María Hesse & Ilu Ros: dos velas en un puñado de libros

Como electricistas, María Hesse e Ilu Ros son las creadoras de las ilustraciones que dan luz a los textos y evitan que vivamos en la oscuridad

Maria Hesse, el Placer. Imagen: Penguin Random House.

El trabajo de las ilustradoras María Hesse e Ilu Ros no es muy diferente del que hacen los electricistas. Ellas con sus ilustraciones dan luz a los textos, los otros evitan que vivamos en la oscuridad cada vez que saltan los plomos.

María destaca del trabajo de Ilu su expresividad, los retuerces que hace en la línea de sus dibujos y el dinamismo de la narrativa. A Ilu le parece que mucha gente se siente identificada con las ilustraciones de María; son dibujos que dicen mucho de una manera sencilla por la sensibilidad que tienen.

María Hesse

La ilustradora María Hesse (Huelva, 1982) dice que es muy fácil hablar del éxito, más difícil es reconocer el fracaso. Una frase aplicable a la carrera profesional de una persona y a sus orgasmos, si es que los alcanza a gozar. Lo dice mientras pide un café, al que no acompaña con un cruasán, a pesar de estar en un local, Pum Pum Café, en el que los preparan con mimo, muy cerca de la madrileña plaza de Tirso de Molina.

María Hesse. Foto: Erea Arzumendi.

Practica la misma dieta de concentración de ingesta de alimentos en ocho horas de la que tanto habla el cómico Javier Cansado, dice que si lo hace él no puede ser malo. La también ilustradora Ilu Ros y un servidor, a pesar de gustarnos el humor de este último, preferimos comer un cruasán y pensar cómo quemarlo después.

El placer sexual y un trabajo que nos llene hay que buscarlos, como esos estudiantes que al terminar la carrera en la universidad se van a Londres, a intentar trabajar de lo suyo. Ese viaje a la capital inglesa es un eufemismo, el refugio en el que se esconde el inapetente mercado laboral español.

Sin apenas salidas, probar suerte en el extranjero es una opción conservadora, el riesgo es quedarse en un país gestionado por unos políticos a los que parece incomodarles la ambición profesional, más allá de los trabajos convencionales, que no son conscientes ni del valor ni de la incidencia de la cultura y de la ciencia en la sociedad y que no les duele ver cómo el potencial talento se va en vuelos de aerolíneas de bajo coste con billetes sólo de ida.

Ilu Ros

Ilu Ros (Mula, Murcia, 1985), licenciada en Bellas Artes y Comunicación Audiovisual, nunca se planteó que pudiera dedicarse a dibujar, a ser ilustradora. No sabía ni que existía el oficio. Ese desconocimiento y el panorama nacional hicieron que aterrizara en Londres. En aquella ciudad, donde hace falta la misma cantidad de energía y dinero para vivir, trabajó en un hotel, en una cafetería y se olvidó del dibujo, de trabajar de lo suyo, aunque no supiera que era lo suyo.

Ilu Ros. Foto: JanDrix.

Con las libras que ganaba pagaba el alojamiento y el transporte, poco más. Londres es más agradable en una revista de viajes, un sueño en Instagram. Llegó un punto en el que Ilu pensó que tenía que hacer algo que le hiciera sentir bien y que lo pudiera hacer dentro de su habitación, una estancia ocupada por una cama y su bicicleta. Una habitación propia es clave.

La falta de espacio hizo inviable el pintar y hacer vídeos, así que volvió a dibujar. Dibujando empezó a interesarse en qué era la ilustración y vía internet, por medio de diferentes plataformas, supo lo que se podía hacer a través de las ilustraciones y de que existía la figura del ilustrador, un trabajo con el que hay gente que se gana la vida.

Siguió trabajando como camarera por las mañanas y dibujando su portafolio por las tardes. En Londres estuvo ocho años, regresó en noviembre de 2019 y todavía no puede decir que viva de lo que gana como ilustradora. Ha publicado un libro con una editorial norteamericana, sobre mujeres influyentes, y otro con Lumen, Cosas nuestras. En estos momentos se encuentra inmersa en su tercer libro.

Una habitación propia

La situación profesional de María Hesse es otra. Según sus propias palabras es una privilegiada, desde hace mucho tiempo ella sí vive de la ilustración. Lo malo de alcanzar ese punto, explica, es que el resto de la gente sólo ve lo bonito y no se hace una idea de todo el trabajo que hay detrás, como cuando sólo se ve el último tramo de una etapa ciclista de doscientos kilómetros con tres puertos de montaña de primera categoría tumbado en el salón de nuestra casa.  

Ilustración: María Hesse.

María al principio ganaba poco dinero, pero cuenta que era muy feliz. Ahora gana más dinero, pero nota una presión que antes no sentía, así que le dice a Ilu que disfrute del momento. Aunque es una de las autoras de Lumen que más libros vende, María tiene miedo de perder lo que ha conseguido. Confiesa sentirse juzgada continuamente, no sabe si es por el mayor número de seguidores que tiene en sus redes sociales o porque es una ilustradora implicada a nivel político con el feminismo.

El caso es que tiene que medir mucho su lenguaje para no ofender a nadie. Los hay que tienen una piel más fina que la envoltura que cubre un capullo, de crisálida. Esa es una cara de las redes sociales, la otra ha hecho que a los ilustradores ya no les haga falta un intermediario para enseñar sus dibujos. Ahora la gente los ve en Instagram y decide si les gusta o no.

Desde siempre María ha sabido que quería dibujar, pero no sabía hacia donde enfocarlo. También quiso ser cantante, actriz y pintora. Cuenta que es ilustradora desde que era una niña, cuando dibujaba los Cuentos de la media lunita que contaba su profesora en clase. Más adelante empezó a hacer sus propios cuentos.

A medida que fue creciendo tomó conciencia de que era la que mejor dibujaba de todos sus compañeros. Ilu conoce bien esa sensación y añade que, en cambio, en la facultad de Bellas Artes estaba con muchos estudiantes que también habían sido los mejores dibujantes de la clase.

Ilustración de Ilu Ros en el libro ‘Cosas Nuestras’, de Lumen.

Ilustraciones que son historias

María Hesse se puso a estudiar ilustración a los 28 años, después de aparcar unas oposiciones a maestra. Tenía que intentar ser ilustradora, el sueño de su vida era tener un libro publicado. No se le ocurre un lugar mejor en el que puedan estar los dibujos que un libro.

Con la editorial Lumen ha publicado varios; Frida, El Placer, Bowie y, muy pronto, Marilyn. A este último personaje se le considera menos feminista que Frida, por lo que para su autora hay una implicación feminista mucho mayor a la hora de hacer su biografía. Con el paso del tiempo esta ilustradora andaluza cuando aborda un proyecto lo hace con otra perspectiva de tradición del mundo y eso dice que se lo debe a su trabajo.

A María el primer trazo le parece emocionante, a Ilu le da miedo. Cuando termina un dibujo la primera pregunta si se ve una evolución y la segunda si ese dibujo parece suyo

María e Ilu, a través de las ilustraciones, enriquecen las ideas que comunican, no sólo las reflejan. Basta con hojear sus respectivos libros, de los que son autoras de las ilustraciones y de los textos, aunque no son escritoras, matizan las dos. No les da miedo la escritura, aunque no están formadas en ese campo, sí están familiarizada con ella. María piensa que el lector hace bien en juzgar sus libros en función de las ilustraciones y el texto.

Madrid. Ilustración: Ilu Ros.

De pinceles y tabletas digitales

Al ilustrar y escribir sus libros, excepto en el caso de Bowie, pueden adaptar la imagen al texto o viceversa. A la hora de encarar un proyecto las dos son más de lanzarse al papel, bocetan poco. Cuenta María que era muy sucia dibujando, descubrió la pulcra técnica digital y la adopto durante un tiempo. Lo que hacía en esa época era imitar la técnica tradicional con la digital, así que volvió a la tradicional.

Con los pinceles disfruta más y puede vender más caros sus dibujos. Aunque cree que tiene que renovarse y reciclarse a nivel digital. A día de hoy sus herramientas de trabajo son los rotuladores Tombow, wax, (una pintura muy viva que al humedecerla se reactiva y le da mucho juego, además de quedar muy mate. Es una pintura muy pigmentada que si se diluye mucho queda como una acuarela), tinta china y, a veces, acrílico.

Con el papel le gusta variar, experimentar, la pintura no se comporta igual en cada papel. Ilu, que también prefiere el papel, se quiere poner al día con el tema digital porque le da agilidad. Le gusta más su trazo sobre el papel que sobre la tableta. Sus herramientas son: las acuarelas, el grafito, rotuladores calibrados, wax y papel de acuarela y con textura.

Ilustración: María Hesse.

María es caótica e impulsiva, todo está en su cabeza. En sus libros los colores tienen una simbología y están dispuestos de una manera intuitiva, no azarosa. Ilu está perfilando su método de trabajo, hace un guion gráfico y un estudio de color, dice que le da rapidez y ve el libro estructurado. Fotografías, cuadros y películas son las referencias visuales de las que se valen las dos, no tiene todo que estar ligado con el personaje que van a dibujar.

A María el primer trazo le parece emocionante, a Ilu le da miedo, teme equivocarse. Cuando termina un dibujo la primera pregunta si se ve una evolución en su trabajo y la segunda si ese dibujo que ha hecho ella parece suyo. El ‘síndrome del impostor’ lo llaman. Mientras lo tratan de superar dibujando, sus ilustraciones iluminan los textos de sus libros, igual que las farolas los parques.

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