El Hierro: viaje a la cautivadora isla del fin del mundo

Nos esperan paisajes volcánicos, bosques milenarios y lugares de excepcional belleza en una isla declarada Reserva de la Biosfera

En el aeropuerto de El Hierro sólo aterrizan pequeños aviones de turbohélice llegados desde Gran Canaria y Tenerife. No hay aglomeraciones y, en pocos minutos, puedes disponerte a explorar un destino mágico, la más pequeña y occidental de las Canarias, conocida como la isla de los 1.000 volcanes.

Un lugar que nos traslada a otro tiempo, pues en esta isla no hay centros comerciales, ni grandes hoteles, ni discotecas, ni tan siquiera edificios que superen las dos plantas: tan sólo el ser humano en comunión con una naturaleza sencillamente sobrecogedora.

«Si eres periodista no digas que esto es tan bonito» nos pide la dueña de un bar

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La isla tranquila (y sostenible)

Sus poco más de 10.000 habitantes -de los cuales, la mitad viven en su capital, Valverde-, no saben lo que es el estrés ni las prisas. Además, el turismo masivo no existe ni los lugareños lo desean. “Por favor, si eres periodista no digas que esto es tan bonito”, comenta la dueña de un bar en Erese, al norte de la isla, mientras tomamos un café.

Paisaje de la Llania. Foto: María Avelina García.
Paisaje de la Llania. Foto: María Avelina García.

Por hacerse una idea, hasta El Hierro tan sólo llegan los verdaderos amantes de los parajes insólitos. Aquellos que adoran el submarinismo, disfrutan con los paisajes volcánicos, bosques milenarios, abruptos acantilados, miradores descolgados sobre el océano, o simplemente los que se complacen con los paisajes únicos en una isla declarada Reserva de la Biosfera y Geoparque por la Unesco

Además, El Hierro, que dispone de Wifi gratis en todo su territorio, es, desde que se inauguró en el 2014 la Central Hidroeólica Gorona del Viento, la primera isla del mundo plenamente autosuficiente a partir de fuentes de energía renovables.

La capital de El Hierro, Valverde, es la única de las islas Canarias que no se asoma al mar

La gran sabina rastrera de La Dehesa es un icono de El Hierro. Foto: María Avelina García.
La gran sabina rastrera de La Dehesa es un icono de El Hierro. Foto: María Avelina García.

La capital

Comenzamos nuestra ruta por la isla en Valverde, la única capital de las islas Canarias sin vistas al mar. Tranquila y conformada por calles con casas encaladas que recuerdan a algunas pequeñas poblaciones andaluzas, merece la pena darse un paseo por sus tres vías principales para acabar en la plaza del municipio, donde se encuentra la coqueta iglesia de Santa María de la Concepción, erigida en el siglo XVIII por los conquistadores españoles.

A muy poca distancia, en la costa este, se halla La Caleta, uno de los mejores lugares para nadar en mar abierto: el agua es cálida y muy verde y al salir es posible tumbarse en las terrazas de piedra del solárium.

La Iglesia de Valverde fue construida por los conquistadores españoles en el siglo XVIII. Foto María García Avelina.
La Iglesia de Valverde fue construida por los conquistadores españoles en el siglo XVIII. Foto María García Avelina.

Si seguimos un poco más adelante a lo largo de la costa llegaremos a la Bahía de Timijiraque, cerca del Puerto de La Estaca, epicentro de surfistas.

Por la misma carretera que se dirige a Valverde nos dirigimos hacia El Garoé, el símbolo de la isla, el árbol sagrado de los Bimbaches, los antiguos habitantes de El Hierro. Sus hojas condensan la humedad de las nubes empujadas por los vientos alisios y la liberan en un precioso goteo.

La roca volcánica que emerge del mar, Roque de La Bonanza es, de lejos, el lugar más fotografiado de la isla

A unos diez kilómetros al sur, al comienzo de la Bahía de Las Playas, está el Roque de La Bonanza, seguramente el punto más fotografiado de la isla, una roca volcánica que se eleva a 200 metros sobre el mar.

También hallaremos el Puerto de la Restinga, donde bucear entre impresionantes cuevas y formaciones volcánicas. Aquí se produjo la última erupción volcánica de El Hierro en el 2011.

Roque de La Bonanza, la roca más fotografiada de la isla. Foto: María Avelina García..
Roque de La Bonanza, la roca más fotografiada de la isla. Foto: María Avelina García.

Rincones con encanto

Uno de los itinerarios para caminar más impactantes de la isla es la ruta Las Macetas-Las Puntas, en el Valle de El Golfo, un camino que transcurre entre piscinas naturales y se dirige hasta Punta Grande, y en el que se observa un paisaje volcánico junto al mar que deja atónito por su belleza.

Después de este chute de naturaleza podemos hacer una parada en Guinea, un ecomuseo donde se explica la evolución de las viviendas herreñas desde el siglo XVII, y el Charco Azul, un capricho volcánico que ha creado una piscina natural de aguas color turquesa y donde darse un chapuzón es un auténtico privilegio.

No hay nada parecido a darse un chapuzón en el maravilloso Charco Azul. Foto: María Avelina García.
No hay nada parecido a darse un chapuzón en el maravilloso Charco Azul. Foto: María Avelina García.

La huella de César Manrique

A muy pocos kilómetros, el majestuoso Mirador de La Peña, obra del genial artista canario César Manrique, con increíbles vistas de las calas y acantilados volcánicos del valle de El Golfo.

El Hierro tiene, en el Mirador de La Peña, su propia obra del genial artista César Manrique

Al norte de la isla se descubre uno de los lugares más bellos de El Hierro, y a la vez más curiosos. Tras bajar varios tramos de una empinada escalera de piedra se llega a las Piscinas Naturales Pozo de Las Calcosas, antaño pueblo de pescadores y hoy lugar de veraneo de los herreños. Casas de piedra de lava, paredes de piedra seca y techos de paja nos trasladarán directamente al siglo XIX.

En el noroeste de El Hierro, en una pequeña ría de aguas abiertas al mar se halla la población costera de El Tamaduste, tranquila villa turística donde la paz es emblema.

Ruta senderista Las Macetas Las Puntas. Foto: María Avelina García.
Ruta senderista Las Macetas Las Puntas. Foto: María Avelina García.

La zona más indómita

En la parte occidental de El Hierro, y saliendo desde el Santuario de Nuestra Señora de los Reyes, encontramos la ruta de El Sabinar hasta el Mirador de Bascos, un camino solitario dominado por la celebérrima sabina inclinada que se ha convertido en icono de la isla.

Desde aquí, y descendiendo en coche por una hermosa carretera se llega a la Punta de la Orchilla, lugar en el que los griegos establecieron el fin del mundo conocido hasta que se fijó el meridiano de Greenwich en 1884.

Un faro en medio de un paisaje infinito y una placa conmemorativa nos hablan de la importancia histórica del lugar.

Muy cerca, al oeste, nos toparemos con la Reserva Natural de Mencáfete, una arboleda húmeda, única y brumosa de vegetación escarpada.

El Faro de la Punta de la Orchilla, el fin del mundo para los griegos. Foto: María Avelina García.
Punta de la Orchilla, el fin del mundo para los griegos. Foto: María Avelina García.

Dónde comer (y qué pedir)

En la Restinga, el restaurante El Refugio ofrece excelentes pescados y mariscos frescos. El restaurante del Parador de El Hierro con sus maravillosas vistas también es una buena opción. No se puede obviar el restaurante Garañones (pulpo a la brasa y mojo verde de órdago), o La Higuera de La Abuela (pescados frescos, lapas, morena frita, guisos herreños y postres caseros).

En Valverde hay que comprar, en la fábrica Adrián Gutiérrez e Hijas, las famosísimas quesadillas artesanas de El Hierro, deliciosos pasteles de queso hechos a la leña.

También se vende en todo El Hierro el famoso queso herreño ahumado, perfecto para ser compartido con alguno de los vinos de la isla, como los elaborados por las bodegas Tanajara, o la Cooperativa Frontera.

La gastronomía de El Hierro está llena de sorpresas como las deliciosas lapas. Foto María Avelina García.

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