La batalla del lujo que el Villa Magna ganó a los cinco estrellas

El hotel renunció a bajar los precios y atrajo a nuevos clientes

El hotel de lujo Villa Magna, inaugurado en 1972 en pleno paseo de la Castellana, inició una gran reforma en 2007 que le obligó a cerrar durante más de un año. Completada la rehabilitación de las instalaciones, en la que invirtió cerca de 50 millones de euros, tuvo que lidiar con los efectos de la crisis económica.

A la dirección se le presentó un dilema. Había invertido en mejorar instalaciones y servicios, pero su apuesta por la calidad podía verse comprometida por la crisis y por la competencia de otros cinco estrellas, que decidieron reducir precios para mantener clientes.

El Villa Magna optó por no entrar en el juego y mantener o aumentar sus tarifas. El mercado español se redujo, pero la llegada de clientes extranjeros salió reforzada. Según fuentes del sector, el hotel fue capaz de mantener los precios durante toda la crisis e incluso restar clientes a otros cinco estrellas de la ciudad, atraídos por su exclusividad y sus servicios.

Contracorriente

Cuenta la historia Ángel Masa, conserje del Villa Magna durante más de 40 años y presidente de la la Asociación Nacional de Conserjes de Hotel de 1999 a 2012. “Se hizo una reforma y se establecieron unos precios acordes a las instalaciones. No había margen para otra cosa. Hablamos de precios por debajo de los grandes hoteles europeos, pero por encima de los cinco estrellas de Madrid. Se descubrió que se podía mantener el lujo y los servicios. Apostaron por la calidad y el tiempo les ha dado la razón”, expone. Masa añade que el nivel de fidelización del Villa Magna está cerca del 65%. “Los clientes que vienen, repiten”, concluye.

“La duda era si había mercado suficiente para mantener los precios altos, pero lo cierto es que la afluencia de turistas extranjeros, sobre todo, americanos, ha confirmado que sí”, indican otras fuentes del sector.

Una noche en el hotel Villa Magna se sitúa esta misma semana por encima de los 300 euros en las habitaciones más económicas, según su central de reservas.

Mimos a los empleados

Además de ser uno de los alojamientos emblemáticos de Madrid, el Villa Magna se hizo muy popular por el proyecto Pause. Durante el periodo en el que estuvo cerrado por las reformas, además de abonar la nómina a los empleados, propuso un programa de actividades en los que se incluía formación en inglés o informática, además de teatro o expresión corporal.

Ángel Masa hace hincapié en que el trato con los trabajadores es “fantástico” y agradece la política del hotel. “Se percibe un bajón de nivel y servicios en los hoteles de lujo, algo que afecta a la reducción en el departamento de conserjería o, directamente, a su eliminación. Por eso nos alegramos de todas las apuestas por mantener la calidad”, concluye.

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