Capri, glamour a la italiana

Viajamos a la isla italiana con más encanto del mar Tirreno, un rincón que atrapó por igual a emperadores y estrellas del jet set

Hablar de Capri es hacerlo de lujo, sofisticación y glamour. Pero la isla es también enigmática, hedonista y hogar de maravillas naturales como I Faraglioni o la Grotta Azzura. Es un lugar de infinita belleza y aguas turquesas donde, según afirmó el mismísimo Homero, habitaban las sirenas. Y no es casualidad que los viajeros de todas las épocas de la historia hayan llegado a Capri para practicar una de las formas de vida más aclamadas de Italia, la dolce vita.

Ya en tiempos de romanos, Capri atrajo a sus emperadores. Cansados quizás de grandilocuentes lugares como Roma, eligieron esta pequeña isla de apenas unos 10 kilómetros de superficie, como lugar de descanso vacacional. Mientras que el emperador Octavio Augusto pasaba allí pequeñas temporadas, dedicado al relax y al dolce far niente, Tiberio la convirtió en su residencia oficial y construyó sobre aquel coqueto pedazo de tierra en el Golfo de Nápoles nada menos que 12 villas, algunas de ellas todavía visitables hoy, como la icónica Villa Jovis.

La influencia de Capri para artistas, aristócratas y ‘celebrities’ de todo tipo se traduce incluso en unos pantalones y unas sandalias artesanas que han hecho trascender su nombre

A modo de bastión sobre el monte Tiberio, a unos 300 metros sobre el nivel del mar, la Villa Jovis ocupa más de 7.000 m2 y goza de unas vistas inigualables hacia el golfo. Con termas, estancias imperiales, suelos de mármol, habitaciones para el servicio y el lujo como santo y seña, se puede decir que no le faltaba ni un detalle.

Anacapri. Foto Nitish Patel en Pixabay

Vista del mar y la estatua del emperador Augusto desde el monte Solaro, en Anacapri. Foto Nitish Patel | Pixabay.

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Cuando la jet set descubrió Capri

Muchos siglos más tarde, tras la ocupación de la isla por tropas francesas e inglesas, las tornas cambiaron para Capri. Pero tras años de pobreza y miseria, a partir de la década de 1950, Capri recuperó fuelle y el turismo se convirtió en uno de sus mayores reclamos.

En esa época atrajo a aristócratas, artistas, intelectuales y la jet set. La isla fue habitual para Jackie Kennedy Onassis, que pasaba largos veranos y donde hizo famosas las sandalias ‘made in Capri’, las creaciones de Amedeo Canfora que hoy llevan el nombre de la que fuera la primera dama de Estados Unidos. Cuentan que un día el propio artesano abrió la tienda a medianoche para atenderla. Icono de estilo, también se hacía a medida en la isla los pantalones que llevan su nombre, los capri, su prenda favorita para sus estadías en el Mediterráneo.

Vistas desde la piazza Umberto I. Foto Getty Images

Vistas desde la piazza Umberto I. Foto: Getty Images.

No fue la única que cayó rendida a los pies de tan magnífico rincón del mundo. Clark Gable, Sofia Loren, Grace Kelly o Audrey Hepburn pasearon por sus calles. Hasta Pablo Neruda lo convirtió en su residencia durante medio año y terminó por enamorarse de la isla. Hoy estrellas como George Clooney o Mariah Carey poseen villas aquí. ¿Casualidad? No lo es, porque esta pequeña isla esconde un paraíso, un edén Mediterráneo en el que todos quieren pasar, por lo menos, una temporada.

¿Qué ver y hacer en Capri?

A Capri se viaja en barco. Ya sea desde Nápoles, Sorrento o Salerno, las embarcaciones llegan a la conocida como Marina Grande, en la parte baja de la isla. Desde allí, se sube a pie o en funicular a la ciudad de Capri, llegando a la Piazzetta, su punto neurálgico. Esta plaza, también conocida como de Umberto I, fue un antiguo mercado de verdura y pescado, pero hoy en día está plagada de terrazas, pasando a ser el centro de la vida social, donde sentarse a disfrutar de un aperitivo y practicar el ‘ver y ser visto’.

Rincones llenos de encanto de Capri. Foto Ellena Mcguinness Unsplash

Vengamos de donde vengamos llegaremos a la Marina Grande de Capri. Foto: Ellena Mcguinness | Unsplash.

Muy cerca de allí se encuentra su Milla de Oro, Le Camerelle, circundada de boutiques de lujo de firmas tanto italianas como internacionales, además de las nativas de Capri como la anteriormente mencionada Canfora. Esa misma calle desemboca en la coqueta Via Tragara, con un mirador al fondo, desde donde admirar los farallones.

Capri cuenta además con otra zona más tranquila, Anacapri, donde la vida transcurre más lenta. Uno de los planes más apetecibles es coger un telesilla desde la plaza Vittori para ascender hasta el Monte Solaro. La cima ofrece vistas de infarto sobre toda la isla. También en Anacapri conviene visitar la Villa San Michele, la que fuera residencia del médico y escritor sueco Axel Munthe. Muchos hablan de ella como ‘el paraíso en la tierra’ por su infinita belleza y su colección de esculturas y mosaicos que van desde la Antigüedad hasta nuestros tiempos.

La Piazzetta es el centro neuraÌlgico de Capri. Foto Getty Images

La Piazzetta es el centro neuraÌlgico de Capri. Foto: Getty Images

¿Es Capri de playa? No especialmente. Al ser sus cosas tan escarpadas, los accesos se hacen complicados y cuentan con pequeñas entradas de mar en espacios casi imposibles. Lo que no faltan son las aguas color turquesa. Por ejemplo, la Marina Piccola, entre las más bellas de toda Italia, o la Fontelina.

Capri, desde el mar

Una de las mejores formas de conocer una isla es, sin duda, desde el mar. Y Capri es especialmente bella desde el gran azul. Desde sus marinas parten rutas que visitan los maravillosos farallones y las grutas. Seguramente habrás visto decenas de veces las tres formaciones rocosas conocidas como I Faraglioni que se alzan sobre el mar. Cuentan que un beso con la pareja bajo su cavidad central sellará el amor para siempre.

Otro de los principales alicientes marineros de Capri es su Grotta Azzura (gruta azul). Y es que cuando los rayos de sol penetran en la cueva tornan el fondo de la gruta de un azul casi imposible. Aunque es una de las principales atracciones turísticas, no es fácil llegar. A menudo hay que cambiar de embarcación a unos pequeños botes con remos para poder entrar en la gruta. Además, si sube la marea, el mar cierra el acceso a la gruta.

La Grotta Azurra y su color increiÌble. Foto Getty Images

La Grotta Azurra y su color increiÌble. Foto: Getty Images.

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La gastronomía de Capri

¿Sabías que en esta isla surgió la célebre ensalada Capresse? Pudo ser en el restaurante Quisisana, según cuentan siguiendo el Manifiesto Futurista de Marinetti, fiel defensor de la cocina vegetariana. Puede que fuera un trabajador quien, para sus descansos, se preparaba con esmero bocadillos con los colores de la bandera italiana. Sea cual sea la teoría acertada, lo cierto es que esta fantástica combinación de mozzarella, tomate y albahaca es uno de los platos que desde esta pequeña isla del Mediterráneo ha viajado por todo el mundo.

Los restaurantes que hay que conocer son Da Tonino, uno de los mejores, con un jardín de lo más apetecible, Villa Verde y sus pizzas cocinadas al horno de leña o Al Grottino, que ya forma parte de la historia de Capri.

Si buscas un espacio romántico y con vistas, Terrazza Brunella es la respuesta. Cocina de la isla sobre la bahía de la Marina Piccola como telón de fondo. Para un día al aire libre, el plan es visitar Il Riccio, el beach club del hotel Capri Palace al que la cocina del chef Andrea Migliaccio le ha vaido 1 estrella Michelin.

Terrazza Brunella

Foto: Terrazza Brunella.

Capri también es dulce. Y prueba de ello son creaciones como la torta caprese, un pastel de almendras y chocolate que nació en 1920 y fue uno de los favoritos de Al Capone o los caprilú, unas tortas de pasta de almendras y limón. Ambos pueden conseguirse en Buonocuore, una de las heladería-pastelería más especiales de la isla. 

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