¿Y si Barcelona pusiera barreras para limitar el turismo?

La decisión de Venecia de colocar tornos para controlar el turismo abre el debate sobre las medidas para frenar la masificación

El ayuntamiento de Venecia colocó tornos para controlar el acceso de turistas a la ciudad, y en caso de que se exceda la capacidad fijada por las autoridades, los visitantes no podrán ingresar. Tal como si fuera un parque temático. La medida, que por ahora tiene mucho de publicidad y poco de efectividad, abre un debate sobre la eficacia de estas acciones contra la masificación.

Barcelona también está en el punto de mira. La capital catalana, según datos del Ayuntamiento, tiene una proporción de nueve visitantes por cada habitante (14,5 millones de turistas en una ciudad de 1,6 millones de habitantes). En Venecia, esta ratio se dispara en 600 a uno (30 millones de visitantes frente a 50.000 residentes).

¿Sería posible en Barcelona?

La presión turística sobre Barcelona suele generar en una usina de ideas y propuestas para regular el turismo, pero sería imposible poner en práctica una normativa como la de Venecia, dicen los expertos consultados por Cerodosbé

Inclusive la idea es descartada por el Ayuntamiento: «Conocemos la iniciativa y conocemos la problematica de Venecia, pero no es una solución que estemos contemplando para Barcelona. Cada ciudad busca la solución más adecuada a cada realidad concreta», indicaron fuentes del consistorio a Cerodosbé.

Una de las razones de la imposibilidad es geográfica: “Venecia tiene una muralla natural, las aguas de su laguna. En Barcelona no se pueden poner tornos en calles como Las Ramblas, eso limitaría el tránsito de los vecinos”, dice Ricard Santomá, decano de la Facultad de Turismo y Dirección Hotelera Sant Ignasi (de la Universidad Ramon Llull).

Para este experto, la decisión de Venecia es una “solución drástica” a un problema que no se abordó a tiempo. “Las políticas se deben pensar a corto y largo plazo, y esta es una solución a corto plazo”.

Como en un parque temático

Para Albert Saló, responsable de investigación de la Escuela de Turismo y Dirección Hotelera de la Universidad Autónoma de Barcelona, la medida de Venecia no es una mala idea para contrarrestar la presión turística, aunque a largo plazo repercute que los visitantes (y por no hablar de los residentes) sienten que están en medio de un parque temático.

Barcelona tiene una ratio de nueve turistas por habitante. En Venecia, esa proporción trepa a 600 visitantes por residente

Saló coincide en que sería imposible ponerlo en práctica, pero recuerda que la medida no es tan diferente a la que se implementó en el Park Güell o el Poble Espanyol, sitios que eran de acceso gratuito y que ahora son de pago (en el primero, los residentes tienen que gestionar previamente un pase sin coste).

Para la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible, la medida de Venecia es contraproducente, «como fue en Barcelona» con el parque creado por Gaudí, dicen, «donde no se ha resuelto el problema de masificación y además la ciudad ha perdido un parque», indicaron a este medio.

¿Y en los pueblos?

Si algún pueblo como Cadaqués, que tiene una alta presión turística y cuyos accesos son más limitados, decidiera imitar a Venecia, previamente cabría hacer un debate y un estudio “para conocer el número exacto de visitantes”, considera el investigador de la Autónoma.

La decisión de Venecia de limitar al turismo podría ser imitada por Capri

“Antes de llegar a este tipo de soluciones, hecho en falta mesas redondas con representantes académicos, vecinos, hoteles y debatir qué tipo de ciudad se quiere”, dice Saló.

Capri sigue en la lista

La decisión de Venecia podría ser imitada por Capri, precisa The Telegraph. La pequeña isla frente a Nápoles recibe a dos millones de turistas al año, y entre junio y septiembre se viven escenas de multitudes subiendo sus cuestas.

De hecho, esta medida no es tan drástica como la de Tailandia, que directamente prohibió las visitas a la isla de Maya Bay, famosa por ser escenario de la película La Playa, con Leonardo DiCaprio.

Soluciones para Barcelona

Para Santomá, una solución para Barcelona como para los otros destinos es imponer tasas turísticas más altas. “En Bután la tasa llega a los 250 dólares diarios”, cita.

Otra alternativa es un uso más inteligente de las tecnología. “El big data puede ayudar a identificar los perfiles de turistas”, indica, y se le podría recomendar destinos alternativos menos masificados que permita redistribuir el flujo de visitantes.

En el caso de la Asamblea de Barrios, «se trata de regular la industria, no de poner puertas en medio de la ciudad». Para ello, sugieren «reducir los flujos de turistas, aumentar la fiscalidad, eliminar las subvenciones y desgravaciones fiscales al sector, y asegurar condiciones laborales dignas y sueldos decentes» a los empleados en el turismo.

Control a los alojamientos

La propuesta de Saló, en su caso, es limitar las licencias a los apartamentos y mantener la moratoria hotelera. “Controlando la demanda a partir de la oferta de alojamiento, el flujo turístico sería más fácil de gestionar”.

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