Mujeres, guerras y rostros: las obsesiones de los grabados de Goya

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando inaugura una muestra de grabados de Goya en tres lecturas: lo femenino, la guerra y el rostro

La mujer centra una de las ‘miradas’ de la exposición. Foto: Fernando Alvarado | EFE.

Si tuviésemos que escoger el ‘Goya ‘’más Goya’ sería, probablemente, el de los grabados. Es en estas creaciones gráficas en las que el artista reflexiona con mayor profundidad y en las que busca una mayor conexión con los espectadores de su obra. Y es precisamente el Goya de los grabados el que vuelve a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid con una exposición en torno a tres aspectos clave: el papel de la mujer, la crónica de guerra y el estudio de la fisiognomía.

Hasta el próximo 2 de enero podrá verse esta muestra, bajo el nombre Goya, tres miradas, que reúne 50 grabados de la serie Caprichos, 38 de Desastres y 6 de Disparates– y que coincide con la inauguración de una intercomunicación entre las salas de Goya en el Museo de la Academia y el Gabinete Goya de la Calcografía Nacional.

Tres miradas

Articulada en tres ‘miradas’ o bloques temáticos, la exposición se centra, tal y como explica el académico delegado de la Calcografía Nacional y comisario de la muestra, Juan Bordes, en las “historias secundarias que están contadas en los rostros” que el pintor aragonés dibujó para denunciar las injusticias o para realzar las bondades de España.

La mujer, la guerra y el rostro. Foto: Fernando Alvarado | EFE.
La mujer, la guerra y el rostro. Foto: Fernando Alvarado | EFE.

La primera de estas miradas se dirige a la mujer para bucear en el repertorio goyesco de lo femenino, contemplado desde variados puntos de vista. Así, se muestra el mundo de la mujer dentro de sus actividades cotidianas, sus momentos de ocio y diversión, pero también como objeto de la violencia masculina, víctima de abusos o sometida a la voluntad patriarcal.

Simultáneamente encontramos en sus grabados mujeres fuertes, capaces de defender a sus hijos, a sus familias e incluso a sus ideales patrióticos. Un grupo significativo es el que recoge las prácticas oscurantistas que todavía pervivían en diferentes lugares de España a fines del siglo XVIII y que tradicionalmente atribuían a las mujeres un papel protagonista.
En cualquier caso, explica Bordes, son mujeres a las que Goya hace “dueñas de la sensibilidad” a través de “un catálogo de sentimientos muy extensos”.

El horror de la guerra

La segunda mirada presenta las estampas en las que Goya reflejó el horror de la guerra y sus consecuencias. En este caso es el ser humano universal el protagonista de los hechos; no existen bandos, no hay juicios morales, solo personajes al límite, capaces de cualquier cosa por sobrevivir.

Desastres de la guerra. Foto Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Desastres de la guerra. Foto Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Además de dejar patente que el artista está presente en la sociedad de su época, la Real Academia hace también un guiño a quienes han tildado alguna vez al artista de antipatriótico. “Goya lo que quería era construir. No se ha comprendido el profundo amor a su país, lo que quería era denunciar para tener un país mejor”, puntualiza Bordes.

Esta segunda mirada escoge una selección de estampas presentes en la exposición Goya cronista de todas las guerras, inaugurada en la Calcografía Nacional a principios del siglo XXI, que recorrió después distintas sedes del Instituto Cervantes en Europa y Asia.

Rostros

En última mirada se analizan las relaciones de los rostros goyescos con los tratados de fisiognomía (pseudociencia basada en el estudio del carácter a través del aspecto físico) coetáneos del artista.

Aquellas teorías con paralelismos de expresiones humanas con animales, ya porpulares en el siglo XVI, llegaron a generar una moda del estudio de la animalidad del rostro humano y sus expresiones.

Disparates. Foto: Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando.

A través de estas obras se comprueba cómo Goya construye unos rostros muy alejados del inexpresivo semblante de los cortesanos, cuya máscara es el disimulo. Por el contrario, los rostros de Goya dialogan sin tapujos y directamente con el pueblo, principal destinatario del mensaje de sus estampas.

“Goya construye un rostro brutal con gran intuición a partir de las tres líneas de fisiognomía de la época: los animales, el rostro de los locos, y el caricaturesco”, concluye el académico y escultor sobre esta parte de estampas originales.

a.
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