Chema Madoz muestra su lado más siniestro en el Círculo de Bellas Artes

‘Crueldad’ es el nombre de una nueva muestra de Chema Madoz que aglutina las fotografías más inquietantes y oscuras de toda su carrera

©Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021.

Aunque conocido por sus metáforas visuales, muchas veces pura poesía fotográfica, Chema Madoz también cuenta en su archivo con otro tipo de imágenes. Una mariposa atravesada por un dardo, una hoja de afeitar que corta un libro, un anillo como reclamo de una trampa de animales o una soga hecha con un collar de perlas son ejemplos que ilustran lo inquietante y lo inhóspito en objetos en apariencia inofensivos y cotidianos y, por ello, aún más turbadores.

Englobadas bajo el nombre de Crueldad, un total de 73 fotografías del artista, Premio Nacional de Fotografía en 2000, entre otros muchos galardones, pueden verse en una exposición inédita en la sala Picasso del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El lado más siniestro de Chema Madoz

Los trabajos no corresponden a proyecto como tal, sino que se han extraído de toda su carrera con ese único hilo conductor: poner de manifiesto el lado más oscuro de su universo.

‘Crueldad’ estará hasta el 21 de noviembre en el Círculo de Bellas Artes. Foto: Luca Piergiovanni | EFE.

La crueldad y la maldad, reconoce Madoz (Madrid, 1958), siempre han estado “presentes” en sus fotografías, pero no siempre ha sido evidente, sino que han quedado eclipsadas por la poética y el minimalismo de su obra.

Y, sin embargo, no todo es luz y fina ironía en sus fotografías, como refleja esta muestra que podrá verse hasta el proximo 21 de noviembre.

Las imágenes de ‘Crueldad’ no corresponden a un proyecto ad hoc sino que se han extraído de los archivos de toda su carrera

“Me encantó la idea de esta exposición porque ponía de relieve un aspecto que estaba presente, pero del que nunca se ha hablado”, explica el fotógrafo.

La cara oscura sale a la luz

No ha sido fácil. Los dos comisarios, Juan Barja y Patxi Lanceros, trabajaron a partir de una selección de 1.400 fotografías realizada por Madoz, que ha gestado la idea de esta exposición durante mucho tiempo y que, de hecho, ha tardado años en ver la luz.

©Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021.

El lenguaje de Madoz está entre los más reconocibles de la fotografía nacional. Sus imágenes, siempre en blanco y negro, juegan al despiste y están plagadas de ironía. Los objetos cotidianos, reconoce, cobran un doble sentido a través de su cámara.

El propio Chema Madoz seleccionó 1.400 fotografías de su archivo para esta muestra, lo que prueba que la maldad y la crueldad siempre estuvieron en sus obras

“Queríamos sacar a la superficie algo que se había quedado sumergido -ha explicado-. Ha sido un ejercicio necesario. Equilibra mi trabajo”.

El colmo de la maldad: aparentar dulzura

Su estilo minimalista, al que se mantiene fiel desde que comenzó en los ochenta, hacen que lo poético tenga más peso que lo siniestro en sus obras, siempre potentes imágenes en blanco y negro.

Un código QR desvela textos relacionados. Foto: Luca Piergiovanni | EFE.

Pero, ¿y si el “colmo de la maldad” fuera precisamente aparentar dulzura?

Es lo que sucede con estas imágenes que retratan elementos tan familiares (e inocuos, incluso amables) como una escalera, un llavero, un desagüe, un naipe o una flor. Son objetos que se prestan aquí a una suerte de juego perverso, pero también de miradas cómplices, primero entre el artista y los objetos, y después entre la imagen y quien lo observa (¿será alguna vez igual la visión de una escalera?).

Justamente esa es la idea de la muestra, que muestra la selección de imágenes en bruto, sin título ni fecha, pero sí acompañada de un código QR que desvela un texto, elaborado o rescatado, con citas de autores que van de Homero y Dante a Borges, Kafka o Lorca, pero también Bruce Springsteen.

Al entresacar obras de toda su trayectoria, Crueldad se convierte también en una herramienta para contrastar la evolución del fotógrafo, que se inició en este arte en los años ochenta del siglo XX cuando se compró una cámara, y eso porque no le llegaron los ahorros para un equipo de música, lo que realmente quería.

La expo se ubica en la sala Picasso. Foto: Luca Piergiovanni | EFE.

Una toma de conciencia

Ver las imágenes en su conjunto, afirma Madoz, le ha servido como “toma de conciencia” sobre su propia obra, va desde en imágenes que retratan criaturas salidas de su mente, como una mariposa con alas y cuerpo de escarabajo, a objetos imposibles como un cinturón de castidad convertido en un asiento de columpio.

Para el filósofo y comisario de la muestra Patxi Lanceros, ese componente de lo siniestro siempre ha estado presente en la obra de Madoz, desde sus inicios: “no descubrimos nada nuevo, porque siempre ha estado ahí”.

Así, incluso en el objeto más familiar, como una escalera o un camino, “hay algo que corroe sus cimientos”.

Sí es, sin embargo, una lectura muy distinta a la que habitualmente se ha hecho de este artista, más centrada en la ironía que provoca el optimismo y la sonrisa amable.

Además del Premio Nacional de Fotografía, Madoz ha recibido el Premio PHotoESPAÑA (2000) y el Premio Higasikawa Overseas Photographer del Higasikawa PhotoFestival de Japón.

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