‘Sooooo lazy’: porque la pereza también es necesaria

Una muestra en Caixaforum Barcelona reivindica el arte de la pereza y anima a reflexionar sobre la hiperactividad (auto)impuesta y la fiebre del consumo

GRAFCAT5164. Caixaforum reivindica el arte del pereza. Foto: Alejandro García | EFE.

La pandemia nos pilló en plena era de la hiperactividad e, incluso en los días más duros del confinamiento, nos sentíamos empujados a seguir haciendo cosas, a no parar jamás. Ahora, una muestra en Caixaforum Barcelona nos invita, desde la crítica y la ironía -y quizás también la utopía- a abandonarnos a la pereza y la contemplación.

El arte, cómo no, es el camino para recorrer este camino. En concreto, unas 50 piezas de 15 artistas como Agnes Martin, Ignasi Aballí, Francesc Abad, Angela Ferreira o Priscila Fernandes, en su mayor parte procedentes de las colecciones de ”la Caixa” y del MACBA, pero también de préstamos de otras colecciones, como de la Fundação de Serralves y de Cal Cego.

La madre de todos los vicios

‘Sooooo lazy. Elogio del derroche’ es el nombre completo e la muestra, abierta hasta el próximo 18 de abril de 2021, que contiene pintura, dibujos, instalación, vídeo, fotografía, escultura y obra gráfica y que se enmarca en la Convocatoria de comisariado. Nuevas miradas sobre la colección de la institución que busca impulsar a comisarios emergentes. En este caso, Beatriz Escudero y Francesco Giaveri son los responsables de esta selección de piezas que alzan la voz para reivindicar la pereza, el no hacer, que es una forma de resistencia y una especie de bien común.

La exposición Sooooo lazy. Elogio del derroche incluye unas cincuenta piezas de quince artistas. Foto: Caixaforum.
La exposición Sooooo lazy. Elogio del derroche incluye unas cincuenta piezas de quince artistas. Foto: Caixaforum.

Agnes Martin, Ignasi Aballí, Francesc Abad, Esther Ferrer, Xavier Ribas, Constant, Samuel Labadie, Camila Cañeque, Ângela Ferreira, Aernout Mik, Alberto Gil Cásedas, Sharon Lockhart, Misha Bies Golas, Agustín Parejo School y Priscila Fernandes sonlos artistas que nos acompañan en este itinerario desde la hiperactividad a la contemplación a través del arte.

Con sus obras articulan una crítica irónica, y a la vez utópica, de esa incesante necesidad contemporánea de hacer cosas, que no solo implica el mundo del trabajo y la producción, sino incluso los espacios de privacidad y ocio.

La reflexión que propone la muestra, explican sus responsables, “pone en cuestión la idea del trabajo como forma de subsistencia, así como que el crecimiento sea el único camino posible para avanzar”. De hecho, según Escudero, en apenas una década si atendemos a los avisos de los expertos, la mitad de los actuales puestos de trabajo no existirán, “lo que obliga a replantear el orden actual y a repartir mejor la riqueza y la actividad”.

La muestra articula una crítica irónica pero también utópica de esa incesante necesidad de hacer, que no solo implica el mundo del trabajo y la producción, sino incluso los espacios de privacidad y ocio

La pereza en el centro de la economía

Pero, ¿qué sucedería si colocásemos la pereza bajo el prisma de la teoría económica y de los acontecimientos que hemos vivido en los últimos años, incluida la reciente experiencia de una pandemia que ha obligado a desacelerar por fuerza nuestro sistema?

Samuel Labadie, Just Do Nothing 2020.
Samuel Labadie, Just Do Nothing 2020.

Gianveri apunta que, aunque la pereza sea vista como “la madre de todos los vicios”, si se ahonda en las teorías del comunismo o del mismo capitalismo, “todas tienden a que no se haga nada”, a la vez que ha vaticinado que, si no se consigue “separar renta de trabajo, esto va a ser una hecatombe”.

Así, la exposición defiende “rescatar la pereza del menosprecio político y pone de manifiesto que, de hecho, constituye el fin y el sueño de cualquier ser humano”.

En realidad, reconocen los comisarios, no se trata de un debate nuevo: teóricos desde Paul Lafargue a Kazimir Malévich, Marcel Duchamp, Bertrand Russell, Hannah Arendt o Georges Bataille ya lo han abordado, como se muestra en varias de las salas de Caixaforum en las que “contraponen vida activa con vida contemplativa”.

Pereza en el arte

El itinerario arranca con la escultura multimedia a gran tamaño Fábrica derrumbable, de la artista de Mozambique Angela Ferreira, que evoca las dinámicas de trabajo de una gran fábrica textil, una metáfoma de la hiperproducción, ya que la pieza no se pueda parar y necesita personal que la manipule constantemente. Se ubica junto a la proyección de Aernout Mik Pulverous, en la que unos personajes, con cara de pocos amigos, se dedican a la destrucción metódica de los bienes de un supermercado.

Ignasi Aballí, en Malgastar, compró toda la pintura que pudo con el dinero que le dieron para la producción de una exposición y, según cuenta, “mientras pensaba cómo utilizarse ha secado y ya no sirve”. Alberto Gil Cásedas, en cambio, ‘despilfarró’ el tiempo de los domingos, en principio día de descanso, rellenando repetidamente hojas de papel con pequeñas líneas blancas para crear 147.710 [Blank Sunday].

La muestra propone un viaje de la hiperactividad a la contemplación. Foto Caixaforum.
La muestra propone un viaje de la hiperactividad a la contemplación. Foto: Caixaforum.

El derroche del tiempo está presente también en la obra Nóminas, de Francesc Abad, quien opta por colgar todas sus nóminas, desde el año 1973, cuando todavía se cobraba en pesetas, hasta 2003, cuando le pagaban poco más de mil euros, como profesor, en lo que quiere ser una suerte de autorretrato, representado por una actividad al margen de su trabajo como artista.

La norteamericana Sharon Lockhart exhibe cuatro fotografías suyas de gran formato de unos montadores de la Scottish National Gallery of Modern Art durante la pausa de su almuerzo, que se confunden con las esculturas hiperrealistas de una exposición de Duane Hanson. Estas imágenes dialogan, a su vez, con la escultura minimalista del gallego Misha Bies Golas, en la que sobre un pedestal blanco coloca la colilla de un cigarrillo que se ha consumido sin que nadie se lo haya fumado.

De la veterana Esther Ferrer es Silla Zaj, una obra de 1974, que invita al visitante a sentarse en ella «hasta que la muerte les separe», mientras que del colectivo Agustín Parejo School se puede ver Por fabor estamos parados.

Utopías y mitos

En otra de las salas, la portuguesa Priscila Fernandes, con un vídeo filmado en Sao Paulo, alude al mito de Jauja, un «paraíso» en el que no hay que trabajar, y coloca delante unas tumbonas con las que disfrutar de la filmación, pero debido al coronavirus no se podrán utilizar en esta ocasión.

Elogio del derroche. Foto Caixaforum
Elogio del derroche. Foto Caixaforum

La exposición se complementa con algunos bocetos de New Babylon, proyecto de Constant, que proponía un modelo de vida lúdica, así como con las fotografías de la serie Domingos, de Xavier Ribas, con polígonos y descampados que ve como «espacios de libertad», o con los dibujos de Samuel Labadie de Just Do Nothing, parodiando el icónico slogan de una firma deportiva.

La última sala expone la obra de la joven Camila Cañeque, unas pestañas en el suelo, como dos ojos cerrados, y en la pared, un código QR, que lleva al visitante a una playa desierta, en lo que quiere ser «una invitación a la huida y la contemplación sin fin» y se cierra con dos telas de gran tamaño casi monocromas de la pintora Agnes Martin, aisladas en un único ambiente que se convierte, así, en una pequeña capilla para invitar a los visitantes a la pausa y a la reflexión.


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