El valle de Serbia que resurge gracias a sus vinos

La región de Negotin, al este de Serbia, invita a probar vinos elaborados bajo una tradición que se remonta a 17 siglos

A tres horas y media de Belgrado, el valle de Negotin resurge como una de las mecas del vino en Serbia, un destino que fue potencia vitivinícola a finales del siglo XIX, y que tras la estatización comunista y la cruenta guerra civil regresa con tintos y blancos de interesante calidad.

Negotin está rodeada de los montes MiroÄ, Crni Vrh y Deli Jovan al oeste, y el río Danubio con su afluente Timok al oeste, barreras naturales que le ha permitido contar con un microclima privilegiado para el cultivo de uvas rojas de buen tamaño y sabor.

Entre las variedades locales se encuentran Borgoña negro, Prokupac y Gamet, pero también hay lugar para las vides blancas, de los tipos Bagrina, Riesling, Sauvignon, Smederevka y Semillón.

Vinos de la era romana

Desde tiempos antiguos esta región tuvo potencial para tintos y blancos. Los romanos en el siglo III realizaron los primeros cultivos, tradición que se mantuvo durante siglos hasta que una plaga en el último cuarto del siglo XIX le dio una oportunidad única.

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La devastación de la filoxera en los cultivos de Francia, Alemania, España e Italia catapultó la producción de los vinos serbios, en que Negotin tuvo un papel protagónico.

Viñedos de Negotin  Foto Turismo de Serbia

Viñedos de Negotin. Foto Turismo de Serbia

Integrante del Imperio austro-húngaro, un consulado real instalado en la zona agilizaba las exportaciones a las principales ciudades europeas.

La decadencia

Tras la Segunda Guerra, la estatización promovida por el régimen del mariscal Tito llevó a la declinación de la actividad, ya que el gobierno era más partidario de cantidad que calidad, y los pequeños agricultores fueron forzados a abandonar la producción de vino por el de otros cultivos más rendidores.

La plaga de la filoxera, que destruyó a la industria en gran parte de Europa, fue la oportunidad para que los viñedos serbios pudieran exportar a todo el continente

La guerra de los Balcanes, con la movilización de tropas y los bombardeos aéreos, estuvieron a punto de condenar a los vinos de Negotin para siempre.

Pero tras la catástrofe siempre hay esperanzas, y el valle resurgió de la destrucción; en parte gracias a la iniciativa de familias con generaciones dedicadas a los viñedos, y también debido a la llegada de productores de otras regiones, como la Borgoña francesa, que invirtieron en estas tierras más baratas y con buenas perspectivas comerciales.

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Las bodegas de Rajac se agrupan como un pueblo. Foto Turismo de Serbia

Las casas-bodegas

Un rasgo que distingue a Negotin de otras regiones vitivinícolas serbias es la existencia de los pivnice, que son bodegas de piedra construidas entre los siglos XVII y XIX, que como dicen en el valle, “no están habitadas por personas sino por vinos”.

En rigor tampoco es tan así, porque muchas de ellas tienen una pequeña vivienda en la parte superior ocupada en la época de cosechas. Pero lo que llama la atención en que se distribuyen en una trama urbana como si fuera un pueblo, con sus calles y plazas.

En Negotin las copas no se lavan con agua sino con vino, una tradición que no cambia con los años

Generalmente allí hay una fuente, pero según marca la tradición, su agua no se puede usar para las copas: todo aquello que sirva para beber vino se debe lavar con vino, aseguran los lugareños.

Cada pivnice tiene un depósito bajo tierra de un metro, y algunas están decoradas con detalles labrados en la roca o con las puertas y ventanas pintadas de colores vivos.

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Algunos pivnice tienen elaborados detalles de decoración. Foto: Visit East Serbia

Entre las zonas más recomendadas de Negotin para probar sus vinos está la de Rajac, e una colina cercana al río Timok. De las 300 bodegas sobreviven una treintena, que se congregan en torno a la plaza central, habitual sede de fiestas y reuniones. El lugar parece tan bucólico que ha sido usado como set de filmación de la renacida cinematografía serbia.

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También están las regiones de Rogljevo y la de ŠtubiÄke, donde se encuentra el monasterio ortodoxo de Bukovo, en donde se producen vinos desde el siglo XIV en su campo de cinco hectáreas. A diferencia de las de Rajac, los 39 pivnice de este pueblo está construidos en madera.

Al momento de degustar

Los vinos serbios, en particular los de Negotin, son de un color rojo intenso con un sabor que se puede sintetizar como opulento y con un paso en boca agradable.

En las degustaciones se suele acompañar con quesos, carnes secas y bruschettas, para darle un toque algo picante a estos vinos que están viendo la luz al final de un largo túnel.

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