Caminos de ronda: la magia de explorar la Costa Brava a pie

Con el azul del mar Mediterráneo como compañero, estas rutas nos adentran en los pueblos de pescadores, acantilados, calas de agua cristalina y miradores más hermosos de la Costa Brava

Caminos de ronda, Costa Brava

Caminos de ronda. Foto: Turismo Lloret de Mar.

Si a calas secretas entre acantilados y pinares, pueblos marineros y un mar de aguas turquesas le añadimos rutas prohibidas, estraperlo y contrabandistas y lo colocamos sobre un mapa, el resultado solo puede ser una ruta: los caminos de ronda que permiten bordear toda la Costa Brava entre Blanes y Portbou.

En realidad, no es solo un sendero, sino muchos, los englobados bajo el término caminos de ronda que, si bien trazados desde tiempos inmemoriales para comunicar las distintas poblaciones a lo largo de la costa, fueron especialmente utilizados por carabineros y guardias civiles para realizar ‘la ronda’ -de aquí su nombre- y controlar las actividades ilegales de contrabando y estraperlo.

En este sentido, lugares como la cala del Port d’Esclanyà, el chalet de sa Perica en Tamariu, la cueva del Tabac, la cala del Cau, la cala dels Frares a los pies del acantilado del Cap de Sant Sebastià y la playa del Golfet eran algunos de los rincones favoritos de las cuadrillas de contrabandistas, escondrijos que aún se pueden ver hoy y que permiten conocer hasta qué punto conocían cada centímetro del litoral.

Caminos de ronda
Los caminos de ronda bordean toda la Costa Brava. Foto: Turismo Lloret de Mar.

Una ruta de rutas

Veredas estrechas solo accesibles a pie, desniveles, continuas subidas y bajadas son la tónica de estos caminos, muchos de los cuales englobados en el sendero de gran recorrido GR-92, y que suman unos 200 km de paisajes increíbles junto al mar.

Sus marcas rojas y blancas son un buen indicador en tramos más agrestes, si bien la mayor parte de estos senderos no dejan mucho lugar a la duda.

Cami de ronda
Esta es la mejor forma de conocer la Costa Brava caminando. Foto: David Aparicio | Arxiu Imatges PTCBG.

Disponible en cualquier momento del año y apta para cualquier persona con una mínima condición física, basta con estar pertrechados por agua, protector solar, gorro y calzado cómodo para lanzarse a recorrerla. El bañador, claro, es otro imprescindible para darse un baño en las refrescantes calas y playas que saludan por el camino.

Hay mil y una manera de recorrer los caminos de ronda: por libre o bien participando en alguna ruta organizada, en un viaje de varias etapas o dividiéndolo en distintas excursiones de una o dos jornadas. Aquí nos quedamos con algunos de sus tramos más recomendables.

A lo largo de los caminos de ronda se descubren calas, pueblos de pescadores, villas costeras y bosques mediterráneos

A poco de salir de Lloret se puede descubrir cómo vivían los antiguos íberos en el poblado reconstruido de Turó Rodó, y también se van desplegando calas como las de de los Trons, la Punta de los Cabdells y la dels Frarers.

De Blanes a Tossa de Mar

Un total de 21 km de senderos separan Blanes y Tossa de Mar, un constante sube y baja típico de los caminos de ronda que, al menos, regala vistas a monumentos y paisajes como el castillo de Sant Joan, que preside la bahía de Blanes o el poblado reconstruido de Turó Rodó, cerca de Lloret de Mar, donde descubrir cómo vivían los antiguos íberos.

Sa Caleta, Lloret de Mar
Sa Caleta, Lloret de Mar. Foto: Turismo Lloret de Mar.

Las vistas espectaculares son constantes, como las que se obtienen desde el santuario de Santa Cristina de Lloret de Mar, en la punta de En Rosaris o en la punta de Es Cards.

Entre tramos vertiginosos a orillas del mar, escaleras de piedra, senderos, bosques mediterráneos y también alguna que otra urbanización menos atractiva se despliegan además increíbles calas como las de los Trons, Punta de los Cabdells, dels Frarers, Porto Pi, Figuera, Allà on Raja l’Aigua o la fantástica es Codolar bajo las murallas y las torres de la Vila Vella de Tossa de Mar.

Tossa de Mar
Tossa de Mar. Foto: Hecktic Travels | Archivo PTCBG.

De Sant Feliu de Guíxols a Palamós

Otro hermoso tramo de los caminos de ronda transcurre por los 17 km que conectan Sant Feliu de Guíxols y Palamós.

Ya desde el principio se accede a calas y playas, como la cala del Molí, la cala Maset y la playa de Sant Pol.

En S’Agaró, la ruta deja los senderos sin pavimentar para transitar por el paseo novecentista proyectado por el arquitecto Rafel Masó en 1916.

Más adelante, en la desembocadura del río Riudaura, continúa por el paseo marítimo de Platja d’Aro para después serpentear entre acantilados, calas y playas de arena gruesa en dirección a Sant Antoni de Calonge.

Palamós
Playa de Castell, Palamós. Foto: Francesc Tur | Arxiu Imatges PTCBG.

La playa de Palamós es el premio final a una jornada de escaleras y abruptas subidas y bajadas salpicadas la mayor parte de las veces por hermosísimas vistas del mar.

De Palamós a Calella de Palafrugrell

Entre estas dos localidades hay un trayecto de 9 kilómetros que se cuenta entre los los recorridos más bonitos de la Costa Brava.

El punto de partida es la playa de la Fosca, en Palamós, por el camino que un poco más adelante lleva a la playa virgen del Castell y a los restos del castillo de Sant Esteve de Mar.

Cala S'Alguer en Palamós.
La marinera cala S’Alguer, Palamós. Foto: Òscar Vall | Arxiu Imatges PTCBG.

A continuación, se atraviesa el extenso parque de La Pineda d’en Gori, con 30.000 m2 de pinos blancos y agradecidas sombras, y las casas de pescadores de Cala S’Alguer, con sus paredes blancas contrastadas con puertas y ventanas de colores intensos.

Mientas el camino asciende se ven, allí abajo, hermosas calas bañadas por aguas turquesas como las de Sanià, Estreta, Roca Bona, Cap de les Planes, El Vedell, Els Corbs y Els Canyers.

El sendero bordea el hermoso jardín botánico de Cap Roig, donde cada verano se organiza un aclamado festival para llegar a Calella de Palafrugell.

Calella de Palafrugrell
Calella de Palafrugrell. Foto: Anna Pla-Narbona | Arxiu Imatges PTCBG.

De Calella de Palafrugell a Tamariu

Algo más corto, unos 7 km, es el camino de ronda que conecta Calella de Palafrugell con Tamariu, que lo hace perfecto para entretenerse por el camino con lugares como el faro de Sant Sebastià, un mirador a 170 m sobre el mar construido en el siglo XIX hoy reconvertido en restaurante, Far Nomo, y con una de las vistas más fascinantes de la Costa Brava.

Una ermita del siglo XVIII, una torre de vigilancia del XV y un yacimiento ibérico del siglo VI a. C. completan los atractivos de este lugar, que abandonamos descendiendo por un acantilado en un entorno de pinares que rivalizan con el mar.

Camino de ronda
Camino de ronda Tamariu. Foto: Sherry Ott | Arxiu Imatges PTCBG.

Las aguas de color turquesa reclaman de nuevo la atención en lugares como la cala Pedrosa o la playa de Els Lliris, perfectas para el baño, así como en cualquier otra de la localidad de Tamariu.

De Cadaqués al Cap de Creus

En el norte, el camino que hay que hacer sí o sí es el que transita por el agreste Parque Natural del Cabo de Creus, territorio del potente viento de la tramontana y también plagado de ascensos y descensos que, a cambio de una considerable fatiga, recompensan con algunos de los más hermosos paisajes costeros.

Pero antes de salir de Cadaqués hay que conocer este pueblo de casas blancas y pescadores que ha seducido a lo largo de la historia a artistas como Pablo Picasso a Paul Eluard, Federico García Lorca, Luís Buñuel, Marcel Duchamp, Max Ernst, René Magritte y, por supuesto, Salvador Dalí.

Cadaqués
Cadaqués. Foto: Arxiu Imatges PTCBG.

Este último vivió de forma regular en Portlligat, una cala a dos kilómetros del pueblo donde construyó una casa que, conforme pasaban los años, crecía como un coral y que actualmente, convertida en casa museo, se puede visitar (es uno de los tres museos que conforman, junto al de Figueres y el Castillo de Púbol, el Triángulo Daliniano).

Pero hemos venido a andar para lo que habrá que seguir, en este caso, marcas rojas y verdes (este tramo no se corresponde con el GR-92) para adentrarse en terrenos pedregosos, a veces flanqueados por muros de piedra, que dejan un rosario de pequeñas calas como las de Es Jonquet, Sant Lluís o Guillola.

Hay sectores de acantilados y olas que rompen entre las rocas en un recorrido acompañado siempre por el silbido del viento hasta llegar a la columna blanca del faro del Cabo de Creus.

Cabo de Creus
Cap de Creus. Foto: Albert Duch | Arxiu Imatges PTCBG.

En los alrededores, el paraje de Tudela, una de las joyas del Parque Natural del Cap de Creus con formaciones rocosas que, se dice, inspiraron a Salvador Dalí en obras como El gran masturbador.

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