Gironella: ayer una iglesia medieval, hoy un espacio para la danza

Los arquitectos de Carles Enrich Studio, de Barcelona, convierten la antigua iglesia de Santa Eulàlia de Gironella, del siglo XIV, en un innovador centro dedicado a las artes escénicas

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Gironella es un pueblo catalán de 5.000 habitantes atravesado por el río Llobregat, con su pequeño núcleo histórico de callejuelas laberínticas de trazado serpenteante y empinado.

A pocos pasos de su ayuntamiento se encuentra la ‘iglesia vieja’, como la llaman en el pueblo, aunque en rigor merece presentarse por su nombre oficial: Espacio Santa Eulàlia.

El espacio se dedicará a las artes escénicas. Foto Adrià Goula-Carles Enrich Studio

El nuevo espacio cultural

Se trata de una iglesia construida en el siglo XIV, que tras varios años de degradación y abandono resucitó como un moderno centro de artes visuales, para la práctica y presentación de danza, teatro, recitales y eventos culturales.

El proyecto de revitalización del espacio estuvo a cargo de Carles Enrich Studio, de Barcelona, que durante dos años trabajó en un proyecto financiado por el Servicio de Patrimonio Arquitectónico Local de la Diputación de Barcelona, el Ayuntamiento de Gironella y el Consejo Comarcal del Berguedà.

La antigua iglesia dejó de ser un punto religioso en 1907, y durante décadas pasó a ser desde vivienda a taller, además de bar y fábrica de pasta

La obra se enmarca en las iniciativas del consistorio de recuperar los edificios antiguos del pueblo para dotarles de una nueva vida.

La tranformación permite el paso de la luz natural. Foto Adrià Goula-Carles Enrich Studio

Cambios en el siglo XX

La antigua iglesia de Santa Eulàlia tuvo una vida convulsa a lo largo del siglo XX. En 1907 se abandonó su uso religioso y pasó por ser vivienda, taller de carpintería, fábrica de fideos y bar.

El ayuntamiento tomó posesión en 1971, y recién en 1986 se encaró un proyecto para convertirlo en una sala de usos múltiples.

Pero el proyecto quedó a medio hacer, y la vieja iglesia volvió a degradarse.

Hasta que en 2016 se planteó una transformación a fondo del espacio pero respetando su estructura para ser un nuevo centro de promoción de las artes, sobre todo danza, música y poesía.

Vistas de la fachada. Foto Adrià Goula-Carles Enrich Studio

Una transformación radical

La nave central se destinó como espacio salón de usos variados, donde se recubrió el suelo con madera de abedul, lo que garantiza suavidad para cuando los bailarines tienen que danzar con los pies descalzos.

La nave central fue despojada de estanterías, mientras que las capillas laterales fueron cerradas para ser usadas para el almacenaje

Además la claridad de la madera acompaña al color de las piedras que revisten al edificio desde los tiempos medievales.

En las capillas laterales se instalaron los servicios. Foto Adrià Goula-Carles Enrich Studio

El estudio se encargó de eliminar las estanterías para dotar de más ligereza al espacio y ganar más espacio útil, mientras que las capillas laterales se convirtieron en espacios de almacenaje.

En otra de las capillas se introdujeron los servicios, para garantizar la accesibilidad de los usuarios.

Como un escenario urbano

La fachada, en tanto, fue intervenida con un refuerzo de la estructura metálica, donde se reemplazó el cerramiento traslúcido por un vidrio transparente.

El edificio se integra al trazado urbano. Foto Adrià Goula-Carles Enrich Studio

Con este cambio es posible que el interior reciba una buena cuota de luz natural durante, un logro en un entramado urbano de calles estrechas que reduce la llegada del sol.

Además permite incorporar a la calle como una segunda fachada, y que sea posible contemplar las actividades del interior de la antigua iglesia desde el exterior, como improvisados balcones frente a un escenario.

“La permeabilidad de este cerramiento potencia el carácter público de Santa Eulalia, entendido como una extensión de paisaje urbano”, precisan en el estudio de Carles Enrich.

a.
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