Art Wolfe: creatividad, naturaleza y felicidad a través del objetivo

Casi cinco décadas recorriendo el planeta y mostrando culturas remotas y naturaleza salvaje para concienciar, inspirar y transmitir felicidad

Bolivia, Salar de Uyuni. Foto: Art Wolfe | Getty Images.

Explorar. Crear. Inspirar. Las tres palabras que definen el trabajo de Art Wolfe y que han guiado una carrera que abarca ya cinco décadas son el común denominador de, al menos, un millón de imágenes que capturan la belleza de la naturaleza en los cinco continentes.

Para conseguirlas Wolfe visitó el Tíbet tras la Revolución Cultural china, huyó de los tigres, convivió con indígenas del valle del Omo, en Etiopía, recorrió las estepas mongolas y rescató ballenas beluga varadas en el Ártico canadiense.

En un año cualquiera, los días que este legendario fotógrafo pasa en su casa de Seattle apenas llegan a los tres meses al año. El resto del tiempo viaja por todo el mundo, grabando el programa televisivo Travels to the Edge, impartiendo conferencias, realizando talleres y, por supuesto, haciendo fotos.

Conciencia ambiental

Retratar la aurora boreal iluminando la fría noche islandesa o el vapor de la respiración de los bisontes durante el amanecer no tienen misterio para su objetivo aunque, además de plasmar su belleza, Wolfe quiere más.

Art Wolfe fotografía
Art Wolfe lleva casi cinco décadas fotografiando el planeta. Foto: Art Wolfe.

“Cada vez que estaba en la naturaleza pensaba que si podía compartir eso con la gente a través de la fotografía estaría haciendo algo positivo”, confiesa Wolfe en una entrevista con Efe en vísperas del Día Mundial de la Fotografía, que se celebra mañana miércoles 19.

Estudiante de Bellas Artes, ya en su etapa universitaria exploró las posibilidades de la fotografía en la naturaleza cuando los fines de semana escapaba de Seattle para escalar montañas y llevaba consigo su cámara.

Influido por sus estudios de Bellas Artes, en sus viajes Wolfe no busca tanto documentar el mundo de forma objetiva sino que hace fotos como si estuviera pintando cuadros

“Mi amor por la pintura y el arte nunca disminuyó, nunca se fue, pero la fotografía era perfecta para mí porque me gusta moverme y crear muchas composiciones diferentes e interesantes”, revela.

Se dio cuenta de que en las instantáneas podía adaptar “de manera inmediata” todo lo que estaba aprendiendo.

Los viajes no hicieron sino reforzar su conciencia como protector del medioambiente ya que, a su juicio, le permitieron obtener “un conocimiento bastante profundo del mundo, de sus culturas, de sus paisajes y de su vida salvaje” y volverse “muy consciente de cuál es su potencial”.

Vista de la Vía Láctea y la Aurora Boreal en Jökulsárlón (Islandia). Foto: Art Wolfe.

Golpear las emociones

Reconoce que los temas que elige fotografiar le seleccionan a él y no al revés y que, aunque se documenta y toma ideas, “invariablemente siempre veo y encuentro temas cuando viajo”, afirma.

Wolfe reconoce que cuando aprieta el disparador de su cámara siente “felicidad” porque nota que está creando algo que sabe por experiencia que “va a ser apreciado de una forma similar” y, por tanto, que sus instantáneas son utilizadas por la gente para “estar inspirados y contentos”.

Por ello, sus composiciones intentan “golpear las emociones”, educar sobre la importancia de cuidar el entorno natural y enriquecer el espíritu de las personas ya que, manifiesta, a él le sirve para elevar su ánimo y mejorar su personalidad.

Por eso, explica, en sus clases les dice a sus alumnos que sean fotógrafos “no tanto para ganar dinero, sino para ser personas mejores”. Fotografíar para ser mejor.

Aborígenes en Papúa Nuevs Guinea. Foto: Art Wolfe.

“Pienso que es cierto que cocinar, bailar, escribir poesía o cualquier esfuerzo creativo va de la mente al corazón y que las personas que crean tienen una existencia más feliz”, asegura Wolfe, que también ha publicado varias decenas de obras sobre el arte de la fotografía y compendios de sus mejores tomas, donde es fácil maravillarse ante imágenes de hipopótamos entre bandadas de flamencos, elefantes pintados, volcanes, chamanes o ceremonias de pueblos indígenas.

El fotógrafo que pinta escenas

Su experiencia como pintor no le ha abandonado nunca: su trabajo no va tanto de documentar el mundo de manera objetiva sino de hacer fotos como si estuviera pintando escenas.

Por primera vez en mucho tiempo y como consecuencia de la pandemia de coronavirus, este viajero irredento a sus casi 69 años ha renunciado a recorrer el planeta para quedarse en casa, ocupándose de “proyectos con los que había sido descuidado”.

En esta situación que califica de “espantosa y terrible” espera, al menos, que algunas personas hayan podido encontrar en imágenes como las suyas una forma de sobrepasar los muros de sus casas y sentir que estaban rodeados del verde de la cascada del río Columbia, escuchando el viento sobre las dunas del desierto de Namibia o pescando en el lago Inle de Birmania.

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