Margaret Watkins: claves para descubrir a la gran dama de la fotografía

Pionera en la fotografía publicitaria, Margaret Watkins aterriza en CentroCentro (Madrid) con una retrospectiva que podrá verse hasta el próximo 26 de septiembre

Margaret Watkins. The Blythswood Multiple (Steps 1), n.d. © Margaret Watkins. Joseph Mulholland Collection, Glasgow

Hacia 1925, Margaret Watkins era toda una figura en la fotografía publicitaria en Nueva York. Sus trabajos ocupaban páginas de The New Yorker, Country o Ladies’ Home Journal y servían de reclamo para grandes firmas como los grandes almacenes Macy’s y campañas de las agencias J. Walter Thompson, Condé Nast y Reimers.

A partir de los años 40 y ya en Europa, su rastro se perdió. Ni siquiera el que fuera su vecino, el galerista Joseph Mulholland, por entonces periodista y estudiante de leyes, sabía del pasado y el trabajo de aquella perfecta dama victoriana que vivía en un caserón de Glasgow, con las maletas preparadas para regresar a los EE UU, algo que jamás hizo.

Sin embargo, él sería el depositario de una caja negra sellada con lo que ella refirió como sus pertenencias, con la condición de que no la abriese hasta después de su muerte. Watkins murió en 1967 y la caja permanecería olvidada varios años más. Al abrirla, en 1971, Mulholland descubrió cientos de copias y negativos, unas fotografías que ahora aterrizan en el madrileño CentroCentro.

Margaret Watkins. Untitled (Verna Skelton Posing for Cutex Advertisement), New York, 1924 ©Margaret Watkins. Joseph Mulholland Collection, Glasgow.

En el marco de Photoespaña y abierta hasta el próximo 26 de septiembre, la muestra recorre el legado de esta artista, una de las primeras mujeres en dedicarse a la fotografía publicitaria, a la que realizó importantes contribuciones, a la vez que vivió una vida de rebelión, alejada de la tutela masculina, en la que rechazó tanto la tradición como los roles de género asignados a las mujeres.

Sin el amparo de ningún hombre, algo inusual en su época, fue capaz de sacar adelante su propio estudio en Nueva York, desde donde firmaba trabajos que destacan por una composición y un equilibrio sublimes.

En la obra de Watkins puede observarse el gran dominio que poseía sobre la luz, con la que aporta a sus obras un grado máximo de sutileza

‘Black Light’

Comisariada por Anne Morin, la muestra recorre a lo largo de 150 imágenes la trayectoria de Watkins (Ontario, Canadá, 1884 – Glasgow, Reino Unido, 1969), “la dama de la fotografía”, explica la comisaria. “Han pasado cinco décadas desde su muerte y esta exposición es la prueba de que vamos a darle el sitio que se merece”, explicaba durante la presentación de la muestra.

Margaret Watkins. Still Life – Bathtub, New York, 1919 ©Margaret Watkins. Joseph Mulholland Collection, Glasgow.

Con un título, Black Light, que parafrasea las últimas palabras del escritor Víctor Hugo, se divide en cinco bloques ordenados cronológicamente que recorren su obra entre 1914 y 1939, con sus trabajos en Nueva York, pero también después en Europa, así como fotomontajes.

“En la obra de Watkins puede observarse el gran dominio que poseía sobre la luz, con la que aporta a sus obras un grado máximo de sutileza”, explica la comisaria. Se percibe, especialmente en sus retratos, que “no son fisiológicos, sino psicológicos, y están realizados con una luz tenue y sutil que recrea un ambiente intimista”.

«Los retratos de Watkins no son fisiológicos, sino psicológicos, y están realizados con una luz tenue y sutil que recrea un ambiente intimista»

Anne Morin

Su estilo modernista deja entrever su capacidad de anticipar las grandes revoluciones estéticas y conceptuales que vendrían después. Su trabajo se enmarca entre un pictorialismo en busca de identidad y el modernismo de vanguardia. Arte y vida doméstica dialogan constantemente en su trabajo, fundiéndose tema y objeto en una misma cosa, una figura que utiliza a lo largo de toda su carrera, tanto en su obra personal como en sus trabajos publicitarios.

Margaret Watkins en Nueva York

La muestra arranca con sus primeros trabajos como asistente del fotógrafo comercial Arthur Jamieson, quien le hizo tomar conciencia de las posibilidades profesionales y creativas que le ofrecía la fotografía, algo en lo que después profundizaría al matricularse en la escuela de Clarence H. White, cofundador de la Photo-Secession y uno de los grandes exponentes del pictorialismo en los EE UU.

El segundo bloque recoge sus retratos, un género al que llegó gracias a su trabajo como asistente de la fotógrafa e ilustradora Alice Boughton. Es en este momento en el que Watkins adopta el lenguaje visual y los preceptos estéticos que desarrollará después en su trabajo.

Margaret Watkins by Frances Bode, Clarence H. White School of Photography, 1921 ©Margaret Watkins. Joseph Mulholland Collection, Glasgow.

La tercera parte de la exposición profundiza en los inicios de Watkins como fotógrafa independiente, en Nueva York entre 1915 y 1928 -mantuvo su propio estudio en el Greenwich Village-. “Las composiciones visuales que realiza desde 1919 están marcadas por formas geométricas muy rigurosas. El empleo de estas formas depuradas está en relación directa con las pinturas de Georgia O’Keeffe, y anuncia ya la llegada del modernismo y el Nuevo Mundo” señala Anne Morin.

Es aquí cuando Watkins trabaja en multitud de encargos publicitarios para revistas y agencias y se convierte en una reconocida fotógrafa.

El declive y Europa

En 1928 Watkins se marcha a Europa para visitar a unas tías en Glasgow, a las que finalmente acabaría cuidando, abandonando definitivamente su carrera.

Sin embargo, antes visita la Exposición Pressa en Colonia, que le maravillar por todos los avances y novedades en relación con el diseño y la estética aplicados a la edición y la publicidad. Continúa su recorrido por Berlín, Postdam, París y, más tarde, Moscú, antes de regresar a Glasgow.

Margaret Watkins. Untitled (Pages from Watkins’s photo book), Glasgow, 1928-1938 ©Margaret Watkins. Joseph Mulholland Collection, Glasgow.

En este periodo, Watkins desarrolla un trabajo fotográfico muy influenciado por la Nueva Objetividad, y en particular por Albert Renger-Patzsch —cuyo trabajo había visto en Colonia—, y su serie de construcciones de Glasgow, en la que la estructura metálica de los edificios cobra un valor estético en sí misma como sujeto de la composición.

La exposición se cierra con sus fotomontajes, a los que se dedica entre 1930 y 1937. Estos diagramas geométricos están realizados a partir de detalles que entresaca de sus fotografías y que ensambla de manera simétrica y plana. Combinando sistemáticamente derecho y revés, crea figuras, motivos y ritmos decorativos que propondrá a fabricantes textiles.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial y atrapada por las circunstancias, Watkins deja definitivamente la fotografía. Es entonces cuando conoce a Mulholland y le hace depositario de su legado, inacabado por la “impostura del destino” pero rescatado del olvido y que hoy hace posible esta exposición sobre una excepcional fotógrafa.

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