Picasso y Brassaï: dos miradas sobre el París más bohemio

El talento del malagueño para la pintura y escultura y el de Brassaï para la fotografía dialogan en el Museo Picasso de Málaga, que recuerda su amistad y sus respectivas miradas sobre la ciudad que los unió

Ile de la Cité – vista de Notre-Dame de Paris, Pablo Picasso. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Málaga, 2021.

En diciembre de 1932, el fotógrafo húngaro Brassaï retrató por primera vez el estudio y las esculturas de Picasso en París. Los dos extranjeros, los dos enamorados de la ciudad, los dos observadores e infinitamente curiosos, Brassaï y Picasso forjaron una amistad de 40 años con París como gran escenario, un escenario al que ambos volvían una y otra vez sus miradas, que ahora vuelven a confrontarse en una exposición temporal del Museo Picasso de Málaga.

Brassaï, bautizado por su también amigo Henry Miller como ‘El ojo de París’ fue de las pocas personas que tuvo siempre acceso al mundo íntimo de Picasso, pero también a sus obras, que pudo fotografiar antes que nadie en los estudios de Boisgeloup, la Boétie y Grands Augustins de su amigo.

Fascinado por la personalidad del artista que, a su juicio, cambió la historia del arte, Brassaï también fue admirado por Picasso, especialmente por su mirada sin prejuicios, con la que construyó una imagen eterna de París que seguramente muchos guardamos aún en la retina.

El ojo de París

Y eso que París en los años 30 no era precisamente una fiesta. Acontecimientos como la Gran Depresión y el colapso del sistema financiero o el auge de los totalitarismos se dejan sentir en la ciudad que, sin embargo, es epicentro de marchantes y artistas que buscan en la ciudad de la luz el territorio perfecto para sus vidas y sus carreras artísticas

Autorretrato en el bulevar Saint-Jacques, Paris. Brassaï. ©Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles.

Brassaï, pseudónimo de Gyula Halász (1899-1984), se instaló en 1924 en la capital francesa y pronto trabó amistad con los escritores Henry Miller, León-Paul Fargue y Jacques Prévert.

Noctámbulo empedernido, comenzó a fotografiar la belleza de calles y jardines bajo la lluvia y la niebla. Formado en pintura y escultura, aunque trabajaba como periodista, estas imágenes no son reportajes gráficos sino auténticos poemas.

Firmadas ya con el pseudónimo de Brassaï (el de Brasso, su lugar de nacimiento, hoy en día perteneciente a Rumanía), sus fotografías atrapan el universo artístico, social e intelectual parisino y saltan de la noche al día, de los oscuros fondos y los antros de prostitución al resplandor de los Jardines de Luxemburgo, Notre Dame, los bulevares o Montmartre, de la escena artística de la ciudad, de la alta sociedad y de sus intelectuales.

La exposición relaciona en cuatro secciones el cine, las artes visuales, la literatura y la música en torno a la fotografía Brassaï

Miradas cruzadas sobre París

Como señaló el escritor Henry Miller, Brassaï era «el ojo de París, un ojo vivo», porque sus ojos no eran «ordinarios», y tenían «esa esfericidad perfecta y limpia y esa voracidad que lo abarca todo», explica Philippe Ribeyrolles, sobrino del fotógrafo y responsable de la Estate Brassaï Succession que custodia su trabajo, que puede verse en el Museo Picasso de Málaga hasta el próximo 3 de abril.

Estanque de los jardines de Luxemburgo, París, 1930. Brassaï. ©Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles.

El París de Brassaï. Fotos de la ciudad que amó Picasso se estructura en cuatro secciones en las que se relacionan el cine, las artes visuales, la literatura y la música, en torno a la obra de uno de los más reconocidos fotógrafos europeos de la primera mitad del siglo XX exhibida junto a obras de Pablo Picasso, Pierre Bonnard, Georges Braque, Lucien Clergue, Fernand Léger, Dora Maar y Henri Michaux, además de películas de época, carteles, partituras y abundante documentación.

El recorrido se inicia con Quién es Brassaï, mostrando una producción artística que se caracteriza por su libertad de expresión; París de día plasma escenas de la vida cotidiana como si se mostraran por primera vez; mientras que París de noche es un viaje a través de una ciudad en sombras, humo de cigarrillos y farolas de gas que evoca la melancolía que emanan sus calles y personajes.

La exposición exhibe hasta 200 fotografías de Brassaï junto a obras de Pablo Picasso, Pierre Bonnard, Georges Braque, Lucien Clergue, Fernand Léger, Dora Maar y Henri Michaux

Por último, Conversaciones con Picasso aúna trabajos de dos artistas que mantuvieron una larga relación profesional y personal.

«El punto común de estos dos inmensos artistas es su mirada, que los caracterizaba», apunta Ribeyrolles, que trabajó junto a su tío en el laboratorio y pudo conocer así las anécdotas que se esconden tras algunas de las alrededor de 200 fotografías que se muestran.

Picasso fotógrafo

Así, además de la radiografía de París, la muestra recrea también la relación entre ambos artistas, que Brassaï recogió en uno de los escritos más importantes para conocer a Picasso: Conversaciones con Picasso (1964).

Pablo Picasso, en el estudio de Rue La Boétie, frente al retrato de Yadwigha de Henri Rousseau, París, 1932. Brassaï. ©Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles.

En la crónica, que Brassaï acompaña con más de cincuenta instantáneas, se retratan casi 20 años de encuentros (de septiembre de 1943 a septiembre de 1962), proporcionando un relato sobre Picasso y su obra a la vez que recorre la historia del arte y los acontecimientos de esos años.

En la exposición actual se recogen también muestras de la faceta de Picasso como fotógrafo, a través de los experimentos que desarrolló junto a Dora Maar, así como 16 obras del malagueño que tienen como denominador común haber sido fotografiadas por el protagonista de la exposición.

Artistas de múltiples caras

Como Picasso, Brassaï era una artista multidisciplinar que rechazaba centrase en una única disciplina y exploraba otros territorios de creación, como el dibujo, la escritura, la escultura o el cine (su película Tant qu’il y aura des bêtes ganó el premio a la película más original en el Festival de Cannes de 1956).

Curioso sin límites, en la muestra también se expone el interés de Brassaï por los grafitis de la época en los muros de París, que elevó al estatus de ‘arte maldito’ y retrató durante sus paseos por las callejuelas parisinas. En 1961 recogió estas imágenes en el libro Graffiti aunue hubo que esperar a los años 80 para que alcanzase su clasificación como arte urbano.

Claude la Gorda y su novia en Le Monocle, París, c. 1932. Brassaï. ©Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles.

Las anécdotas salpican las fotografías, cuenta Ribeyrolles, como la que protagoniza La Niña de las Joyas, una antigua «mujer de compañía» que también leía la mano pero que, en el momento de ser fotografiada, vivía de sus alhajas o las que rodean las míticas imágenes de los cafés parisinos de los años 30, donde se reunían los intelectuales y que Brassaï aprovechaba para jugar con espejos a ofrecer múltiples perspectivas.

Organizada con organizada con la colaboración especial de Estate Brassaï succession, Paris la exposición muestra obras de colecciones privadas y de instituciones como el Centre Pompidou de Paris, el Musée national d’art moderne-Centre de créaton industrielle, la Colección Abelló, la Collection La Cinémathèque Française, la Fundació Museu Picasso de Barcelona, el IVAM Institut Valencià d’Art Modern, el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, el Musée National Picasso de Paris y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

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