Una sorpresa gastronómica en un distrito excepcional

La Clote fascina a veganos, vegetarianos y a los que no lo son. A su alrededor se abre Sants-Hostafrancs, un distrito barcelonés para explorar

Cosas que hacer, antes o después, de comer en La Clote de Hostafrancs

Sants-Montjuïc es uno de los distritos más completos de Barcelona, el único con mar y montaña y está compuesto por barrios tan emblemáticos como Sants, Hostafrancs, Montjuïc y el Poble-Sec, de donde es oriundo Joan Manuel Serrat, por cierto.

Todos ellos merecen una visita detallada porque su oferta turística es muy importante. Para empezar, allí está ubicada la estación de tren más importante para el viajero que llega a Barcelona en ese medio, la de Sants, y junto a ella un hotel muy especial y el más reciente de categoría premium de la ciudad condal, el Nobu que presenta una insólita oferta inaugural, tanto hotelera como gastronómica. 

[Para leer más: Nobu aterriza en Barcelona (y es tan espectacular como esperábamos)]

¿Con qué ofertas sorprende Sants-Montjuïc a los visitantes foráneos?

El consejo es consultar la web oficial turística de Barcelona, https://www.barcelonaturisme.com/wv3/es/ pero si le interesa visitar lugares inolvidables el consejo es que recorra la montaña de Montjuïc, con sus miradores, su castillo, su aéreo y su teleférico.

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También se encuentran el Pueblo Español, el ámbito de la Fira de Barcelona, el MNAC (museo de arte medieval más importante del mundo), la Fundación Miró, el Museo Arqueológico, el Teatre Grec, Caixaforum, y el Museo Olímpico y de los deportes.

Si le interesan las zonas verdes, Montjuïc otra vez, con su inmenso parque leno de jardines románticos, como el Laribal, el Parque de la España Industrial y el parque del Escorxador, con la mayor escultura de Miró. Y no se olvide, claro está, de la Fuente Mágica y sus espectáculos de luz y color, junto a la plaza de España.

Fuente MaÌgica de Montjuïc en su espectáculo nocturno. Foto: Jordi Català
Fuente MaÌgica de Montjuïc en su espectáculo nocturno. Foto: Jordi Català​

Si le interesa la arquitectura, en el distrito encontrará dos mercados con diseño de hierro colado: los de Sants y de Hostafrancs, el antiguo ayuntamiento de Sants con sus vidrieras modernistas y los edificios del Vapor Vell y la España Industrial. La vanguardia que ofrece la arquitectura de Sert en la Fundació Miró, o una fábrica modernista que nunca se acaba en el Caixaforum. Y, muy especialmente, el Anillo olimpico con el Estadio Olímpico, las piscinas olímpicas, el Pabellón Sant Jordi, la Torre de Comunicaciones y el Pabellón Mies Van der Rohe

Si le interesan las compras, acuda al centro comercial más curioso de Barcelona: las Arenas, ubicado en una de las dos plazas de toros de la ciudad. O transite por un eje comercial organizado, en la larguísima calle de Sants.

Si le interesan sitios irrepetibles, visite las bodegas y bares del Poble-sec, disfrute del ambiente y los teatros del Paral·lel, la vía más canalla de Barcelona, con su Refugio Antiaéreo y con el templo del rock y otras músicas barcelonesas de cita ineludible para acabar cualquier visita a Barcelona: el Apolo.

Imagen aérea desde Montjuïc. Foto: Jordi Català 
Imagen aérea desde Montjuïc. Foto: Jordi Català

Pero si le atraen lugares más tranquilos, en la calle Vallespir de Sants, se juntan dos lugares fetiche en Barcelona: uno de los últimos restaurantes de barrio que quedan, Bar Bodega Bartolí y la catedral de los vinos que cumple 125 años y es digna de una visita de homenaje: el Celler de Gelida. 

La nueva restauración ineludible

La Clote es un lugar muy especial para comer o cenar, acaba de abrirse en el corazón de Hostafrancs, junto al mercado ancestral del barrio, en el barcelonés distrito de Sants-Montjuïc.

Y es especial por muchas cosas: su filosofía, tanto interna como de servicio al cliente y gastronómica, su ambiente cálido y cercano, una simpática escenografía en sus paredes y ventanales en los que las ballenas azules son las protagonistas junto a alguna vaca despistada (verde, eso sí), y porque es el único lugar del mundo en el que se puede disfrutar de esa gastronomía propia, creada in situ, y de pizzas distintas a todas, a base de ingredientes distintos a los convencionales, con masas que el comensal puede escoger y que se elaboran en una cocina abierta al público. 

Uno de los platos preparados en el restaurante La Clote. Foto: Jordi Català 
Uno de los platos preparados en el restaurante La Clote. Foto: Jordi Català

La creación tiene nombre y apellidos

Jordi Devesa, el creador de La Clote, es un ideólogo del buen y sano comer, autodidacta y gastrónomo vocacional, de espíritu abierto, renacentista, viajero, multidisciplinario, diseñador, publicista y formado en diseño gráfico y hostelería en lugares tan distantes como los Estados Unidos, la India o la Gran Bretaña. 

Devesa, une sus grandes pasiones gastronómicas y su idea de cómo ver el mundo de la restauración en La Clote, hija avanzada de otro local que ya es leyenda urbana, La Clotenca, un lugar emblemático en el Clot junto a la plaza de Glòries. 

No es que lo hagan mejor que nadie, es que nadie hace lo que La Clote

La Clote presenta una propuesta sostenible, ecológica y de consumo responsable. Una carta que concilia a veganos, vegetarianos y consumidores de proteínas animales, con salsas preferentemente veganas, en una carta dónde conviven las tres tendecias gastronómicas en plan de igualdad, sin olvidar mil y un tipos de aceitunas y encurtidos —una de las religiones de la casa— para acompañar el ritual de un vemut premium. 

Pizza elaborada en La Clote. Foto: Jordi Català 
Pizza elaborada en La Clote. Foto: Jordi Català

Los ingredientes de la Clote se producen en el mismo local, con lo que se rompe la tendencia de veganos especializados que ofrecen productos preelaborados o industriales. En una carta en la que más de la mitad de la oferta es vegana o vegetariana se registra una salida de pizzas sin proteína animal más que notable.

En La Clotenca los productos ecológicos y veganos no son más caros que el resto, y sus precios van a tono con la línea popular de Hostafrancs. Hay que añadir que encargar por internet es lo más fácil del mundo y que el take away lo llevan adelante los repartidores de Mensaka, una cooperativa alternativa salida de Glovo y otras marcas.

Una propuesta gastronómica personalizada e inacabable

En La Clote se puede empezar por un «vermutillo» con tapitas y cazuelitas (también diferentes) como anguila ahumada o dados de salmón ahumado con miel de trufa y brotes de rábano, En su oferta gastronómica la Clote ofrece «partners» como cortes de pizza, cazuelitas, panes de ajo (probar el de camembert y trufa negra).

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También hay originales ensaladas, infinitas posibilidades de burguers y miniburguers, bocadillos gigantescos «Madame Pastrani», platos especiales como mandongas-albóndigas gigantes, pastas con salsas más que exóticas (con trufa negra y algas, por ejemplo) y hasta dulces y postres como croquetas de limón, mousses crudiveganas, tiramisús o pizzas dulces. 

La pizza de La Clote sólo se asemeja a las otras en que tiene una base de masa debajo

La pizza es el plato estrella, tanto en su versión classic que incluye a ahumadas, como en su versión healthy con ingredientes y resultados nunca vistos «chingona», como en su versión estacional en la que se puede consumir pizza de setas o de calçots, por ejemplo, o la versión «vip» de las 4 fantásticas: «La Cotxina», la «S.E.T.I»., la «Shankar» y la «Silvestre». 

Frente a las pizzas convencionales que suelen pecar de grasas, con quesos fundidos y salsas de tomate que emblandecen la masa, la propuesta de Devesa, nutrida de su experiencia en la India, de donde incorpora la cucurma, una de las tres bases de pizza que se pueden escoger; es un producto ligero.

La pizza de La Clote solo se asemeja a cualquier otra pizza en que tiene una base de masa debajo, ingredientes encima y está horneada. Y presenta una parte caliente: base fina de tres tipos de cereales y mozzarela vegana; y una parte fría con cremas e ingredientes naturales de calidad, de proximidad, de mercado y también estacionales, lo que le aporta un toque crujiente y sabroso. 

Cerveza La Mestiza servida en el restaurante La Clote. Foto: Jordi Català
Cerveza la Mestiza servida en el restaurante La Clote. Foto: Jordi Català​

Para beber en sintonía

Para empezar un consejo, hay que probar la Mestiza una esquisitez cervecera de tres colores, la «Chef d’Oeuvre» de la casa. La carta de cervezas es muy rica e incluye varias «sin gluten artesanas», de tirador como Pilsner Urquell y variedades de Kocel más cervezas embotelladas. 

Como vermut está un Zarro de toda la vida, de grifo. La carta de vinos es corta pero transversal y de calidad con vinos como Toalde (DO Ribeira Sacra), Merlot (DO Penedès), Domaine de Lafage (IGP Côtes Catalanes), el verdejo Peces de Ciudad (DO Rueda) y un Scaia (DO Veneto) a base de Garganega y Chardonnay. También hay cava Brut Nature Mistinguett, marca renovada con Vallformosa. Aguas de fuego artesanales con grappas de seda como 18 Lunas y mezcales a escoger como Picaflor y Kotcha.

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