Mar y tierra: dos mundos capturados en una sola fotografía

El fotógrafo submarino David Doubilet realiza lo que pocos saben hacer con maestría: capturar la superficie y lo que hay debajo del agua en una sola toma. Y el resultado es un espectacular libro

Medusa en Canadá. Foto David Doubilet | Phaidon

Cuando el fotógrafo David Doubilet era pequeño sufría de asma. En tierra se sentía como un paria social sin poder jugar con sus amigos. Pero en el mar, sobre todo cuando se sumergía, vivía en un mundo diferente y silencioso. Y con la influencia que le dejó Jacques Cousteau se propuso retratarlo.

Los resultados estaban lejos de lo que esperaba, ese microcosmos de colores, texturas, corales y peces no eran bien capturados por los equipos de los años 50 y 60.

Pero tuvo que esperar hasta 1969 que el fotógrafo de National Geographic Bates Littlehales y el ingeniero Gome McNeill crearan la carcasa subacuática, y así Doubilet pudo experimentar con lo que más le fascinaba del agua: fotografiar la delgada línea que divide dos mundos.

Tiburones en Bahamas. Foto David Doubilet | Phaidon

Dos mundos en una toma

Según la claridad del agua uno puede ver a un par de metros de sus ojos. Pero lograr atrapar lo que hay arriba y debajo del mar en una misma toma, frente al aumento del tamaño que da la refracción del agua, es un desafío diferente.

Con más de 27.000 horas semi sumergido y con colaborador habitual de National Geographic, David Doubilet es uno de los mejores fotógrafos submarinos de las últimas décadas

Ese es su sello de identidad, y lo enseña en el fascinante libro Dos Mundos: Entre el cielo y el mar (Editorial Phaidon), una colección que es un brevísimo resumen de las 27.000 horas que Doubilet se ha pasado casi sumergido en mares, lagos y ríos de todo el mundo.

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Cada foto esconde una historia

Cada imagen cuenta una historia, adelanta Kathy Moran en la introducción, y eso es lo que cuenta el autor en cada toma, con una breve descripción de cómo logró estar a centímetros de los cocodrilos americanos en Cuba, de qué forma fotografió a la gigantesca y peligrosa medusa melena de león ártica en Canadá y por qué ese despliegue cromático de los corales de la isla de Lord Howe, en Australia, puede quedar de un mortífero blanco en pocas décadas.

Es divertido ver cómo debajo de la monotonía de la superficie del mar hay un mundo lleno de vida a pocos centímetros de profundidad

Porque las fotografías de Doubilet no solo son para contemplar cómo el mundo submarino y terrestre conviven en armonía en algunos puntos del globo, sino también para alertar que esa belleza puede desaparecer más pronto que temprano.

Lo bueno y lo malo del futuro del los océanos

Padre e hijo pescando en Papúa-Nueva Guinea. Foto David Doubilet | Phaidon

Si un iceberg tiene el 90% de su superficie oculta bajo el agua (y de esos se ven varios), ni quieran saber la cantidad de basura que se puede encontrar a pocos centímetros de profundidad y está fuera de la vista. Gracias a la pericia de Doubilet lo podemos comprobar.

Tampoco es un libro solo sobre peces, medusas y corales. El hombre es un protagonista para bien y para mal, ya sea con la citada contaminación o con la pesca, ya sea la artesanal y tradicional o la industrial que arrasa con todo lo que encuentra.

Entre las tomas más bonitas, está la de los niños que apenas se sumergen en el cristalino atolón de Satawal, en la Micronesia; y los que juegan en los restos de un hidroavión japonés hundido en la Segunda Guerra en Rabaul (Papúa-Nueva Guinea), país donde en la región de Kimbe el fotógrafo retrato a un padre con su hijo que pescan bajo un manto de corales.

Y ni hablar del aluvión de pequeños peces que pasan bajo la mirada atenta del pescador papú en una isla de Indonesia.

Cada foto tiene una historia para contar. Foto David Doubilet | Phaidon

Dos paisajes en un mismo escenario

Un velero arriba y una mantarraya que parece volar debajo, un fiordo de Canadá en la parte superior y una roca de suaves formas oculta en la inferior, unas medusas que brillan en la oscuridad bajo el agua y una canoa que todavía no las detecta sobre ella.

Así son los dos mundos que conviven, no siempre con la armonía deseada, en las aguas del mundo. Y Doubilet nos abre sus puertas.

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