Cocina y fotografía: la pasión más allá del postureo

La fotografía de gastronomía es más compleja de lo que parece. Aunque millones de personas con perfiles en Instagram presuman de ser influencers por postear imágenes de su salida a un restaurante, hay un mundo más complejo que merece ser contado.

Algunas de estas historias se pueden ver en el concurso Pink Lady® Food Photographer of the Year, uno de los certámenes de fotografía gastronómica más importantes de la actualidad.

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En su novena edición el jurado presidido por el fotógrafo David Loftus recibió 9.000 imágenes de 70 países. Y había muchas más que tomas de platos y bebidas.

Las historias a través de la gastronomía

Las fotografías cuentan historias de cultura, de la ceremonia familiar de sentarse a la mesa, de la comida y brindis que prologan a una boda, de la producción artesanal de alimentos y bebidas y de la vida en los mercados.

La foto ganadora no es de ningún plato ni banquete: son de niños esperando su ración en un campamento de refugiados

También tratan de la creatividad publicitaria, de la decoración de los platos en la alta gastronomía, de los mercadillos de comida y de la elegante silueta que puede tener un vegetal.

La foto ganadora no es de un plato, y mucho menos de una fiesta. Es de una fila de niños esperando su ración de comida en un campamento de refugiados de la etnia Rohinyá, en Bangladesh.

“Esta conmovedora imagen habla sobre nuestros tiempos. El mundo está bajo el Covid-19, y la vida normal se ha paralizado. Pero estos niños rohinyás nos recuerdan la fragilidad de la vida, que la necesidad de alimentarse para sobrevivir nos une a todos en el mundo”, dijo Caroline Kenyon, directora y fundadora de los premios.

Entre las imágenes ganadoras encontramos esta toma de un apicultor que con sus manos desnudas y sin ninguna protección manipula los paneles llenos de abejas en la provincia china de Jiangsu.

La imagen de miles de abejas que rodean las manos desnudas de un apicultor nos recuerda la fragilidad de este insecto clave en la biodiversidad y la producción de alimentos

Además de la estética de la imagen también sirve para recordar la importancia de estos insectos polinizadores cuya población está descendiendo a niveles alarmantes.

Difícil decidirse entre las numerosas fotos de platos, pero sin duda este plato de un pulpo con salsa, servido en el restaurante oriental Chotto Matte, del Soho (Londres), da un equilibrio cromático irresistible entre el oscuro tentáculo a la brasa y los puntos rosados de la salsa.

Se dice que el agua y el aceite no deben mezclarse. Y no lo hacen, como bien recuerda el fotógrafo Kai Stiepel cuando dice que para elaborar una vinagreta hay que mezclar ingredientes que no tienen ganas de estar juntos.

Los mercados son uno de los mejores lugares donde ir a capturar fotos, gracias al despliegue cromático de las paradas con sus frutas, verduras y carnes.

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Pero si es de noche, el tema se complica. Sin embargo el fotógrafo Zay Yar Lin lo ha resuelto muy bien con esta toma cenital de un mercado nocturno en una callejuela de Yangon, en Myanmar.

Esta no es precisamente una imagen de belleza visual ni de relevancia técnica. Pero sirve como signo de los tiempos, de qué manera muchas personas prefieren comunicar al mundo qué están comiendo y presumir en redes sociales antes que probar el plato. El acto de comer pasó de ser una necesidad fisiológica a convertirse en una pasarela para el postureo virtual.