La cara B del sueño americano, según Lee Friedlander

Fuera de los ideales de éxito y fama, la fotografía de Lee Friedlander muestra la realidad de los EEUU a través de imágenes icónicas tomadas a lo largo de 60 años

Father Duffy, Times Square, New York City, 1974. Foto © Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco.

Father Duffy, Times Square, New York City, 1974. Foto © Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco.

¿Puede un fotógrafo con 60 años de carrera contar con un archivo en el que todas las imágenes sean excepcionales? Puede y, si no, que le pregunten a Carlos Gollonet, conservador de fotografía de la Fundación Mapfre y comisario de la primera gran retrospectiva de Lee Friedlander en Madrid.

Como un “proceso lento y doloroso”, de hecho, califica Gollonet el trabajo de selección de las 350 fotografías que integran la muestra, que puede verse desde el 1 de octubre y hasta el 10 de enero de 2021 y que sintetiza la obra de uno de los autores fundamentales de la fotografía del siglo XX.

Y es que Friedlander, nacido en Aberdeen (Washington) en 1934, irrumpió ya en los años sesenta con su mirada transgresora sobre el paisaje social americano, momento en el que rompió las reglas de la imagen. Seis décadas después no ha dejado de hacerlo.

Todas las fotos de su archivo son extraordinarias, algo que no pasa con otros fotógrafos de trayectoria tan larga, que siempre hay algún momento en que pueden flaquear, reconoce el comisario. Sin embargo Friedlander ha conseguido reinventarse y mantener fresca su mirada pese a llevar 60 años de trayectoria a sus espaldas.

Nashville, Tennessee, 1963. © Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco.
Nashville, Tennessee, 1963. Foto: © Lee Friedlander | Fraenkel Gallery, San Francisco.

El sueño americano

Sumergirnos en su obra, como propone esta exposición, es hacerlo en un mundo cargado de elementos cotidianos y reconocibles pero que, tras una segunda reflexión, adquieren un significado distinto, más completo. Con su búsqueda de metáforas visuales pero también con su mirada crítica ha logrado reflejar la enormidad y el caos de la sociedad americana.

Ya en 1962, con apenas 28 años y ante su primera exposición en el MoMA de Nueva York, señaló que el objeto de su trabajo era “el paisaje social americano”. Viajando por todo el país para realizar trabajos por encargo -retratos de artistas de jazz para Atlantic Records- comienza a definir su trabajo más personal: el día a día de la gente y las calles del enorme territorio estadounidense.

Con su búsqueda de metáforas visuales pero también con su mirada crítica, Firedlander ha logrado reflejar la enormidad y el caos de la sociedad americana

Desde este momento se vislumbra ya su maestría en el encuadre con composiciones que no buscan tanto reflejar un momento determinado, como una manera de mirar las escenas del día a día y el mundo en general.

“Consigue hacer unas composiciones que parecen casi como un puzzle o un collage, todo tiene su presencia y un interés, si quitamos alguno de ellos la fotografía se cae”, detalla el comisario.

Un roadtrip americano

Durante esos años, en los que se embarca en un auténtico roadtrip que recuerda al del Jack Kerouac de En la carretera, Friedlander recorre distintos estados norteamericanos y compone sus fotografías a través de yuxtaposiciones de imágenes que las transforman casi en collages y en las que aparecen las sombras que produce la cámara e incluso la del propio artista: es el caso de Cañón de Chelly, Arizona, 1983, un ejemplo de autorretrato creado con su propia sombra.

Canyon de Chelly National Monument, Arizona, 1983. Foto: © Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco.
Canyon de Chelly National Monument, Arizona, 1983. Foto: © Lee Friedlander | Fraenkel Gallery, San Francisco.

Junto a las imágenes de los músicos, la vida y la cultura en ciudades como Nueva Orleans, el fotógrafo construye también proyectos más personales, como el de Little Screens, un conjunto de imágenes en las que une objetos dispares que en asociación generan ironía y humor (por ejemplo, con televisores, omnipresentes en todas las casas de los EEUU ya en aquellos años).

Años setenta y ochenta

Ordenada cronológicamente, la muestra nos lleva después a los años setenta y ochenta, donde Friedlander va depurando su lenguaje y las yuxtaposiciones disminuyen, ofreciendo así imágenes menos caóticas. Aquí se enmarca, por ejemplo,  Alburquerque, Nuevo México, 1972.

De 1976 es el trabajo The American Monument, con más de 200 fotografías a partir de monumentos más o menos desconocidos de la geografía de los EEUU y que sintetiza mejor que ningún otro la modernidad de su obra, a la vez que enlaza con la tradición de la fotografía documental al estilo de Eugène Atget, conocido por representar de manera sistemática la ciudad de París.

En esta serie destaca Padre Duffy en Times Square, de 1974, (foto en portada) donde el protagonista, un sacerdote combatiente de la Primera Guerra Mundial, aparece rodeado de edificios y un gran cartel de Coca Cola en Nueva York. El encuadre, una vez más, transforma la imagen, que parece inadecuada y extraña en el entorno.

Maria, Las Vegas, Nevada, 1970. © Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco.
Maria, Las Vegas, Nevada, 1970. Foto: © Lee Friedlander | Fraenkel Gallery, San Francisco.

Esta subversión de las reglas de la fotografía se hace evidente también en sus desnudos y autorretratos. En los primeros no existe la idealización propia de la tradición pictórica ya que, como señala el comisario de la exposición, “Lee Friedlander no hace fotografías de desnudos, sino que estos se convierten en fotografías”. Los cuerpos podrían ser cualquier otro objeto.

Lo mismo ocurre en sus autorretratos, en los que no hay ningún afán de narcisismo o introspección psicológica, pues el artista se presenta como un motivo más en el discurrir de la vida cotidiana. Estas imágenes, además, están marcadas por el juego entre su imagen y su sombra, según reconoce el propio autor en el catálogo: “Al principio mi propia presencia en las fotos era, a un tiempo, fascinante y perturbadora. Pero conforme pasó el tiempo y comencé a explorar otras ideas en mis fotos, pude reírme un poco de esos sentimientos”.

En cuanto a los retratos de familia, se trata de imágenes cotidianas que podrían haber sido tomadas por cualquiera de nosotros, en las que se trasluce cariño y respeto pero sin sentimentalismo, como en Maria, Las Vegas, Nevada, 1970, una de las fotografías más conocidas de su esposa.

De los noventa hasta hoy

De los años noventa y los dos mil son trabajos como America by car, un trabajo de dos años en el que recorre 50 estados del país en coches alquilados. El resultado son imágenes que incluyen sombras, volantes, salpicaderos o retrovisores entre los que se cuelan puentes, monumentos, iglesias, moteles o bares llevando al extremo la complejidad de las composiciones a partir de una técnica en realidad muy sencilla: el marco –del parabrisas o de la ventanilla- dentro del marco –de la cámara de fotos-.

Montana, 2008. © Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco.
Montana, 2008. Foto: © Lee Friedlander | Fraenkel Gallery, San Francisco.

Para la serie Maneqquin, de 2012, Friedlander vuelve a las ciudades de Nueva York y Los Ángeles y juega una vez más con los reflejos de los edificios y de los viandantes en los escaparates.

El fotógrafo, que sigue disparando “de manera casi compulsiva” su cámara cada día a pesar de sus 86 años, no ha podido venir a la presentación de la muestra, que se puede ver gratuitamente en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre.

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