El encanto de dormir en un aeródromo diseñado por Le Corbusier

Cerca de Metz un antiguo hangar de aviones diseñado por Le Corbusier se transformó en una coqueta vivienda que se alquila en vacaciones

La reconstrucción del aeródromo de Metz respetó las líneas de Le Corbusier y Prouvé. Foto: Patrice Besse

A unos 30 kilómetros de la ciudad francesa de Metz, en una campiña de impactante belleza, un pequeño aeródromo reconvertido en vivienda se ofrece como una opción para disfrutar del turismo rural.

Pero los amantes de la arquitectura quizás lo elijan porque es el único diseño que hicieron en conjunto Le Corbusier con Jean Prouvé.

Dos visiones complementarias de la arquitectura

El primero era un apasionado por la luz, el minimalismo y la armonía. El segundo, pieza clave del art nouveau, era partidario de diseños sencillos y un enfoque del espíritu por encima de la forma.

El aeródromo se encuentra a 30 km de Metz, en la frontera franco-alemana. Foto: Patrice Besse
El aeródromo se encuentra a 30 km de Metz, en la frontera franco-alemana. Foto: Patrice Besse

Le Corbusier popularizó la arquitectura para que no sea un privilegio de los magnates, por medio del diseño de edificios funcionales, asequibles y estéticos.

El aeródromo de Doncourt-lès-Conflans es el único proyecto que hicieron en conjunto Le Corbusier con Jean Prouvé

Prové siguió estos principios con el añadido de volúmenes y apostando por la fabricación industrial de viviendas y muebles, para democratizar su acceso.

Toda la estructura es muy luminosa. Foto: Patrice Besse
Toda la estructura es muy luminosa. Foto: Patrice Besse

En este paraje de Metz entre uno y otro crearon un espacio para el desarrollo de la aviación tan versátil que se transformó con elegancia en una moderna casa rural.

La historia del aeródromo

En 1937 el arquitecto Jacques Ogé encaró el proyecto del aeroclub de Doncourt-lès-Conflans en 1937, que sea un centro de aprendizaje y alojamiento.

Jean Prouvé fue convocado para realizar la estructura exterior, pero la Segunda Guerra paralizó los trabajos y las instalaciones fueron destruidas por los alemanes.

La barraca militar se reconvirtió en una coqueta vivienda. Foto: Patrice Besse
La barraca militar se reconvirtió en una coqueta vivienda. Foto: Patrice Besse

En la reconstrucción de 1951 se sumó Le Corbusier y tras varias demoras el proyecto se terminó en 1960.

Las instalaciones languidecieron, resucitaron como bar y restaurante, y volvieron a quedar abandonadas en los ’80, hasta que en el 2011 un grupo inmobiliario la adquirió y transformó con la premisa de respetar el diseño original de Le Corbusier y Prouvé.

El hangar central

El edificio principal está recubierto por dos cascos de aluminio agrupados en torno a un canal central, un diseño de Prouvé al que se añadió los volúmenes y las fachadas deslizantes de Le Corbusier.

Desde los amplios ventanales se obtienen vistas del aeródromo y los alrededores, en una extensión despejada en 50 kilómetros

Precisamente uno de sus rasgos destacados en que gracias a los ventanales se obtienen hermosas vistas del aeródromo, con 50 kilómetros de panorámicas por los alrededores, que permiten distinguir los valles de los ríos Mosa y Mosela.

El minimalismo caracteriza al diseño interior. Foto: Patrice Besse.
El minimalismo caracteriza al diseño interior. Foto: Patrice Besse.

Como dentro de una catedral

Por las noches el techo se refleja en la fachada, lo que da la sensación de estar cenando en medio del atrio de una catedral, aseguran en el grupo inmobiliario Patrice Besse.

El antiguo hangar fue dividido entre un salón comedor y cocina de 150 metros cuadrados y tres dormitorios en suite, que Le Corbusier diseñó con el mismo modelo que usó en la cabaña de Roquebrune, en la Costa Azul.

Desde la casa se despliegan hermosas vistas de los valles del Mosela y el Mosa. Foto: Patrice Basse
Desde la casa se despliegan hermosas vistas de los valles del Mosela y el Mosa. Foto: Patrice Basse

Además del hangar hay una barraca militar reconvertida en vivienda de cinco habitaciones

A pocos pasos del edificio se encuentra una barraca construida en la Segunda Guerra, que fue reciclada como vivienda, equipada con cinco habitaciones y un salón de 30 metros cuadrados.

En total en todo el complejo pueden dormir hasta 18 personas, y se alquila entre 2.000 y 3.000 euros por semana.

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