Airbnb está acorralado (pero tiene salida)

Las limitaciones y sanciones impuestas por gobiernos estatales y municipales impulsa a Airbnb a diversificar su modelo de negocio

Una compañía fundada hace 10 años en un garaje de San Francisco para compartir habitaciones se convirtió en el sinónimo de la economía colaborativa. Para bien y para mal. Airbnb, con sus cinco millones de anuncios y una valoración de mercado de 26.600 millones de euros (y sin salir a bolsa), es uno de los actores que revolucionó la forma de hacer turismo en el mundo.

Pero cada día surge un nuevo frente que limita su actividad. Este miércoles el gobierno de Baleares rechazó su apelación por la sanción de 300.000 euros que se le aplicó por publicitar viviendas ilegales.

Una multa del doble del valor, 600.000 euros, sigue su curso en Barcelona; ciudad con la que mantiene una relación de idas y vueltas y que ahora se encarriló con la eliminación de más de 5.000 pisos sin reglamentar.

Presiones y moratorias contra Airbnb

En Nueva York Airbnb afronta un juicio por la difusión de los datos de los huéspedes, información que el gobierno español también presiona para obtener a partir del 1 de enero. En Japón, sus autoridades cambiaron las reglamentaciones y el 80% de los anuncios tuvieron que ser retirados.

En Barcelona, Madrid, Valencia y Palma se dictaminaron moratorias que prohíbe la apertura de nuevos pisos turísticos, mientras que en ciudades como París o Ámsterdam se redujeron drásticamente la cantidad de días habilitados para ser ofrecidos para el alquiler vacacional.

“Airbnb va a reducir su actividad”, vaticinan expertos en economía colaborativa

En Portugal, su gobierno analiza prohibir más pisos turísticos en barrios de Lisboa, Algarve y Oporto con mucha presión turística. Y la Unión Europea le exige que sea más clara en su política de precios bajo la amenaza de recibir sanciones.

El cerco se cierra

“Está claro que a Airbnb se le está limitando el volumen de su actividad por ciertas externalidades que las ciudades notan”, dice el experto en economía colaborativa Albert Cañigueral.

Para la investigadora Mayo Fuster “a Airbnb (el mercado) se le está poniendo complicado. No creo que vaya a desaparecer, pero sí se va a reducir su actividad”, coincide.

Esta analista de la economía colaborativa y su impacto social considera que el problema de Airbnb no es su modelo de negocio, sino su dimensión, que genera “unos impactos disruptivos en la ciudad, tanto en la política de vivienda urbana como en el turismo”.

Estas ‘impactos’ son, a grandes rasgos, el aumento de los precios de las viviendas, el cambio de residencias permanentes a vacacionales (con la expulsión de los inquilinos por el incremento de la renta), la alta presión turística en determinados barrios o ciudades, los problemas de convivencia, y una larga lista de repercusiones urbanísticas y sociales.

La salida de la diversificación

Con la batería de reglamentaciones de los gobiernos, y con las agencias tributarias mirando con lupa sus movimientos económicos, Airbnb busca alternativas para mantener su gigantesca estructura.

“Como cualquier empresa, lo que hace Airbnb es diversificar, no pone todos los huevos en la misma canasta”, describe Cañigueral, miembro del colectivo Ouishare.

Uno de los productos que lanzó para buscar nuevos mercados es el de Experiencias, donde los residentes pueden ofrecer sus servicios de guía, fotógrafo, cocinero, coach o chófer.

“Una vez que Airbnb tiene garantizado al cliente dentro de la plataforma, lo que busca es mantener el Arpu (acrónimo de ingreso medio por usuario) ofreciendo más servicios a su alrededor”, agrega Cañigueral.

Freno a los problemas de convivencia

Los problemas de los huéspedes con la convivencia con los residentes es otro factor de conflicto para Airbnb. A largo plazo la tecnológica sabe que puede jugar en contra de su modelo de negocio, por lo que apunta a cambiar su target de usuarios por dos vías: por un lado ser más exclusivo con los alojamientos, con el lanzamiento de Airbnb Select (un catálogo de viviendas de más categoría).

Las ciudades europeas se unen en un frente común para negociar con Airbnb como un bloque

Por otra parte, está dando los primeros pasos para convertirse en el gestor exclusivo de alquileres de edificios enteros de apartamentos, proyecto que está probando cerca de Orlando (EEUU).

Frente común contra Airbnb

Pese a estos cambios, las grandes ciudades europeas no se quedan de brazos cruzados. Barcelona, Madrid y París se unieron a una iniciativa de la que también participan Bruselas, Lisboa, Viena, Cracovia y Berlín.

El objetivo de estos ayuntamientos es exigir a la Unión Europea que tenga una política firme ante las plataformas de alquiler turístico, pero sobre todo con la tecnológica de San Francisco. “Actualmente cada ciudad negocia sola con Airbnb, la cuestión es crear una coordinadora conjunta, poner a las ciudades en una posición de fuerza mayor”, describe Fuster.

Esta experta es directora del grupo de investigación Dimmons, de la Universitat Oberta de Catalunya, que junto con el ayuntamiento de la capital catalana organizará el congreso Sharing Cities Barcelona 2018 el 12 de noviembre, en donde se debatirán estrategias para gestionar el impacto de los pisos turísticos y el alcance de estas plataformas.

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