Este país está a punto de morir de éxito

Las playas de este país del Sudeste Asiático, que reciben más de 17 millones de visitantes, sufren con la masificación turística

Son paisajes de postal: aguas turquesas, arena fina y blanca, cerros de un verde intenso que prologan a una densa selva. Las sugerentes campañas de publicidad atraen a 34 millones de turistas a Tailandia, de los cuales más de la mitad llegan hasta las playas de este país del Sudeste Asiático.

El problema es que el crecimiento tan repentino del turismo le está pasando factura a esta nación. Y teme morir de éxito.

Las playas de Phi Phi, Railey, Phuket, Tao o Samui son algunos de los destinos más populares, entre los 30 enclaves insulares que se han puesto de moda entre los visitantes internacionales que llegan a Tailandia.

El turismo representa el 20% del PIB de Tailandia

Un caso de la alta densidad e impacto ambiental se produce en Koh Khai, un cayo de 40.000 metros cuadrados bañado por el mar de Andamán y que recibe cada año a 1,4 millones de personas -un número superior a las que visitan las Maldivas-.

La necesidad del turismo

Las consecuencias no sólo son urbanísticas, sino también ecológicas: “El turismo tiene un enorme impacto en las costas del país, donde el principal reto es la protección de los ecosistemas marinos“, declara a Efe Thon Thamrongnawasawat, profesor de biología marina de la Universidad de Kasetsart y colaborador en varios proyectos conservacionistas gubernamentales.

Tailandia necesita del turismo, al punto que representa una de sus principales actividades económicas. El sector le ha reportado un negocio de 75.690 millones de euros, el 20,6% del PIB, según datos del Consejo Mundial de Turismo. Es también una de los principales fuentes de trabajo, ya que emplea 5,7 millones de personas (el 15,1% de la población activa).

El alud de visitantes no sólo llegan por sus paisajes: los bajos precios de la nación asiática es un imán para los que buscan destinos exóticos por poco dinero. Tailandia se ha convertido en una de las mecas del turismo low cost.

Un arma de doble filo

Pero el problema es que las autoridades no saben cómo frenar el impacto sin perjudicar la salud financiera del país. “Aunque cause daños el turismo no se puede parar o limitar, porque afectaría a la economía del país y directamente a miles de trabajadores. Pero sí se pueden buscar la manera para hacerlo más sostenible para ayudar al mismo tiempo a la conservación y el desarrollo de las comunidades locales”, subraya Thamrongnawasawat.

Maya Bay es un escenario de película. Sus espectaculares paisajes fueron la localización elegida por Danny Boyle para la película La Playa, protagonizada por Leonardo di Caprio. La popularidad de este sitio cruzó los límites de lo soportable, donde miles de personas pugnan por cada metro cuadrado y llegar al agua se ha convertido en una carrera de obstáculos.

Además, una legión de vendedores ambulantes desfilan promocionando sus bebidas, alimentos y recuerdos a los gritos, o repartiendo un folleto tras otro a los turistas.

Freno al turismo –si es posible-

Las autoridades tailandesas anunciaron que limitarán las visitas a esta bahía en la temporada baja, que va desde junio a septiembre, para favorecer la recuperación ambiental. También se baraja frenar el acceso de las embarcaciones, aún sabiendo que esta medida perjudica a los prestadores de servicios en este paraje.

Otro de los problemas es la aglomeración de plásticos en las costas de Tailandia, uno de los países que encabezan la clasificación de desechos de este material en los océanos. Una de las iniciativa es reemplazarlo por materiales biodegradables, al menos en media decena de islas turísticas, pero la idea choca con la resistencia de los empresarios.

Es difícil lograr la cuadratura del círculo en Tailandia: el país necesita del turismo, pero con el descontrol de turistas y la relajación de las autoridades para cumplir la ley, sus bellos paisajes corren el riesgo de arruinarse con consecuencias impredecibles.

a.
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