Airbnb o el lucrativo negocio de la ‘economía colaborativa’ en BCN

El modelo turístico de la capital catalana y la falta de regulación en torno a este servicio han permitido que múltiples anfitriones hagan un uso espurio (y muy rentable) de la popular web de alquiler online

En pocas semanas se cumple un año de la pequeña revolución que vivieron en Agosto pasado las calles de la Barceloneta. Entonces, las protestas de los vecinos contra los excesos del turismo de borrachera abrieron el debate sobre los problemas derivados de un modelo turístico masificado y centrado en escasas zonas de la ciudad.

Hasta hace poco tiempo, la plataforma de alquiler Airbnb había quedado fuera de esta polémica. Sin embargo, las cifras que se manejan sobre el número de habitaciones y pisos completos de la capital catalana que se ofertan en esta web no dejan lugar a dudas.

Hasta 30.000 camas

El geógrafo e investigador Albert Arias, co-autor de un trabajo sobre la presencia de la multinacional estadounidense en Barcelona, sitúa –con datos de mayo de 2014, por lo que hay que suponer que esta cifra habrá aumentado– en alrededor de 30.000 las camas disponibles (repartidas en 6.800 apartamentos completos y 4.800 habitaciones de alquiler).

Es decir, algo menos de la mitad del total de plazas que hay en el conjunto de hoteles, albergues y pensiones de la ciudad: 68.000, según cifras oficiales del ayuntamiento.

Lucrativo negocio

En un adelanto del estudio publicado en su blog, Arias argumenta cómo, detrás del marketing que rodea el concepto de compartir experiencias y techo con locales (la idea que más y mejor tratan de vender desde Airbnb), se esconde un lucrativo negocio para dos de las partes implicadas: la propia compañía y un reducido número de anfitriones que controla una mayoría de las camas ofertadas.

Más datos: el 2,5% de los huéspedes controla el 30% de los pisos enteros de la ciudad condal y el 60% de los anuncios pertenecen a usuarios con más de un alojamiento en la web.

¿Pisos turísticos encubiertos?

Oriol Casabella, portavoz de la Asociación de Vecinos de la Barceloneta, es muy crítico con esta plataforma online y la vincula directamente con el exceso de pisos turísticos que sufre, entre otras zonas de la ciudad, el tradicional barrio marinero de Barcelona.

La compañía con sede en San Francisco establece, como uno de sus servicios, la verificación de que los alojamientos que ofrece son de particulares y no de empresas encubiertas. Casabella reniega de esta supuesta garantía. «No hay filtro que valga para controlar eso», asegura.

Para ilustrarlo, cuenta el caso de una ciudadana rusa que, tras alquilar el piso completo, invitó a otros visitantes a alojarse en las habitaciones (pagando antes, eso sí, tarifas muy elevadas). A pesar de la denuncia a la policía de la propietaria real, la inquilina siguió haciendo negocio al poco tiempo a través de la plataforma online.

Regulación

La Generalitat concretó a principios de mes un proyecto de ley que pretende regularizar la actividad de plataformas como Airbnb (otras de las grandes, como 9flats.com o Home Away, tienen un mercado mucho menor en Barcelona) para limitarlas, en la medida de lo posible, al servicio para el que supuestamente están destinadas: el alquiler puntual y esporádico de habitaciones (o del piso completo) cuando el propietario lo desocupa.

Jordi Sabaté, periodista especializado en las nuevas formas de consumo, valora positivamente la norma; aunque recuerda que sólo se trata de un boceto que todavía tiene que pasar por el parlamento que salga de las próximas elecciones catalanas. «Es una buena idea para dar amparo a situaciones en las que el vecindario no tiene a quien rendir cuentas», asegura, como pueden ser posibles desperfectos o el uso encubierto de edificios enteros para el alquiler turístico. 

El nuevo equipo de Gobierno que ya se ha instalado en Sant Jaume tiene por delante un difícil reto si quiere hacer buenas las intenciones anunciadas hasta ahora sobre el modelo turístico que quiere implantar en Barcelona. Conjuntamente con el nuevo vecino de plaza con el que se encontrará a partir de otoño, tendrán que resolver los numerosos dilemas que todavía plantea la encrucijada Airbnb en la capital catalana.

a.
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