48 horas en Riga, la capital más sorprendente del Báltico

Sabrosa y bella, la capital letona es una alternativa perfecta a los que huyen, al mismo tiempo, del turismo masificado y del calor

Su estratégica posición en el Báltico hizo de Riga una de las ciudades comerciales más prosperas de la región. Punto de unión entre las vastas llanuras rusas y los reinos germánicos y escandinavos, este antiguo miembro de la Liga Hanseática, fundada en 1201, no recibe el sobrenombre de ‘la París del este’ por casualidad.

De hecho, tras severas y hermosas reconstrucciones, Riga brilla con luz propia hasta el punto de ser una escapada imprescindible entre los que buscan algo diferente en el viejo continente.

Entre mayo y octubre, con muchas horas de luz y temperaturas agradables, disfrutaremos de una Riga sorprendente

[Para leer más: Cinco razones por las que enamorarse del barrio judío de Budapest]

Cuándo y cómo viajar a Riga

Durante los meses de invierno, Riga es una ciudad bastante fría, donde la humedad no ayuda precisamente a disfrutar de sus encantos.

Casa de los Cabezas Negras. Foto: Sergio Cabrera.
Casa de los Cabezas Negras. Foto: Sergio Cabrera.

Sin embargo, a partir de mayo y hasta octubre la capital letona reverdece y se convierte en un destino donde es posible pasear con luz solar hasta altas horas, siempre a una temperatura agradable que justifica que todo el centro histórico esté lleno de terrazas en las que brindar con alguna cerveza local, picar bocados de cualquier rincón del mundo y degustar sabores tradicionales.

Los vuelos que conectan España con Riga (desde Madrid y Barcelona) permiten llegar a Letonia en la tarde-noche del viernes y volver el domingo pasado el mediodía, por lo que la ciudad es perfecta para una escapada corta de dos noches.

El rascacielos de corte soviético que acoge la Academia de Ciencias de Letonia ofrece las mejores vistas 360º de la ciudad

Aunque la oferta hotelera no es tan amplia como en otras capitales (algo lógico teniendo en cuenta su tamaño), no faltarán alternativas para elegir pernoctar en pleno centro. Una vez allí no necesitaremos ningún medio de transporte más hasta que tengamos que volver a coger el autobús hasta el aeropuerto (cuyo billete no supera los 2 euros; el taxi no merece la pena).

Academia de las Ciencias de Letonia, Riga. Foto: Sergio Cabrera.
Academia de las Ciencias de Letonia, Riga. Foto: Sergio Cabrera.

Las mejores vistas de la ciudad

Riga es una ciudad pequeña, pero visitarla implica caminar bastante, calles adoquinadas incluidas, por lo que conviene calzar zapatos cómodos en todo momento.

La mejor idea es comenzar el sábado por la mañana acercándonos a la Academia de Ciencias de Letonia. Este edificio de arquitectura soviética, al estilo de las grandes torres estalinistas de Moscú, cuenta con el mejor mirador de la ciudad.

Con 360º de vistas al aire libre, nos permitirá hacernos una idea de cómo es Riga y planificar, al menos visualmente, lo que nos espera durante este fin de semana. Con 108 m. de altura, fue el primer rascacielos de la ciudad, levantado entre 1953 y 1956 como ‘un regalo de los obreros y campesinos de la URSS a Letonia’ (5 euros, abre a las 9:00 horas).

En el camino de ida pasaremos por mercados tradicionales y bordearemos el Mercado Central, construido en antiguos hangares militares para zeppelines de la I Guerra Mundial. Son cinco hangares, hoy otros tantos pabellones, cada uno especializado en un tipo de producto (salvo uno, que se ha reconvertido en food court y del que hablaremos después).

Vista de Riga con el Mercado Central en primer término. Foto: Sergio Cabrera.
Vista de Riga con el Mercado Central en primer término. Foto: Sergio Cabrera.

La Riga medieval

Volveremos sobre nuestros pasos al centro histórico para empezar una visita que nos llevará a la Riga medieval y hanseática. La Plaza del Ayuntamiento es el epicentro de la ciudad. Uno de sus puntos fuertes, el Museo de la Ocupación, se encuentra en obras, pero el resto está abierto al público.

La fachada de la Casa de los Cabezas Negras es una de las más hermosas de toda Europa del norte

Lo que más nos llamará la atención es la Casa de los Cabezas Negras. Es el edificio de una particular asociación de comerciantes de origen teutón y su visita, imprescindible.

Aunque la construcción original es de 1334, veremos una reconstrucción de 1999, pues la II Guerra Mundial arrasó Riga. El salón de baile y las obras que alberga ya por sí mismos merecen la pena, pero también sus almacenes subterráneos o sus esculturas palaciegas. La fachada, por supuesto, no tiene parangón en Europa del Norte.

Los Tres Hermanos, en el centro medieval de Riga. Foto: Pixabay.
Los Tres Hermanos, en el centro medieval de Riga. Foto: Pixabay.

Dos de los principales edificios religiosos están en direcciones opuestas desde la plaza consistorial. A la derecha, la iglesia de San Pedro, con su campanario de 70 metros de altura; a la izquierda, la Catedral, que no merece tanto la pena entrar como verla desde fuera y tomar un refrigerio en su siempre ambientada plaza, donde se encuentran algunos edificios ministeriales y empresas importantes de Letonia.

Entre castillos y puentes

Desde la Catedral caminaremos al Castillo de Riga y aprovecharemos para acercarnos al río, donde se levantan puentes de arquitectura del siglo XXI como el Vansu con otros de inspiración modernista e imperial, entre ellos el Puente de Piedra o el de estilo germánico de hierro por el que cruzan los trenes.

Si nos apetece, allí mismo tendremos el barco que nos hará un tour por el río Daugava e incluso nos llevará al Golfo.

Merece la pena hacer un recorrido por el río Daugava. Foto: Pixabay.
Merece la pena hacer un recorrido por el río Daugava. Foto: Pixabay.

El centro medieval sigue guardando sorpresas, como los Tres Hermanos (tres casas medievales unidas) o la Puerta Sueca, perteneciente a la antigua muralla.

A un paso de esta, el Museo de la Guerra permite a los amantes de la historia contemporánea una visión muy fresca de las Guerras Mundiales, con una puesta en escena muy llamativa y dinámica, en la que los audiovisuales son protagonistas.

Art Nouveau

Tras una pausa para almorzar, toca empezar a ver los ensanches de la ciudad. Riga es importante por su arte Modernista y Nouveau, de ahí que no podamos evitar pararnos a admirar fachadas una y otra vez, al salir de la isla que forma el casco histórico, separado por el canal del parque Pilsetas del resto de la urbe.

Ópera Nacional, Riga. Foto: Sergio Cabrera.
Ópera Nacional, Riga. Foto: Sergio Cabrera.

El reloj Laima (que es como el toro de Osborne en España, una publicidad, en este caso de chocolates, que ya es símbolo nacional), a un paso de la Ópera Nacional, hace las veces de puerta de entrada.

Tras él, el imponente Monumento a la Libertad (obelisco de 42 m de altura, construido en 1935 por KÄrlis ZÄle) y la Catedral Ortodoxa. Esta merece muchísimo la pena, pues su interior está decorado con gran belleza, dorados, arte sacro… Y si coincide con una misa, mucho mejor.

¿Qué comemos en Riga?

Podremos aprovechar para degustar bocados dulces en alguna de las pastelerías artesanas que han abierto en este primer ensanche de Riga.

Catedral ortodoxa de Riga. Foto: Sergio Cabrera.
Catedral ortodoxa de Riga. Foto: Sergio Cabrera.

Destaca Kukotaba (Terbatas, 10), con un gran mostrador donde elegir entre más de una docena de bollos y tartas. Y, si lo que queremos es una experiencia de salón de té, debemos ir a Crumble Cake (en el centro histórico), a BakeBerry, con bastantes tartas a elegir, o la popular Martina’s Bakery.

Para cenar, podemos optar por restaurantes tradicionales o volver al Mercado Central y descubrir CentrÄlais Gastro Tirgus, que pasando a lo largo del día de tienda gourmet a food court con muchas opciones internacionales donde elegir.

Podremos degustar incluso cocina georgiana, quizás la mejor de las gastronomías de la antigua URSS (de hecho, en el centro de Riga hay un restaurante georgiano bastante interesante, el Alaverdi, si queremos ahondar en ella).

Otro restaurante que merece mucho la pena es Uzbegims, cuyo chef ofrece la cocina tradicional de su país: Uzbekistán.

Especialidades letonas

Los bocados letones como tal se pueden probar en cualquier momento en pequeñas panaderías o tiendas de conveniencia. Por ejemplo, los piragi, que son bollitos rellenos de tocino.

Centralais Gastro Tirgus, Riga. Foto: Sergio Cabrera.
Centralais Gastro Tirgus, Riga. Foto: Sergio Cabrera.

La cocina letona es bastante calórica, por lo que se puede hacer algo pesada en verano. El plato más famoso es la Karbonade, una hamburguesa de carne de cerdo con patatas que se sirve con salsa de queso fresco y hierbas aromáticas, así como los ahumados (se pueden comer en los restaurantes del mismo nombre).

El domingo, antes de salir, merece la pena acercarse a las calles más alejadas del ensanche y ver las consideradas mejores fachadas art nouveau. Son las de las calles Alberta, con ocho edificios protegidos (números 2, 2a, 4, 6, 8, 11, 12 y 13) y Elizabetes.

Pero cualquier paseo, incluso sin rumbo, nos dejará boquiabiertos, así que no nos equivocaremos si decidimos otras rutas por esos barrios adyacentes.

Las fachadas art nouveau son un espectáculo en Riga. Foto: Pixabay.
Las fachadas art nouveau son un espectáculo en Riga. Foto: Pixabay.

También podremos cruzar el río y visitar la futurista Biblioteca Nacional de Letonia, en un edificio muy particular, así como otros edificios de grandes compañías tecnológicas y bancos.

Tendremos el tiempo justo de volver al centro y comprar unos piragis para el camino, chocolates de Laima, galletas Selga y dar el último paseo por las calles medievales que rodean la iglesia de San Pedro, con un simpático puesto de tiro con arco incluido.

a.
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