Cómo atrapar la naturaleza salvaje de Islandia

Un viaje por la geografía de Islandia, desafiando al duro invierno para lograr fotografías inolvidables

“Si no te gusta el clima, espera cinco minutos”. Es duro realizar un safari fotográfico en invierno, y ni hablar si es en las tierras de Islandia, pero el resultado de capturar los fiordos, las auroras boreales, el mar embravecido y los frentes de tormenta no tiene precio.

Cuando se aterriza no se puede saber las aventuras que reservan los paisajes de este país ártico. Por ejemplo, la primera noche nos pilló casi por sorpresa nuestra primera aurora. Impresionante fue el espectáculo de luz que nos envolvió frente a los faros de Gardur (península de Reykjanes).

La dama verde danzó frente nuestros objetivos antes de que la primera tormenta de nieve cayera sobre el grupo. El cambiante tiempo de Islandia golpeó en la cara y nos dejó durante varias noches con el recuerdo de aquella primera aurora, pues el tiempo no tardó en empeorar.

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Aurora boreal en el faro de Gardur, en la península de Reykjanes.

Cómo capturar las auroras boreales

Cabe precisar que para capturar este fenómeno de los cielos nocturnos será necesario contar con un buen trípode y un cable disparador o intervalómetro, así como un objetivo bien luminoso (entre 1.2 y 2.8 de apertura máxima sería lo ideal).

Cuanto más angular sea el objetivo, mayor porción de paisaje y de cielo se podrá captar. Una buena propuesta sería el AF-S DX Nikkor 16-80mm f/2.8-4E ED VR, ya que mantiene una buena luminosidad en todo su rango de focales y a su vez permite desde un angular potente para estas imágenes más nocturnas hasta un poco de zoom.

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Fulmar boreal y estalactitas sobre la cascada de Seljalandsfoss, en el sur de Islandia.

Los objetivos angulares son recomendados para paisajes y los teleobjetivos, para detalles del paisaje o la fauna

Para el resto del viaje recurrimos a objetivos angulares para el paisaje general (nos sirve muy bien el 16-80 que comentábamos) y un buen teleobjetivo para trabajar el paisaje a nivel de detalle o incluso para la fauna.

Una opción interesante es el AF-S Nikkor 80-400mm f/4.5-5.6 G ED VR, que da una estabilización realmente impresionante, ideal para cuando usamos técnicas de aproximación a la fauna.

La belleza de las tormentas

Aunque el clima fue duro, con muchas tormentas, nos proporcionó unas luces y atmósferas de lo más variadas. Sin embargo, lo mejor fue que, pese al mal tiempo, fuimos capaces de visitar incluso más lugares de los que teníamos previstos y aprendimos a descubrir la tierra de un modo más visceral.

Es que fotografiar bajo un cálido día de cielo azul impecable es agradable, pero los resultados difícilmente nos emocionarán. En este aspecto, Islandia es un lugar que nunca defrauda por su variedad meteorológica, que la hace tan especial porque cambia constantemente de aspecto según el paso de las luces, la nieve y la lluvia. Un espectáculo para el amante de la fotografía de paisaje.

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Nevada espontánea en el Parque Nacional de Thingvellir.

Fauna salvaje

Por ejemplo, los primeros día las nevadas regalaron paisajes monocromos, únicamente alterados por los diferentes tonos variados de los caballos islandeses y de luces rojizas del cielo amenazador, seguidas de unos días en los que la lluvia derritió un poco el paisaje y pudimos ver los colores reales del lugar.

En las salidas pudimos descubrir a focas en aguas más calmas y a renos buscando comida entre los líquenes

También logramos captar algo de la fauna salvaje. Aunque es cierto que en verano se puede gozar de la presencia de numerosas especies de aves, en invierno permanecen unas pocas, como por ejemplo el fulmar boreal o algunas especies de gaviotas y ánsares.

También vimos las idas y venidas de las focas en las aguas más tranquilas e incluso tuvimos la suerte de observar una manada de renos buscando alimento en los líquenes de las rocas.

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Foca en la bahía glacial Jökulsárlón.

Viaje las profundidades de Islandia

El recorrido nos llevó a conocer el sur de la isla de fuego y hielo, pasando por fumarolas, cascadas y acantilados, cañones, playas y glaciares. Nos deleitamos con los trölls de piedra y otras formaciones de roca basáltica y caminamos por lagos y playas repletos de icebergs.

Incluso iniciamos nuestro propio viaje al centro de la Tierra. Tras una excursión por Vatnajökull, el glaciar más grande de Islandia, entramos en las curiosas cuevas de hielo que forma el agua del glaciar al derretirse y abrirse camino ladera abajo.

También fuimos testigos del uso de la energía geotermal en la vida diaria, como por ejemplo obtener agua caliente en las casas o incluso hornear pan con el calor que emana del suelo.

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Arco Iris y estalactitas en la cascada Skogafoss.

Tierra de leyendas

No es de extrañar que se diga que en los extraños paisajes de esta tierra habiten elfos y trölls, o que  persistan las historias de espíritus y brujería, pues da la sensación de que en cualquier momento un ser místico y protector de los bellos parajes pueda aparecer detrás de una roca, mientras somos observados por los omnipresentes hrafn (cuervos).

Estos paisajes y sus leyendas serán explorados en la próxima salida de AustralPhoto, programada del 8 al 17 de febrero de 2019, y en el que hay tiempo hasta el 20 de diciembre de 2018 para realizar las reservas.

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