Safari al corazón más salvaje de Sudáfrica

El Parque Kruger es uno de los parques naturales más fascinantes del mundo, la puerta de entrada para descubrir la inmensa fauna de Sudáfrica

Mucho antes del pensamiento conservacionista, en África un antílope era comida para los indígenas y un bonito trofeo para los cazadores extranjeros. Y no había más opciones. Pero a fines del siglo XIX una persona extravagante alcanzó la presidencia de la República de Transvaal (actual Sudáfrica). Era Paul Kruger, el fundador del parque natural más fascinante del planeta.

Al entrar en el Parque Kruger se nota enseguida que el relieve es suave, sin zonas escarpadas ni grandes desniveles; tan solo algunos kopjes (pequeños montículos de piedras) desperdigados alteran la estepa omnipresente.     

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El tipo de vegetación dominante es el veld, la sabana, en sus distintas variantes: herbácea, arbustiva, arbórea. Los árboles más abundantes son las típicas acacias con su inconfundible copa aplanada, el mopane, que forma enormes bosques, y el impresionante baobab, que sobresale solitario con su mole de 20 metros de altura y 30 de perímetro. Su tronco desmesuradamente hinchado es una estrategia para acumular agua en previsión de la sequía.

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Al atardecer, la silueta de una jirafa asoma entre los árboles de mopane. Foto: Albert Masó.

Un mundo de aves que deja sin aliento

En cuanto a la fauna, entre los reptiles destaca el gigantesco cocodrilo del Nilo, del que se han encontrado ejemplares de hasta seis metros; numerosas serpientes pero difíciles de ver, el enorme varano del Nilo y los más pequeños: lagartos, tortugas y camaleones.

El tronco desmesuradamente hinchado del baobab es una estrategia para acumular agua en previsión a la sequía

Se han detectado medio millar de aves, por lo que señalar sólo las más notables ocuparía varios párrafos. Las más famosas son el avestruz, que protege a sus crías haciendo un baile que llama la atención del intruso y lo va alejando; los cálaos, que son muy confiados y se dejan acercar; los reflectantes estorninos metálicos con sus brillantes ojos amarillos.

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La águila pescadora africana planea para vigilar cualquier presa que pase por su territorio. Foto: Albert Masó.

Seguro que uno se cruza con los inquietos francolines, que como pequeños faisanes corretean por entre las hierbas. En los taludes cercanos a los ríos, los abejarucos construyen sus nidos excavados en la tierra y se pueden fotografiar perfectamente porque es un ir y venir incesante llevando presas a los polluelos, muchas cazadas en pleno vuelo.

Hay numerosas rapaces, tanto diurnas (como águilas, azores y buitres) como nocturnas: mochuelos, cárabos y el búho lácteo, el más grande del mundo. Sin embargo, los que hacen construcciones más grandes son los pequeños tejedores, que confeccionan nidos comunitarios que pueden superar los 8 o 10 metros, habitados por cientos de parejas.

Las joyas de la corona del reino animal

Además de tener un festival de aves todos los días de nuestra visita al Kruger, la joya de la corona son los mamíferos, de los que viven unas 130 especies, destacando lógicamente los de mayor tamaño: los felinos y los grandes herbívoros.

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Esta familia de mangostas enanas hace guardia en las inmediaciones de su madriguera subterránea. Foto: Albert Masó.

Estos pueden formar grandes manadas y algunas poblaciones son únicas por su magnitud. Destaca el impala, con más de 130.000 ejemplares, pero también viven decenas de miles de cebras y de búfalos, más de 15.000 ñus, que realizan largas migraciones, y más de 10.000 kudús, que con su imponente cornamenta son el símbolo del parque.

Superan estas cifras los elefantes, que veremos circular en fila india hacia la comida por la mañana y hacia el agua por la tarde. Y también es posible toparse con los rascacielos de la sabana, las jirafas, además de diversas especies de raros antílopes y facoceros, un pariente de jabalí.

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Seguro que en cualquier excursión se pueden ver el chacal de lomo negro, la hiena manchada, los activos papiones y los pesos pesados: el hipopótamo, el gigantesco eland (especie de antílope), que puede alcanzar los 900 kg de peso, y los dos rinocerontes, el blanco y el negro.    

Grupo de impalas en vlei
Una manada de impalas se dirige al vlei, una charca temporal en la que saciarán su sed. Foto: Albert Masó.

Los elefantes se pueden ver circular en fila india hacia la comida por la mañana

No obstante, los más buscados por los visitantes son los grandes depredadores: los leones, que cazan en manada, los solitarios leopardos que suben sus presas a los árboles, a salvo de los demás carnívoros, los guepardos, que ostentan el récord de velocidad terrestre al superar los 100 km/h.

La resurrección de la población de elefantes

La gestión del parque es ejemplar: aparte de una numerosa plantilla de biólogos y rangers hay normas muy estrictas: un límite diario de visitantes (siempre en coche) para no alterar la vida de los animales, límites de velocidad (40 o 50 km/h) y no circular fuera de la calzada, nunca descender del vehículo, prohibido entrar mascotas y dar de comer a los animales.

Grupo de elefantes en fila india
Actualmente hay unos 14.000 elefantes en el Parque Kruger y todos provienen de los cinco que se encontraron a principios del siglo XX.

Un ejemplo del éxito de estas medidas es la evolución de la población de elefantes: al fundarse se creyó que se habían matado todos, hasta que en 1905 se descubrieron cinco ejemplares refugiados en lo más intrincado de los bosques septentrionales.

En el parque viven 450 especies de árboles, 130 de mamíferos y 500 de aves.

Su protección y seguimiento permitió que la población se conservara y en la actualidad se calcula que hay más de 14.000 ejemplares. Inclusive se han hecho traslados a otros parques en que habían desaparecido. Es un caso similar al de los rinocerontes, entre otras especies.

Cuando se creó el Kruger era revolucionario y no fue muy comprendido. Con el tiempo, no sólo se entendió su cometido sino que ha servido de ejemplo para otros muchos parques, especialmente africanos.

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Varias garzas blancas y espátulas africanas aprovechan los recursos alimenticios de las algas del río Olifants. Foto: Albert Masó.

Para conocer sus secretos del 3 al 12 de agosto AUSTRALPhoto organiza un safari fotográfico en grupos reducidos, de hasta seis personas con un guía experto en biología y fotografía y en un vehículo especial: un jeep 4×4 sin ventanas y sobre-elevado para poder fotografiar cualquier escena que se presente en todas direcciones y con perspectiva alta para eludir las plantas.

Cabe aclara que este es un viaje que no se puede realizar de forma particular porque la dirección del parque solo autoriza la entrada de este tipo de coches si están conducidos por rangers expertos con permiso especial. La fecha límite para apuntarse es el 14 de junio.

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