Cuando ir a comer se convierte en una ópera desmesurada

Un restaurante de Copenhaguen propone una comida de seis horas, con 50 platos, combinada con muestras de video y música

Salir a comer no es solo alimentarse. Cada vez más es una experiencia para los sentidos, y los chefs que pretenden ser mediáticos o que juegan a la sobreactuación derivan en propuestas como la de Rasmus Munk en Alchemist, el restaurante de Copenhaguen que propone un despliegue de 50 platos para degustar en seis horas.

Porque lo que busca este cocinero danés es provocar. En todos los sentidos. Apela a la incorrección política para alertar de problemas como el tabaco, y busca que el paso por su restaurante tenga un concepto holístico, que además de probar sabores se participen en una experiencia sensorial, donde la vista, el tacto y el oído son tan importantes como el gusto.

La reivindación en la mesa

Si se trata de dar un mensaje, el comensal lo tendrá claro: para advertir de los efectos del tabaco Munk ofrece un plato de cangrejo real y patata enterrados bajo un montículo de ceniza de heno, servido en un cenicero.

O para impulsar la donación de órganos ofrece un tartar de corazón de cordero crudo con jugo de cereza, acompañado de un folleto explicativo. En 14 meses, 1.500 personas llenaron la solicitud.

espuma y flores ok2

La llegad del Alchemist 2.0

Este chef abrió Alchemist en 2015, lo cerró a fines de 2017 y en enero volverá a reabrir en formato 2.0, en un local de 2.300 metros cuadrados en el barrio de Refshalevej, a 15 minutos del centro de la capital danesa.

El Alchemist 2.0 tendrá 30 cocineros a disposición de 44 comensales

El lugar es 25 veces más grande que el restaurante anterior, e implicó una inversión de más de 1,3 millones de euros. Allí habrá cuatro cocinas, 30 chefs y siete salones para 44 comensales por noche. O sea, un cocinero por cada cliente y medio. ¿El precio? 570 euros por persona.

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Ser parte de una experiencia multimedia

Tras atravesar una puerta de bronce de cuatro metros los clientes entran en un “cuarto de experiencias”, donde los paneles de video muestran paisajes de ciudades, con fotografías y animaciones de diversos artistas, empezando por Nueva York.

Los platos son pequeños, pero la combinación de aromas y aderezos potencian su presencia en el paladar

Mientras desfilan los platos, la decoración interactiva cambia a un cielo estrellado, mientras los chefs se mueven con movimientos teatrales en las sombras sirviendo las creaciones gastronómicas.

Los platos son pequeños, que se consumen de un bocado, pero la combinación de aromas y aderezos potencian su presencia en el paladar. Es el caso de la tortilla, que se presentará como un saco de huevos relleno de espuma de queso.

langosta

La polémica en el plato

En sus presentaciones Munk tocará temas polémicos como los géneros sexuales, el uso de semillas transgénicas y el desperdicio de alimentos.

Por ejemplo, al momento de los postres los platos están relacionados con las reivindicaciones LGBTi: el ‘hipocampo’ es un sorbete agrio que, con una paleta de colores del arco iris, dibuja la forma de este pez que puede ser hermafrodita.

Teriyaki pork belly (with truffle)

Los ejemplos en España

Seguramente 50 platos, aunque sean de tamaño mínimo, es una desmesura. Pero Munk no es el primero que lanza un despliegue de esa cantidad. Algo menos es lo que ofrece Albert Adrià en su Enigma, con 40 preparaciones tan pequeñas como complejas.

Albert Adrià, en Enigma, despliega 40 platos tan pequeños como complejos y elaborados

O la idea de un espectáculo multimedia mientras se cena también es encarnada por Paco Roncero en el Sublimotion de Ibiza, que durante tres horas sumerge a 12 comensales en una experiencia de videos, comidas, algo de performance y juegos visuales interactivos. Y a un precio que es el triple del Alchemist.

El acto de comer, en ocasiones, se parece a una ópera de Wagner adaptada al siglo XXI.

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