Es la hora de las mujeres en El Prado

Tras seis meses sin exposiciones temporales, el museo madrileño presenta ‘Invitadas’, que busca saldar una deuda histórica hacia las artistas

Falenas Carlos Verger Fioretti (1872 - 1929) Óleo sobre lienzo 1920 Madrid, Museo Nacional del Prado

Falenas Carlos Verger Fioretti (1872 – 1929) Óleo sobre lienzo 1920 Madrid, Museo Nacional del Prado

Exposiciones en el Museo Sorolla, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, ahora, en Museo del Prado coinciden: es la temporada de las mujeres. Sin embargo, y pese a las diferentes miradas sobre ellas, la mayoría coinciden en algo: son modelos, personajes o atrezzo, siempre objeto y pocas veces sujeto de las obras. Una deuda histórica que El Prado quiere saldar con Invitadas, la primera muestra temporal en seis meses.

No ha sido fácil. Según el director del museo, Miguel Falomir, se trata de la exposición “más ambiciosa” de la pinacoteca sobre mujeres, así como la “más compleja desde el punto de vista conceptual”. Tras su desarrollo, contó durante la presentación de la muestra que se inaugura hoy al público, hay un trabajo de investigación de más de dos años.

De estereotipos y artistas olvidadas

Comisariada por Carlos G. Navarro, conservador del Área de Pintura del siglo XIX, y con el apoyo de la Fundación AXA, Invitadas. Fragmentos sobre mujeres ideología y artes plásticas en España (1833-1931) ve la luz seis meses después de lo previsto inicialmente. Ahora y como consecuencia de la covid-19 y del cierre de Madrid, solo podrán visitarla los habitantes de la ciudad. Pero crucemos los dedos; estará abierta hasta el próximo 14 de marzo.

Detalle de la obra Antonio Fillol (1870-1930) La rebelde, en la muestra Invitadas del Prado. Foto: Emilio Naranjo | EFE.
Detalle de la obra Antonio Fillol (1870-1930) La rebelde, en la muestra Invitadas del Prado. Foto: Emilio Naranjo | EFE.

La muestra se estructura en 17 secciones que recorren más de 130 obras procedentes, en su mayoría de la colección del Museo Nacional del Prado, aunque también de otros fondos públicos y privados. Aquí el primer gran agravio comparativo: el Prado tiene apenas un centenar de pintoras en su catálogo frente a casi 5.000 autores hombres.

Así, analizando el ‘arte oficial’ -en el tiempo que abarca la muestra, desde el reinado de Isabel II hasta el de Alfonso XII, el Museo del Prado se convirtió en elemento central de la compra y exhibición de arte contemporáneo por lo desempeñó un papel determinante en la construcción del imaginario colectivo- la muestra busca reflexionar sobre el modo en el que los poderes establecidos defendieron y propagaron el papel de la mujer en la sociedad.

“Creo que uno de los mayores atractivos de la exposición radica precisamente ahí, en no haber acudido a la periferia sino al arte oficial de la época”, afirma Falomir. “Es posible que alguna de estas obras sorprenda a una sensibilidad contemporánea, pero lo hará no por su excentricidad o malditismo, sino por ser expresión de un tiempo y una sociedad ya periclitados”.

“No se trata de una bienal sobre pintoras, ni de arquetipos. Se trata de dar visibilidad a las pintoras del siglo XIX y primeras décadas del XX y explicar el molde patriarcal al que tuvieron que hacer frente”

Carlos G. Navarro, comisario de Invitadas

Sacar las pintoras a la luz

La descarriada, la mujer florero, el objeto de deseo, la santa… Son algunos de estos estereotipos que aparecen en las obras, en las que las mujeres son pocas veces protagonistas por voluntad propia y, menos aún, están en los lugares que desean; sólo fueron invitadas incómodas en la escena artística de su tiempo.

Pese a ello, apunta el comisario de la muestra, “No se trata de una bienal sobre pintoras, ni de arquetipos. Se trata de dar visibilidad a las pintoras del siglo XIX y primeras décadas del XX y explicar el molde patriarcal al que tuvieron que hacer frente”.

El recorrido se estructura en dos partes, una con obras firmadas por hombres y en las que las imágenes de la mujer se pliegan al ideal burgués de la época, y otra que muestra a una serie de autoras de la época, en muchas ocasiones por primera vez y completamente desconocidas para el gran público y que van desde las románticas hasta las que trabajaron en las primeras vanguardias.

Detalle de las obras “Maria Hann, esposa del autor” (Izquierda) y “Después del baño” (su mujer en el mismo diván)de Raimundo Madrazo (1841-1920). Foto Emilio Naranjo EFE.
“Maria Hann, esposa del autor” (Izquierda) y “Después del baño” de Raimundo Madrazo (1841-1920). Foto: Emilio Naranjo | EFE.

Recorrido por ‘Invitadas’

Obras de José Belliure y Gil, Mateo Inurria, Ignacio Zuloaga o Raimundo de Madrazo comparten protagonismo con desconocidas pintoras como Maria Roësset Mosquera, Flora López Castrillo, Aurelia Navarro Moreno, Jane Clifford -una de las primeras fotógrafas-, la copista Emilia Carmena de Prota o Concepción de Figuera Martínez-Güertero, que firmaba como Luis Lármig.

También hay varios cuadros de reinas que fueron pintoras como Isabel II, que cuenta en la muestra con una copia de la Sagrada familia del pajarito de Murillo, y de pintoras de bodegones y miniaturas, dos de únicos géneros en las que muchas mujeres pudieron desarrollar su carrera.

Los cuadros -se han restaurado un total de 40 obras para esta muestra- se articulan en hasta 17 secciones, que van desde el capítulo de ‘Reinas intrusas’ a ‘El molde patriarcal’, ‘El arte de adoctrinar’, ‘Brújula para extraviadas’ -en realidad imágenes que actuaban como advertencias para las jóvenes más rebeldes con el papel que la sociedad les adjudicaba-, ‘Madres a juicio’ o ‘Desnudas’, una de las que, según G. Navarro, acumulará “más polémica” ya que las obras escogidas ponen el acento en la “validación de la violencia que se ejercía contra las mujeres” en la época.

Así, se puede ver a esclavas u odaliscas desnudas que sublimaban fantasías masculinas enmascarándolas bajo excusas moralizantes y situándolas en escenarios remotos y exóticos; modelos obligadas a desnudarse en los ateliers de los pintores por necesidades económicas; y niñas en su transición a la edad adulta, desnudas y en clara actitud sexual -en dos obras de Pedro Sáenz Sáenz- que en la época no solo no generaron ninguna sorpresa, sino que fueron adquiridas y premiadas por el gobierno conservador de Cánovas del Castillo. Una de ellas posa con sus juguetes.

“Autorretrato de cuerpo entero” de Maria Roësset (1882-1921) en la inauguración de Invitadas. Foto Emilio Naranjo EFE.
“Autorretrato de cuerpo entero” de Maria Roësset (1882-1921). Foto: Emilio Naranjo | EFE.

Arte firmado por mujeres

Respecto al arte que figura con firma femenina se incluye pintura y escultura, pero también bordado, una de las “artes menores” a las que, como las miniaturas o las copias de maestros del pasado, se relegaba a las mujeres. Además, fotografía (la propia consideración de disciplina menor que la fotografía tuvo en sus orígenes permitió la participación más activa de las mujeres) y cine, con varias obras de Alice Guy, una pionera de la ficción del cine, que ha sido borrada de la historia pese a que llegó a filmar más de mil películas.

Una cinta suya pone precisamente fin a la exposición, Las consecuencias del feminismo, en la que Guy recrea una sociedad ficticia en el que los hombres se encargan de las tareas del hogar y las mujeres trabajan y pasan buenos momentos en los cafés.

La muestra sigue la estela de las exposiciones dedicadas a Clara Peeters en 2016 y a Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana en 2019 y abunda, según Falomir, en el compromiso de visibilización de la mujer en El Prado.

No le ha servido, sin embargo, para evitar críticas por parte de un grupo de críticos de arte contemporáneos por su propuesta y por su título, según reconoce el comisario, quien ha destacado el papel de las críticas de arte feministas como Estrella de Diego que participan en el catálogo.

Por su parte, ha señalado el compromiso con “una lectura crítica de la herencia recibida en la colección del museo” puesto que “Somos herederos de una manera de mirar, y es obligación de los museos hacer una revisión de ese canon”.

a.
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