¿Orden o desorden? Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras

Una muestra en el IVAM indaga en obras y artistas que, como Otto Dix, Man Ray, Salvador Dalí o Federico García Lorca se rebelaron contra la moral pública represiva

Des orden moral. Foto Ana Escobar EFE.

Des orden moral. Foto Ana Escobar EFE.

Alemania acaba de perder una guerra. Francia y Gran Bretaña, de ganarla. En las sociedades, que se recuperan de sus respectivos traumas, rigen normas decimonónicas moldeadas por la religión que encorsetan los comportamientos sexuales de los individuos. La moral represiva imperante no puede, sin embargo, impedir las rupturas del orden establecido, como se encarga de representar el arte de esta época.

Con el nombre de DES/ ORDEN MORAL. Arte y sexualidad en la Europa de Entreguerras, el IVAM examina, a través de un total de 219 pinturas, dibujos, grabados, fotografías, esculturas, películas y documentación de más de 50 artistas como Otto Dix, George Grosz, Rudolf Schlichter, Francis Picabia, Man Ray, Claude Cahun, Tamara de Lempicka, Jeanne Mammen, Hannah Höch, Salvador Dalí o Federico García, las representaciones de la sexualidad en el arte y en la cultura visual en la Europa de entreguerras.

Del inusitado interés por el erotismo en un Berlín desquiciado por la derrota a la muestra de modelos de sexualidad no heterodoxa y el auge del fenómeno de la garçonne en París pasando por los componentes polisexuales del grupo de Bloomsbury en Londres o Sussex transgredieron las reglas de la sociedad eduardiana, la muestra, comisariada por Juan Vicente Aliaga y coordinada por Marta Arroyo Planelles, refleja estas rupturas del orden establecido.

Trauma y deseo

Tras la primera guerra mundial, “Alemania se sumió en una fractura psicológica”, explica Aliaga. En tiempos de la República de Weimar, con las calles plagadas de heridas y mutilados y una deteriorada situación económica, la sexualidad es un tema recurrente para muchos artistas.

Appassionata Marta e i marchettoni, 1939. Carol Rama
‘Appassionata Marta e i marchettoni’, 1939. Carol Rama.

En Berlín, donde Magnus Hirschfeld funda el Instituto para la Ciencia Sexual en 1919, se produce un inusitado interés por plasmar la actividad erótica. Es el caso de las pinturas, dibujos y grabados de Otto Dix, George Grosz y Rudolf Schlichter que abundan en la representación de la prostitución femenina expuesta a menudo a la violencia.

Asimismo, en el ámbito germánico emergen propuestas en las que despunta la subcultura homosexual y lésbica presente en las acuarelas de Jeanne Mammen y en los collages de Hannah Höch.

Las obras de Hans Bellmer, André Masson, Alexander Gergely y Salvador Dalí rompieron el sentido del pudor con su eclosión visual de cuerpos y órganos sexuales

El círculo de Bloomsbury y otras estéticas

La condena de Oscar Wilde por escándalo sexual en 1895 es solo una muestra de la moral victoriana en Inglaterra, que se extendió más allá del siglo XIX y persiguió la sexualidad heterodoxa.

Círculos intelectuales de Oxford y Cambridge, con artistas como Rupert Brooke y los denominados neopaganos, que se bañaban desnudos y vivían como bohemios siguiendo la estela del sexólogo Edward Carpenter, exaltaron en sus trabajos los deseos de una juventud que aspiraba a amor, flores y risas y que se daba de bruces con la realidad de posguerra.

Nunca llegaron tan lejos los integrantes del grupo de Bloomsbury (Vanessa Bell, Duncan Grant…) que tanto en Londres como en la protegida campiña de Sussex transgredieron las reglas de la sociedad eduardiana.

Barbette, 1926. Foto: Man Ray.

Entre máscaras y disfraces

En el contexto francés, París es una urbe en la que afloran locales que acogen a los llamados invertidos. Brassaï captó algunos de estos fragmentos de vidas ajenas al orden heteropatriarcal. La capital francesa será pródiga en manifestaciones de sexualidad heterodoxa y es refugio de artistas e intelectuales entre los que se contaban muchas parejas de mujeres lesbianas como Romaine Brooks y Natalie Barney o Gertrude Stein y Alice B. Toklas, o la pintora danesa Gerda Wegener y su marido Einar, que se identificaba como Lily, una de las primeras  mujeres transexuales conocidas, que anhelaban disfrutar de la existencia siguiendo sus propias reglas en un ambiente de permisividad y al abrigo de las miradas indiscretas.

En una España en la que las mujeres eran ciudadanas de segunda, surgen ‘Las sinsombrero’, un grupo de artistas e intelectuales que, como Maruja Mallo, se enfrentan a las convenciones machistas

Sin embargo, París también será el lugar donde se practicó la censura como sucedió con la revista Inversions (1924-1925) que dejó de salir por atacar supuestamente las buenas costumbres. “En esta revista tuvo un papel destacado Claude Cahun”, explica el comisario de la exposición, “autora de un conjunto admirable de fotografías en las que ella misma, con la ayuda de su pareja, Marcel Moore, se pone en escena interpretando distintos papeles masculinos y femeninos, subvirtiendo de ese modo el estricto binarismo de género imperante”.

En la Francia de esos años estalla el surrealismo que tiene como epicentro de su filosofía de vida el amour fou bretoniano. Las obras de Hans Bellmer, André Masson, Alexander Gergely y Salvador Dalí, entre otras, rompían el sentido del pudor con su eclosión visual de cuerpos y órganos sexuales, aunque canalizando un sinfín de deseos en los que las mujeres quedan relegadas a un papel secundario. No obstante, hubo artistas como la checa Toyen que emprendió un camino propio sin renunciar a vincularse con la esfera surrealista. Una escena que daría importantes frutos en la plasmación de las obsesiones eróticas de Hans Bellmer y Man Ray, entre otros.

Dos mujeres en la playa, 1928. Maruja Mallo.

El sexo lésbico está presente tanto en la fotografía de la alemana Germaine Krull como en los dibujos de la austriaca Mariette Lydis, mientras “la temática homosexual masculina es practicada por Jean Cocteau y por Roland Caillaux de forma discreta, clandestina”, apunta Aliaga.

En paralelo, atraviesa el continente europeo el fenómeno de la garçonne. Muchas mujeres rompen con el llamado eterno femenino y usan pantalones, llevan el pelo corto y fuman desafiando la moral hegemónica. Los periódicos hablan de ello y las tildan de marimachos; el cine y el arte reflejan a la nueva mujer.

Las ‘Sinsombrero’

En el contexto español, la etapa de la II República trajo unos aires de libertad difíciles de encontrar en décadas precedentes. Sin embargo, “el peso de la religión católica y el analfabetismo dificultaron la aparición de pensamiento emancipador”.

Hombre y marinero joven,1929. Federico García Lorca
Hombre y marinero joven,1929. Federico García Lorca.

La timidez, el recato y la prudencia predominan en la mayoría de las producciones culturales y artísticas en un país, además, en el que las mujeres eran ciudadanas de segunda. Aquí destacan las pensadoras y artistas llamadas ‘Las sinsombrero‘ que, como Maruja Mallo, se enfrentan a las convenciones machistas.

Federico García Lorca, verdadera diana de las invectivas del conservadurismo patrio, supo plasmar en silencio en sus dibujos y sonetos el pálpito del amor homosexual mientras otros artistas –Gregorio Prieto, Néstor o Gabriel Morcillo– hacían de la sensualidad y el erotismo una vía para canalizar sus gustos y preferencias.

La muestra se cierra con la sección Totalitarismos viriles, que refleja cómo las dictaduras fascistas (Italia, Alemania, España) implantan un sistema político que persigue a los disidentes y condena la homosexualidad y cualquier atisbo de libertad en las costumbres sexuales.

a.
Ahora en portada