Las obras inconclusas de Gustav Klimt brillan en Viena

La última obra de Klimt antes de su muerte, ‘Mujer con abanico’, se reúne en el Museo Belvedere de Viena con otros trabajos inconclusos del artista austríaco

Dama con abanico, detalle. Foto: Markus Guschelbauer | Belvedere.

Pocos días después de la muerte de Klimt se tomó una fotografía de su estudio. En ella se ven dos cuadros, cada uno en su caballete, aún sin finalizar. Son Dama con abanico y La novia. Si bien este último se ha expuesto en el Museo Belvedere de Viena desde 1971, la llegada de Mujer con abanico es todo un acontecimiento enn torno al cual se articula una exposición centrada en la última fase artística del pintor. 

Enigmático y elegante, el retrato de esta mujer desconocida fue uno de los últimos cuadros de Klimt, que sufrió una apoplejía el 11 de enero de 1918 que supondría su muerte cuatro semanas después. La obra, casi terminada, refleja una modelo desconocida, posiblemente una bailarina, que posa confiada y segura de sí misma mientras juega a seducir con su mirada y su pecho desnudo, que oculta tras el abanico. 

“Las últimas piezas de un artista siempre están rodeadas de un aura especial, y Mujer con abanico y La novia no son ninguna excepción», explica Stella Rollig, directora de la Galería Belvedere, donde desde hoy y hasta febrero de 2022 puede verse la muestra Mujer con abanico: las últimas obras de Klimt

Estudio de Klimt, 1918. Foto: ©Österreichische Nationalbibliothek, Wien Bildarchiv 94884-E | Moriz Nähr.

Un cuadro misterioso 

Ha pasado más de un siglo hasta poder ver, de nuevo juntos, los dos últimos cuadros en los que Klimt trabajaba en su estudio. De hecho, Mujer con abanico solo se ha expuesto una vez en Viena, hace más de un siglo en la Kunstschau en 1920. 

En esa época la pintura era propiedad de la familia Böhler, que lo vendió al coleccionista austriaco Rudolf Leopold. Apareció después en exposiciones en Tokio, en 1981, y en Cracovia, en 1992. En 1994 fue subastada en los EE UU por 9,3 millones de euros en una operación que dio lugar a una investigación por parte de las autoridades austríacas sobre la exportación supuestamente ilegal de la obra de arte. Sin embargo, nunca se pudo determinar y el caso se cerró sin aclaración. 

‘Mujer con abanico’ se expone ahora en Viena tras 100 años y un complicado periplo de idas y venidas de Austria que incluyen una investigación por su exportación y venta supuestamente ilegal

Ahora la pintura regresa a Viena, donde se expone junto a la citada La novia, y otros tres trabajos inacabados de Klimt: Amalia ZuckerkandlAdan y Eva, Mujer de blanco. También se muestran ocho páginas del cuaderno de esbozos del artista y reproducciones de dos de sus últimos trabajos, destruidos en 1945 en un incendio del castillo donde los nazis los habían ocultado tras haberlos expoliado. 

En octubre la exposición se adaptará e incorporará más piezas. Una nueva sección ahondará en el interés de Klimt por el arte de Asia oriental y destacará cómo estas influencias se reflejan en su trabajo. 

‘Mujer con abanico’. Foto: Markus Guschelbauer | Belvedere.

Belleza vienesa 

Su vuelta a Viena  ha reavivado el interés por esta enigmática mujer de la que se sabe al menos que, a diferencia de otras mujeres retratadas por Klimt por encargo, no era una dama de la alta sociedad. A través de ella el artista vuelve una vez más a uno de sus temas favoritos, la belleza vienesa.  

Según explica el comisario de la exposición, Markus Fellinger, “Klimt disfrutada mucho de la compañía de las mujeres” y apuesta que la retratada en el cuadro sería probablemente una modelo o una bailarina. 

Además de ‘La novia’ y ‘Mujer con abanico’, la pequeña pero intensa exposición exhibe otros tres trabajos inacabados de Klimt, un cuaderno de esbozos y dos reproducciones de obras destruidas

Según Fellinger, las obras más importantes del maestro fueron inspiradas por temas como la dicotomía entre la vida y la muerte y el origen de la vida, por lo que la sexualidad y el erotismo son elementos importantes en sus obras. 

Última etapa artística 

Pero la obra, además, tiene otro interés. Y es que según los expertos se enmarcaba en una nueva etapa artística que Klimt apenas iniciaba y que su inesperada muerte, a los 56 años, truncó. Así, no serían solo cuadros lo que dejó sin terminar.  

Foto: Johannes Stoll | Belvedere.

En esa nueva faceta, el maestro absorbió elementos de los artistas de vanguardia sin dejar de ser fiel a su propio estilo. Así, da la réplica a artistas como Van Gogh, Matisse e, incluso, a jóvenes expresionistas que le impulsaron a crear obras con tonos más vibrantes y pinceladas más gruesas, lo que contribuye a crear un lenguaje visual más expresivo.  

“Es sorprendente que una pintura así, con colores tan vivos y un tono erótico, fuera creada por un hombre melancólico que vivía aislado”, apunta Fellinger.  

Además, según el comisario, “Gustav Klimt redefinió la idea del cuadro como imagen”. De hecho, incluso en esa nueva etapa, mantuvo el principio de su periodo dorado al tratar a sus obras “como si fueran joyas”. 

La diferencia, señala el experto, es que mientras en sus cuadros más conocidos como Adele dorada, El Beso o Judith recurre al dorado y tonos metálicos para transmitir ese efecto, en sus últimos trabajos lo hizo a través del lenguaje visual “que transmitía emoción y una actitud de aceptación de la vida”.

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