Colmar: la belleza de Alsacia concentrada en una sola ciudad

Mejor Destino Europeo para 2020, es una ciudad perfecta para el enoturismo, la gastronomía y cualquier otro placer que podamos asociar al buen vivir

Si quisiéramos visitar toda la región francesa de Alsacia y descubrir ciudades de hermosas casas de colores, calles adoquinadas, puentes y canales, vinos, gastronomía, historia, música y cultura, bien podríamos escoger solo la bella Colmar.

Menos formal que Estrasburgo, más colorida que Obernai y más vibrante que Riquewihr (de la que dicen sirvió de inspiración a Disney para crear el pueblo de la protagonista de la película La Bella y la Bestia), esta localidad de 70.000 habitantes acaba de ser nombrada como Mejor Destino Europeo 2020 por European Best Destinations.

Con casi 180.000 votos sobre 600.000, Colmar se impuso como Mejor Destino Europeo 2020 sobre Atena y Tbilisi

Escogida por votación y con récord de participación en la undécima edición de este título, 179.723 usuarios sobre 600.000 la alzaron a lo más alto de podio de los destinos del viejo continente, en el que la acompañan Atenas y Tbilisi (y donde España solo consigue colar a Menorca en el puesto 15).

[Para leer más: Cinco pueblos de Europa que parecen extraídos de un libro de cuentos]

Pequeña Venecia

El barrio más emblemático es la Pequeña Venecia y, para descubrirla, lo mejor es subir a bordo de una de las barcas que recorren los canales y navegar por el río Launch mientras nos sentimos como los productores agrícolas que antaño, quienes los empleaban para llegar hasta el mercado con sus productos fresquísimos.

Colmar es uno de los pueblos más bonitos cercanos a Estrasburgo. Foto: Aswathy N - Unsplash

La Pequeña Venecia de Colmar. Foto: Aswathy N | Unsplash.

Desde el Koïfhus (la antigua aduana) atravesaremos los puentes del Turenne y Saint-Pierre. Podemos parar en el muelle de la Poissonnerie, que conecta la Pequeña Venecia con el barrio de Tanneurs, allí donde residían los pescadores de la ciudad. A nuestro alrededor se alzan casas con fachadas de colores, a veces con cierto y encantador desorden.

Una ciudad de cuento

Cualquier ruta, por improvisada que sea, nos llevará a la casa Pfister, construida en 1537 para el sombrerero Ludwig Scherer, que amasó una fortuna especulando en el mercado financiero de la época. Pese a sus características medievales, el edificio se considera el primer ejemplo del renacimiento en Colmar y merece la pena detenerse ante su torreón octogonal, su galería de madera y las pinturas murales que cubren la fachada.

De construcción anterior (1234-1365) es la colegiata de Saint-Martin, un importante ejemplo de la arquitectura gótica alsaciana. Perdió la torre sur en un incendio en 1572 que fue después reemplazada por una cúpula en forma de linterna que le da hoy su original silueta.

Maison Pfister, Colmar, France. Foto Wikimedia Commons

Maison Pfister, Colmar, France. Foto: Wikimedia Commons.

También original es la Maison des Têtes (Casa de las Cabezas), decorada con 105 máscaras grotescas, mientras que el Koïfhus, el edificio público más antiguos de la ciudad, situado en la confluencia de la Grand’Rue y la rue des Marchands, nos sorprende con coloridos azulejos decorando el torre y tejado, la barandilla de piedra de estilo renacentista. A lo largo de su historia, este complejo ha sido aduana, sede de la Décapole -la federación de las ciudades de Alsacia-, teatro, escuela y sede de un banco y de la Cámara de Comercio e Industria.

Después de maravillarnos con sus fachadas y rincones, los museos de Auguste Bartholdi y el Museo Unterlinden son dos magníficas opciones para conocer

¿Sabías que el creador de la Estatua de la Libertad, el escultor Auguste Bartholdi, nació en Colmar? Pues un museo enteramente dedicado a su figura se encarga de recordárnoslo a través de objetos personales, muebles, fotografías y todo tipo de moldes y piezas.

La ciudad cuenta también con el Museo Unterlinden, el segundo de Bellas Artes más visitado de Francia si exceptuamos los de París. Ampliado y reformado en 2015 con un proyecto de Herzog & de Meuron, lo integran dos espacios: el claustro medieval con la capilla que alberga el Retablo de Issenheim, obra maestra de Grünewald y el ala nueva, ambos comunicados mediante una galería subterránea compuesta por tres salas de exposición que acogen su notable colección de pinturas y esculturas de finales de la Edad Media y el Renacimiento.

 

Para saborear

Diseñado en 1865, el mercado de abastos tradicional de Colmar, de ladrillo y hierro, es ahora un suculento espacio donde una veintena de productores ofrecen productos locales de la más alta calidad y que van de frutas y verduras a carnes y pescados, excelentes quesos, pan, pasteles, aguardientes, especias y todo tipo de delicias de la tierra.

Si la visita nos ha abierto el apetito conviene dominar algunos términos como bæckeofe, choucroute, spätzle o bretzel. No hay que perderse la flammekueche, una tarta flambeada de masa muy fina rellena con una mezcla de nata, queso blanco, bacon y cebolla que se come de aperitivo. Por ejemplo, puede probarse en alguno de los winstubs de la ciudad. La palabra, que significa literalmente ‘cuarto del vino’ se refiere a las antiguas ventas de vino transformadas en tabernas en las que la cocina local es la protagonista.

Por supuesto, hay que dejar sitio para el kougelhopf, el bizcocho de leche símbolo de la gastronomía alsaciana (aunque también se hace en lugares como Suiza y Alemania) que puede rellenarse con pasas o licor.

Mercado de Colmar. Foto Turismo de Colmar.

Bæckeofe, choucroute, spätzle, bretzelColmar está para comérsela. Foto: Turismo de Colmar.

Y, para llevar, siempre es buena idea comprar Bredele, pequeñas galletas típicamente navideñas pero que en lugares como la Maison Alsacienne de la Biscuiterie encontraremos durante todo el año.

Capital del vino

Con 300 días de sol al año, Colmar presume de ser la ciudad más soleada de Francia. Es también la capital del vino de Alsacia. Y eso no es decir cualquier cosa. En la ciudad está la sede de las instituciones más importantes que lo regulan, el Instituto Nacional de Denominaciones de Origen (INAO) y la Comisión Alsaciana del Vino (CIVA).

Pero, sobre todo, de los principales productores de la zona: en la ciudad se reúnen viticultores, comerciantes y todo tipo de personajes que tienen algo que decir sobre el vino.

En el mismo centro de la ciudad encontramos bodegas como Domaine Martin Jund, en la calle de l’Ange, una explotación familiar cuyos vinos tiene certificado de agricultura ecológica. En la visita se aprende sobre los diferentes vinos de la zona: riesling, gewurtztraminer o crémant, todos ellos producidos a base de uva cosechada en los alrededores de Colmar.

Los viñedos rodena Colmar, la capital del vino de Alsacia. Foto Ben Kerckx  Pixabay

Los viñedos rodean Colmar, la capital del vino de Alsacia. Foto: Ben Kerckx | Pixabay.

A poca distancia, el Domaine Robert Karcher et Fils nos recibe en una antigua granja de 1602. Entre toneles de roble centenarios practican lo que denominan “viticultura razonada” con métodos naturales para el control de plagas y malezas.

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