60 km, si la vista nos alcanza, por lo que se puede divisar, por ejemplo, la isla de Lokrum) que subido a su funicular. Construido en 1969, unos diez años antes de la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad, conduce a lo lato de la colina SrÄ‘.

Durante la Guerra de los Balcanes fue totalmente destruido y solo en 2010 volvió a funcionar, totalmente reformado.

Dubrovnik. Foto Dubrovnik Cable Car.

Dubrovnik. Foto: Dubrovnik Cable Car.

Stoos Bahn, Suiza

Inaugurado a finales de 2017, el funicular de Stoos Bahn es uno de los más modernos y también originales del mundo. Parte de la ciudad de Schwyz, a unos 40 km de Lucerna, y asciende hasta la localidad de Stoos y su estación de esquí, a 1.921 m de altura, entre hermosos paisajes nevados.

Llegar a esta pequeña localidad, de apenas 150 habitantes, no es fácil: solo puede hacerse a través de un teleférico que sale de la vecina Morschach y del funicular Stoos Bahn, el más empinado del mundo, con pendientes que alcanzan el 110% y salvan un desnivel de 740 m. Pero, además, cuenta con un diseño totalmente innovador, con cabinas cilíndricas que oscilan durante el trayecto para que los pasajeros siempre se mantengan en la misma inclinación.

Stoos Bahn. Foto EFE.

Stoos Bahn. Foto: EFE.

Sus 1.720 m se salvan en apenas cuatro minutos y, seguro, te dará pena que termine.

Dinant, Bélgica

Sin duda, una de las joyas de la región belga de Valonia es Dinant. Encajonada entre el río Mosa y un acantilado, es lo más parecido a un pueblo de cuento, con la a ciudadela y el campanario de la Colegiada recortados sobre la línea de casas y comercios de hermosos colores.

En lo más alto, nos aguarda su fortaleza, de la que nos separan 408 escalones… o un breve paseo en teleférico. Una vez en la Ciudadela, en un edificio de 1815 construido sobre un castillo fortificado del siglo XI, podemos sumergirnos en la historia de la localidad, desde la Batalla de Dinant, en 1466, hasta la Primera Guerra Mundial, pasando por las épocas de Luis XIV y Vauban.

Dinant es una de las perlas de la regioÌn de Valonia. Foto: Getty Images

Dinant es una de las perlas de la regioÌn de Valonia. Foto: Getty Images.

Budapest, Hungría

Si no vamos justamente al principio del día, cuando estemos más frescos, es posible que la ascensión al Castillo de Buda, encaramado en la cima de una colina, no parezca una buena idea, sobre todo si llevamos todo el día explorando la ciudad.

Afortunadamente la misma idea la tuvo ya en 1870 Odon Szechenyi, hijo del conde Istvan Szechenyi, quien decidió construir un coqueto funicular para acceder a este punto, 50 m más alto y en un trayecto de 95 m.

Se trata además del segundo funicular construido en Europa, por detrás del de Lyon, y mantiene todo el encanto clásico mientras asciende, con vistas sobre el Danubio, los puentes de la ciudad, y el lado Pest de Budapest.

Funicular del castillo de Buda. Foto EFE.

Funicular del castillo de Buda. Foto EFE.

Oporto, Portugal

El funicular dos Guindais original, proyectado por Raul Mesnier para facilitar el transporte de vino, fue inaugurado el 1891, si bien cerró solo dos años después tras sufrir un grave accidente.

Aunque fue totalmente reproyectado, no volvió a funcionar hasta más de un siglo después, concretamente en 2004, cuando abrió de nuevo sus puertas, aunque esta vez a los pasajeros, a quienes permite salvar la empinada cuesta (en algunos momentos con una inclinación del 45%) y elevarse sobre el imponente puente de hierro de la ciudad, pero también sobre bodegas y las riberas del río.

Funicular dos Guindais, en Oporto. Foto Wikipedia.

Funicular dos Guindais, en Oporto. Foto Wikipedia.

 

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