Los primeros años de Sorolla, entre el tormento y la devoción religiosa

Una muestra en el Museo Sorolla de Madrid recorre las etapas iniciales del pintor valenciano, en los que la pasión religiosa impregnó su obra, como se revela en varias pinturas exhibidas por primera vez

Reconstrucción de la obra Cristo Crucificado. Foto Museo Sorolla

Un fracaso fue lo que llevó a Joaquín Sorolla al éxito. Una primera etapa de obras lúgubres y de temática religiosa dio paso, años más tarde, a sus conocidas creaciones llenas de luz y escenas costumbristas en las costas mediterráneas.

Esa primera etapa de experimentación, angustia y pasión religiosa se revela en la muestra Sorolla. Tormento y devoción que este martes 13 se inaugura en la Casa-Museo Sorolla de Madrid (Paseo del General Martínez Campos, 37).

Dos visitantes miran ‘El buen ladrón crucificado’. Foto Fernando Villar | EFE

Obras inéditas

La exposición permite descubrir una faceta muy poco conocida del artista, la de sus primeros años de carrera que transcurrieron entre la villa italiana de Asís, Roma (en donde fue becado) y Madrid.

Muchas de estas obras, pertenecientes a colecciones particulares o a instituciones religiosas, nunca habían sido expuestas al público.

Un camino duro

El recorrido permite ver el camino de esfuerzo y sacrificio que tuvo que hacer Sorolla para lograr el reconocimiento a su talento.

Toma de hábito, de 1888. Colección particular

Una de las piezas en que gira la exposición es El entierro de Cristo. Es una obra ambiciosa, desmesurada, de siete metros de largo, que fue realizada entre 1885 y 1887. Sorolla había puesto todas sus esperanzas en el lienzo, pero también sus trazos eran presos de vacilaciones y arrepentimientos, comprensible en sus primeros años profesionales.

Sorolla no pudo resistir las críticas negativas por su gigantesca obra ‘El entierro de Cristo’ y sentó las bases para cambiar de rumbo artístico años más tarde

El artista era muy sensible a las opiniones externas, y no pudo resistir los latigazos de la crítica especializada.

El regreso de un cuadro arruinado

“Comienza el tormento, la angustia de un artista que busca su verdad. Con su esposa Clotilde García del Castillo se refugia en Asís, reflexiona sobre su fracaso y se propone encontrar una nueva senda, la que le conduce hacia la luz y el éxito”, describen en el Museo Sorolla.

Ese cuadro, abandonado por años en el estudio del pintor, sufrió grandes daños. De esa obra monumental quedan solo tres fragmentos, pero que gracias a las recreaciones realizadas con nuevas tecnologías el visitante puede contemplarlo en su totalidad.

Monja en oración, de 1883. Fundación Bancaja, Valencia

Cómo es la exposición

La exposición, que se divide en los apartados Primeros años, Costumbrismo religioso y Devoción, se compone de 46 obras realizadas entre 1880 y 1902.

El punto de partida es la temprana Últimos sacramentos. Carlos V, realizada cuando el artista tenía solo 19 años. De sus inicios en el mundo de las bellas artes destacan Monja en oración, que el comisario Luis Alberto Pérez considera que tiene “mucho de Velázquez” y que refleja “el maestro colosal de la luz que era Sorolla”, dijo a Efe.

En la década de 1880 se instaló en Madrid y de esos años se revela “su maestría en los retratos y en los pequeños detalles” a través de obras que representaban la vida cotidiana, con personajes que reciben sacramentos o son parte de ceremonias litúrgicas.

El monaguillo, de 1888. Foto Museo Sorolla

Entre la religión y el costumbrismo

Pinturas como Duelo revelan las indagaciones sobre la luz del pintor, en un estilo que posteriormente se denominaría como costumbrismo marinero, en el que el artista retrataba los trabajos relacionados con el mar desde las playas de Valencia, como refleja su obra La bendición de la barca.

Ya en esa etapa religiosa se percibe el interés por el costumbrismo, que impregnaría gran parte de su obra más conocida

La exposición se compone de 46 obras, muchas de ellas inéditas para el público. Foto Museo Sorolla

La última parte de la muestra concentra los trabajos realizados en Roma, donde periódicamente tenía que enviar obras para justificar la beca que había obtenido. En ese entonces Sorolla se enfrentó a tener que pintar desnudos académicos y mantuvo su pasión por las temáticas religiosas.

Los retratos de vírgenes de inspiración italiana, y obras como Levantando la cruz. Crucifixión culminan en El estandarte de San Blas, donde se combinan la pasión religiosa con el fervor de las fiestas populares.

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