La naturaleza metamorfoseada de Chema Madoz aterriza en Valladolid

Valladolid acoge una gran muestra de las fotografías de Chema Madoz que subvierten y metamorfosean la naturaleza

Chema Madoz. Foto: Museo de Arte Contemporáneo Espñaol Patio Herreriano.

Una pareja de guindas que simulan ser los pesos de una balanza; mariposas convertidas en flores de un jarrón; kanjis japoneses que cuelgan de las ramas de un sauce llorón; nubes que ocupan el lugar de las copas de los árboles; lápices como troncos que alimentan una hoguera. Si hay una palabra que pueda definir la obra de Chema Madoz, esa es fantasía.

Por supuesto, no hay solo una: imaginación, asociaciones, parentescos y encuentros fortuitos, desplazamientos, combinaciones, yuxtaposiciones o metamorfosis son, según Oliva María Rubio, comisaria de la recién estrenada exposición del artista en Valladolid, otros de los términos que explican la obra del artista.

“Chema Madoz se complace en trastocar la realidad”, explica. “Ajeno a las clasificaciones habituales, subvierte las reglas de la naturaleza, dejando vagar su imaginación. Despliega su fantasía y funde los reinos animal, vegetal y mineral, dando lugar a un reino propio en el que transforma hojas, ramas, nubes, maderas, plantas, flores, piedras… ofreciendo las combinaciones más inesperadas”.

Foto: Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano.

Chema Madoz y la naturaleza

Con el sobrenombre de La naturaleza de las cosas… y su eco en la colección, la muestra, que podrá verse en el Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano de Valladolid hasta el próximo 2 de mayo, cuenta con un total de 54 fotografías realizadas entre 1982 y 2016.

Casi más un escultor que un fotógrafo al uso, Chema Madoz ‘construye’ su obra para llevar a cabo los conceptos que tiene en mente

Una colección, según la comisaria, que puede entenderse como una “metáfora de la actualidad” y de “la fragilidad de la vida humana» pues evidencia cómo una mínima variación, un simple cambio puede trastocar todo por completo, incluido aquello de apariencia más sólida e inalterable.

Más un escultor que un fotógrafo al uso, ya que ‘construye’ su obra para llevar a cabo los conceptos que tiene en mente, Madoz (Madrid, 1958) juega en estas imágenes con la naturaleza, bien cambiando la función de los elementos, bien haciendo asociaciones insólitas, bien jugando con la semejanza de objetos o, directamente, manipulando elementos.

Foto: Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano.

Se trata, eso sí, de manipulaciones que, como él mismo define “están a la vista del espectador”. De ahí que sea tan fácil que nos salga una sonrisa cuando identifiquemos sus juegos, sus guiños, sus combinaciones y alteraciones.

Espectadores-cómplices

En palabras de la comisaria, al observar su obra nos convertimos en “cómplices” de Chema Madoz. Y sucede, a su juicio, “cuando opera en nuestra mente el mismo mecanismo que le ha llevado a él a darle la vuelta al significado habitual y utilitario del objeto”.

«Ajeno a las clasificaciones habituales, Chema Madoz subvierte las reglas de la naturaleza, dejando vagar su imaginación»

Oliva María Rubio

Imágenes evocadoras -las notas musicales que penden de las ramas desnudas de un árbol o el paisaje de montañas arenosas que transporta una maleta-, pero también amenazantes, como la rosa que se transforma en un objeto agresivo al potenciar sus espinas ganchudas; como con el resto de objetos, Madoz trabaja con los elementos de la naturaleza “de todas las maneras posibles”, ya sea metamorfoseando, uniendo dos elementos que a priori no se espera que estén juntos, o asignándoles funciones desconocidas.

Foto: Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano.

Otras veces basta con situar objetos en un escenario distinto al acostumbrado para que se conviertan en elementos de la naturaleza, como esos tiestos que hacen las veces del tronco de una palmera, o los prismas convertidos en un bodegón. También opera de forma contraria, convirtiendo elementos de la naturaleza en objetos, como el cubito de hielo que se convierte en un regalo o, directamente, cambiando la naturaleza de las cosas, como cuando unos cantos rodados semejan un cactus y la caracola una flor.

Diferentes artistas, ¿similar narrativa?

Superando la concepción de la anterior muestra de esta colección en el Jardín Botánico de Madrid organizada, como esta, por La Fábrica, en Valladolid adquiere un plus al establecerse un diálogo con artistas de la colección del propio museo, “con los que comparte una sensibilidad semántica y estética”, según la comisaria.

Es el caso de las imágenes de los objetos deconstruidos y recompuestos de Ángel Ferrant o el material escultórico de Joan Brossa y Perejaume.

Foto: Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano.

Como ejemplo, basten las fotografías de Ángel Ferrant que documentan los objetos que mostró en las Galerías Syras de Barcelona en 1932 y que más tarde destruyó o sus Objetos hallados, objetos recogidos en playas que, al ser mezclados, crean nuevos significados en un tipo de narrativa similar a la que realiza Madoz.

“No es menos conocida la relación del fotógrafo con Joan Brossa, a través de la tensión entre los objetos y las ideas que también cultiva, con similar aliento poético, Perejaume”, concluye Rubio.

a.
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